El debate sobre si es admisible prohibir los toros es el de entender la ley que los ampare o conculque, bien como acto de voluntad política o bien como consecuencia de la voluntad popular. Como buena parte de la población no sabría llenar dos folios razonando porqué deposita una papeleta y no otra en la urna cada cuatro años, y pues nadie ha leído jamás un programa político, se asume que el apoyo que reciben los elegidos para representar a su partido –raramente a sus ciudadanos- en el parlamento lo es para que, una vez electos, o bien inventen su andadura por la legislatura como dios les dé a entender, o bien lo hagan tratando de intuir qué pueda querer la ciudadanía al respecto de cada tema, en este caso, si desea o no ver prohibidos los toros.
Obvio que las prioridades de ambos son distintas, desde la propia política y desde los medios que juegan a vocearla se juzga lógicamente por igual los actos regidos por el principio primero –el partido al que se pertenece como prioridad- y los que realmente buscan dar solución a una inquietud social. Así, el estatuto catalán, con ser una propuesta apoyada por ese parlamento y por buena parte de sus ciudadanos es, juzgada desde madrid, como lo que es: una medida política tanto como ciudadana. Pero si ese mismo parlamento promulga una ley contra los toros, entonces la interpretación es que tal despropósito ha de ser estrictamente político, aunque la mayoría de sus ciudadanos apoyen la prohibición.
Obvio también que a políticos y medios-basura lo que la población quiera les importa en la medida en que coincida con lo que a su consejos de administración conviene, aflora el elemento clave en esto: irrelevante como sea lo que rajoy o cualquier otro opinen de política, lo que se esgrime es que las mayorías son interpretables. Que al igual que un político es elegido sin la más mínima instrucción popular sobre cómo comportarse y en nombre de que prioridades, sus actos pueden, dada la ocasión, no sólo improvisar su dictamen sobre un asunto, sino también imponerse sobre la voluntad popularmente expresada.
Las normas que rigen en el parlamento catalán son las mismas que en el resto de comunidades autónomas desde las que hoy se clama contra la vulneración de libertades elementales, y la población catalana mayoritariamente a favor de la prohibición de las corridas de toros no es distinta, en cuanto al valor de su voto, de las que forman el resto del país. Asi que lo que se denuncia, acaso por lo inusual de la propuesta, es el derecho a que la política de un lugar aplique lo que sus ciudadanos piden. Acaso para no sentar precedente.
Escribe tristemente savater hoy en El País que a qué escandalizarse si la moral trata de nosotros y no de nuestras relaciones con el resto de las cosas vivas –“naturaleza” es la barrera citada-, que no existen derechos animales, que considerarlos posibles no constituye ninguna obligación cívica. Es cultura –se lee desde todas partes. Pero eso no la redime, la cultura no es garantía contra la crueldad –responde Josep Ramoneda, en el mismo diario. Aceptado el derecho de los agraviados a no ver la sangre y la tortura derramada, que una ley lo prohíba les ha de parecer una golosina de la voluntad, sea política o popular. Acogotados, acorralados, viendo su final venir, les duele el día que, por primera vez, se sienten toros.
29 julio 2010
28 julio 2010
Viajar por otros
Uno tuvo un tío que viajaba mucho, su alegría y su cariño un ventilador perenne cuyos efectos te despeinaban por fuera mientras revolvían y aleteaban dentro una forma de ser que bien podría adquirirse en aquellos sitios de los que siempre parecía estar viniendo. Al enfermar mi tía, él se recluyó con ella y lentamente fue muriendo de tanto no irse, de tanto no volver. Como una embarcación comida por la herrumbre, antes desapareció lo que sirviera para desplazarse –él- que la tierra a la que vivió, y murió anclado –mi tía, dulce y buena como pan que te mirara comerlo. Acaso quienes no pueden ya moverse se parecen como piedras al viento de la erosión lenta, y acaso quien hoy se llega hasta donde guarda sus días detenidos el hombre de la imagen para moverle por dentro durante unas horas, es en ese instante la tierra a la que llegar, el sentido del viajero, de quien llega y vuelve para que le esperen.
01 julio 2010
Do the right thing
Acerca de la relación que une la práctica exigente de una actividad con sus requisitos, cuidados y el minucioso balance de lo que te permite seguir desarrollándola, y en memoria de tanto cantante de ópera, astronauta, cirujano o director de orquesta, Rudy Gay –segunda mejor marca de la historia en 100 metros y acostumbrado a alimentarse en restaurantes de comida rápida-, hoy en El País: “voy a ir a ver a un nutricionista un día de estos”.
29 junio 2010
hacia dónde no vamos
Si los filósofos, historiadores, matemáticos y dramaturgos griegos hubieran sabido que su vida transcurriría hacia atrás, no añadiendo días a sus vidas, sino restándolos en dirección a ese dios cero con el que iba a inaugurarse el computo hacia delante.
28 junio 2010
De mayormente
Los cinco objetivos de la Unión Europea para 2020: en materia de empleo, un 75% de ocupación para hombres y mujeres de 20 a 64 años; en innovación un 3% del PIB en investigación y desarrollo; en cambio climático un 20% de reducción de gases de efecto invernadero, e idénticos porcentajes en crecimiento de energías renovables y ahorro energético; en educación menos del 10% de abandono escolar y al menos el 40% de personas entre 30 y 34 años que finalice estudios superiores; en lucha contra la pobreza 20 millones de personas menos con riesgo de exclusión.
Como quien, de su hijo de 6 años que empuña una pistola de juguete, va diciendo que será el nuevo Gandhi.
Como quien, de su hijo de 6 años que empuña una pistola de juguete, va diciendo que será el nuevo Gandhi.
Claridad y lunares
Dice C. que a estos textos les da poco el sol y a ella demasiado. Pero es ella quien tiene los lunares y el blanco de la piel, mientras la oscuridad se queda, escrita, aquí. Quién lo entiende.
23 junio 2010
de madrid al teatro
http://www.elpais.com/articulo/cultura/Centro/Dramatico/Nacional/agudiza/ingenio/afrontar/crisis/elpepucul/20100622elpepucul_7/Tes
La ceguera contra el ensayo
Cinco escritores sustentan la narración con la que el catolicismo se adueñó del mundo a la salida de la edad media. Cuatro de ellos cuentan, con escasos matices, la misma historia –Mateo, Marcos, Lucas, Pablo- completada por el quinto –Juan- con un epílogo moralizante que se lee como un anuncio del Apocalipsis tanto como el oráculo minucioso de lo que la inquisición iba a practicar siglos después. Por eso, como si de un ajuste de cuentas entre escritores, o sus editores, se lee en El País el extractado del artículo publicado por l´observatore romano a la muerte de Saramago, denuncia del allanamiento de territorio mítico que un dueño del mundo hiciera a otro que se hubiera permitido la injerencia en sus dominios inventados, como hubiera sonado si Hemingway hubiera ubicado sus personajes en Yoknapatawpha, Rulfo en Santa María, o Landero en Celama, propiedad respectiva de Faulkner, Onetti y Mateo-Díez.
Antes de ser ruin a fuerza de clásicamente obtusa, la nota es el relato de un encuentro imposible, pues si un escritor se escribe a sí mismo en el personaje, una iglesia pone al personaje a hablar por la boca concreta de sus portavoces. Uno es la materia prima de su invención, el otro, la encarnación pirandelliana del dramaturgo. Aunque, obviamente, esconde el error nuestro de cada día –quien es, según la única lógica aprehendible, dios de su dios, hombre creador del demiurgo en quien creer, blinda su postura invirtiendo el proceso, y así, el escritor se declara infalible al declararse personaje.
Ofende especialmente la afrenta escupida a la ceguera moral de Saramago, como un espejo roto que reprochara a quien se mira en él su aspecto fragmentado. Ese “se declaraba insomne por las cruzadas, o por la inquisición, olvidando el recuerdo de los 'gulag', de las purgas, de los genocidios, de los 'samizdat' (panfletos de la Rusia soviética) culturales y religiosos", tan esa atrocidad frecuente del ofendido: que lo que se le achaca se anule con sólo oponerle la lista de crímenes cometidos por otros, en otro tiempo. Como un juego de suma cero que, a igualdad de muertos, consagre la inocencia de todos los bandos.
En malas novelas, ensayos inanes, poemas vacíos, un escritor comete sus crímenes sobre una hoja, dejándolos ahí, a la vista de todos, para siempre. Sus personajes son siempre inocentes porque un escritor no lo es. Unos y otros –creados y creador- pueden llevar vidas separadas sin que las andanzas de unos y las de otros puedan pedirse cuentas. Un escritor puede escribir evangelios sin ser apóstol de nada. Por eso lo que honra a Saramago ofende la mirada sobre iglesias como la católica: pues mientras ésta denigra hasta la farsa con sus actos las líneas que ella misma se dio a leer, aquel aceptó la más valiente carga imaginable –que sus parábolas no mientan en su representación fuera de las páginas lo que en ellas se vanagloria en defender. Por ejemplo, que un escritor que clama contra quienes trafican con la poca justicia que nos queda no sea, en su tiempo libre, un canalla, un hombre injusto. Gana el más vendido –se entendería mejor si lo expresaran así.
Antes de ser ruin a fuerza de clásicamente obtusa, la nota es el relato de un encuentro imposible, pues si un escritor se escribe a sí mismo en el personaje, una iglesia pone al personaje a hablar por la boca concreta de sus portavoces. Uno es la materia prima de su invención, el otro, la encarnación pirandelliana del dramaturgo. Aunque, obviamente, esconde el error nuestro de cada día –quien es, según la única lógica aprehendible, dios de su dios, hombre creador del demiurgo en quien creer, blinda su postura invirtiendo el proceso, y así, el escritor se declara infalible al declararse personaje.
Ofende especialmente la afrenta escupida a la ceguera moral de Saramago, como un espejo roto que reprochara a quien se mira en él su aspecto fragmentado. Ese “se declaraba insomne por las cruzadas, o por la inquisición, olvidando el recuerdo de los 'gulag', de las purgas, de los genocidios, de los 'samizdat' (panfletos de la Rusia soviética) culturales y religiosos", tan esa atrocidad frecuente del ofendido: que lo que se le achaca se anule con sólo oponerle la lista de crímenes cometidos por otros, en otro tiempo. Como un juego de suma cero que, a igualdad de muertos, consagre la inocencia de todos los bandos.
En malas novelas, ensayos inanes, poemas vacíos, un escritor comete sus crímenes sobre una hoja, dejándolos ahí, a la vista de todos, para siempre. Sus personajes son siempre inocentes porque un escritor no lo es. Unos y otros –creados y creador- pueden llevar vidas separadas sin que las andanzas de unos y las de otros puedan pedirse cuentas. Un escritor puede escribir evangelios sin ser apóstol de nada. Por eso lo que honra a Saramago ofende la mirada sobre iglesias como la católica: pues mientras ésta denigra hasta la farsa con sus actos las líneas que ella misma se dio a leer, aquel aceptó la más valiente carga imaginable –que sus parábolas no mientan en su representación fuera de las páginas lo que en ellas se vanagloria en defender. Por ejemplo, que un escritor que clama contra quienes trafican con la poca justicia que nos queda no sea, en su tiempo libre, un canalla, un hombre injusto. Gana el más vendido –se entendería mejor si lo expresaran así.
22 junio 2010
Pais de deux
Gran parte de la danza que ha llegado a Madrid al Festival de Otoño en los últimos tres años –mayoritariamente belga- (Lo son Jan Lauwers&NeedCompany, Les ballets C de la B, 32, Rue Vandenbranden o Sidi Larbi Cherkaoui) funde los pasos del baile y los caminos del teatro, y quizá en ese traer a una narrativa oculta los medios explícitos de la otra, crea un relato más interrumpido aunque más claro, o al menos dotado de un sentido más nítidamente transportable. Como la infección de la autoayuda en la literatura, del videojuego en el cine, de éste en la ópera, o de la mera tecnología de reproducción en tanta música contemporánea, un medio se apoya en otro, aquí para mejorar ambos. Uno mira a Belgica estos días pugnar por encajar en ese nombre el rumbo a que aspira Flandes, con y sin Valonia, Bruselas y la región germanófona, y casi lo entiende.
21 junio 2010
Mikan ya no está sólo
Ocho segundos es el tiempo que Bryant sostiene el trofeo Maurice Podoloff que le acredita como recién campeón de la nba, y a los cinco de haberlo recibido ya ha buscado al segundo hombre al que entregárselo, no a cualquiera de los que están a ambos lados, señala hacia atrás, lo eleva para que sólo él lo reciba. Es un gesto de jerarquía que antepone ese jugador al capitán Fisher, que les salvara en el segundo partido. Es Gasol quien levanta el trofeo desde la segunda línea. Es Jabbar recibiéndolo de Magic, veinte años atrás, entre esos otros Artest, Fisher, Odom –Cooper, Scott, el gran Worthy. Pero sobre todo es, por fin, el único relevo que en los Lakers seguía esperando –el de George Mikan, para el que no servía ni Chamberlain en los setenta ni Jabbar en los ochenta. La prodigiosa trayectoria de Gasol es así hacia el futuro y hacia el pasado.
19 junio 2010
Lo mejor que no tenemos

En ¿1997? yo trabajaba en una agencia de las varias que fueron invitadas a participar en un concurso para la adjudicación de una campaña de publicidad que diese a conocer la Exposición Universal a celebrar en Lisboa, en 1998. Y a uno se le ocurrió como prescriptor a Saramago, que ya entonces vivía en Lanzarote y que, en eso, sonaba a solvente anunciante de su país entre nosotros, desde el conocimiento, acaso el amor, de ambos. Ya en los últimos días previos a la presentación, cuando según qué información sólo podía servir a esas alturas para hacernos acudir más frustrados, de algún lado llegó el dato de que Saramago no estaba en Lanzarote por amor a los volcanes, sino como resultado de la erupción católico-paleolítica que en su país había originado la publicación del Evangelio según Jesucristo. Ni ganamos el concurso ni el texto que yo escribí simulando su voz, impreso en un anuncio de los varios que formaban la propuesta, llegó a parte alguna. No recuerdo el grado de vergüenza con que en esos días llegué a desatino semejante, o si aspiraba a conocerle, acaso a pedirle perdón. Este es el anuncio en cuestión, es una cosa mediocre, pero al menos somos afortunados y no contiene el texto que yo escribí como si él, sino la versión general que iba en el resto de piezas. También es la demostración de esa verdad del escritor pequeño: uno empieza a parecerse a los grandes a base de poner en sus textos justo las palabras que aquellos quitan de los suyos. Descansen en paz. Ambos.
17 junio 2010
Pruebas que dejas atrás
En Cuento para tahúres, escrito por Rodolfo Walsh en 1953, alguien que decide matar a otro lo hace trucando sus dados para que el que ansía ver muerto no tenga forma de dejar, imposiblemente, de ganar. Walsh lo cuenta desde un muerto distinto, el que, -aparentemente sin oficio ni beneficio- asiste a una partida en que quien parece ir a asesinar y quien parece estar a punto de morir son distintos de los que acabaran siéndolo. Sólo cuatro años después, publicaría su estremecedor Operación masacre –diario de un crimen policial durante el levantamiento militar de ese mismo año en Argentina, y cuya minuciosidad acaso dejaba así lista la única prueba que en 1977 necesitaría la junta militar, dueña del país tras el golpe de estado del año antes, para matarlo.
Si, como la mayoría, Walsh vivió fabulando su propia biografía, hecha de cuentos que recrean su experiencia infantil primera –El 37-, y tardía –La saga de los irlandeses-, su tiempo como corrector y traductor -en Las aventuras de la prueba de imprenta o Nota al pie-, o sus años como periodista en tantos de sus cuentos policiales en los que sirve de interlocutor al jubilado comisario Laurenzi, su muerte prematura, apenas logrados los cincuenta años, cuenta acaso la maldición del que, entre tanto relato cimentado sobre la reconstrucción, no tenía forma de leer como augurio lo aparentemente inventado.
Si, como la mayoría, Walsh vivió fabulando su propia biografía, hecha de cuentos que recrean su experiencia infantil primera –El 37-, y tardía –La saga de los irlandeses-, su tiempo como corrector y traductor -en Las aventuras de la prueba de imprenta o Nota al pie-, o sus años como periodista en tantos de sus cuentos policiales en los que sirve de interlocutor al jubilado comisario Laurenzi, su muerte prematura, apenas logrados los cincuenta años, cuenta acaso la maldición del que, entre tanto relato cimentado sobre la reconstrucción, no tenía forma de leer como augurio lo aparentemente inventado.
16 junio 2010
Turquía 1 Sudáfrica 0
Mitad en defensa propia, mitad visto lo visto, anuncio del búnker habitual –el mundial de baloncesto, en Turquía del 28 de agosto al 12 de septiembre. Plazas disponibles.
renuncia y reincorporación
Aunque no todas las situaciones puedan permitírselo, uno ha de obedecer mejor a una voz suave que a una tronante. Incluso si quien escucha es esa parte habitualmente sorda de tu cuerpo –la columna vertebral, los abductores, los serratos. Para quien se asoma a una clase de yoga por vez primera, confiar en la voz que te lo pide es la primera postura inusual. Y que el ejercicio dirigido en los gimnasios haya amplificado la rareza, no elimina lo extraño que es acudir voluntariamente a un lugar en el que obedecer sin poder pronunciar durante el rito una sola palabra. Quizá porque hacerlo sabiendo que es para bien es un prodigio escaso en un mundo donde la obediencia es, en muchos sitios, desde lo personal, un ejercicio de acatamiento, servidumbre o esclavitud, y en lo laboral, un insulto no tan escaso a la dignidad humana o una concurrida tumba del desarrollo emocional o intelectual.
En una guerra o una habitación sin amueblar, obedecemos de mejor gana si las instrucciones son escuchadas por más gente, como si tocáramos a menos. O como si sus efectos fuesen mejores en tanto que compartidos. Y con todo, lo más excepcional de esa obediencia susurrada mientras yaces en una colchoneta, desplazándote lento, rodeado de gente desconocida, en un silencio que no existe fuera de esa habitación, es acatar no con los oídos sino con partes de ti que ni siquiera dirías que sepan obedecer, expuesta esa cuota de libertad invulnerable que es, mande lo que mande tu cabeza, sentir la tensión de tus miembros bullir libre, gritar en su contracción invisible aquello que tu voz acaso no puede. Preguntaos que ha cambiado en vosotros desde que entrasteis hace una hora –susurra la voz, ya al final. Y casi cuesta hacerse cargo de esa responsabilidad, contar tus tropas, recuperar el mando.
En una guerra o una habitación sin amueblar, obedecemos de mejor gana si las instrucciones son escuchadas por más gente, como si tocáramos a menos. O como si sus efectos fuesen mejores en tanto que compartidos. Y con todo, lo más excepcional de esa obediencia susurrada mientras yaces en una colchoneta, desplazándote lento, rodeado de gente desconocida, en un silencio que no existe fuera de esa habitación, es acatar no con los oídos sino con partes de ti que ni siquiera dirías que sepan obedecer, expuesta esa cuota de libertad invulnerable que es, mande lo que mande tu cabeza, sentir la tensión de tus miembros bullir libre, gritar en su contracción invisible aquello que tu voz acaso no puede. Preguntaos que ha cambiado en vosotros desde que entrasteis hace una hora –susurra la voz, ya al final. Y casi cuesta hacerse cargo de esa responsabilidad, contar tus tropas, recuperar el mando.
15 junio 2010
flora bacteriana de los ojos
Tomado de un artículo en The New York Times, vía El País 4.6.09, acerca de una guía de Winifred Gallagher sobre la ciencia de la concentración –Cuando uno está atrapado en un ruidoso vagón de metro o en un taxi con tv uno tiene que construirse su propio “escudo antiestímulos”. “La multiplicidad de tareas es un mito. No es posible hacer dos cosas al mismo tiempo. El mecanismo por el que funciona la atención es la selección: o una cosa o la otra”. Señala que se calcula que el cerebro humano medio puede procesar 173.000 millones de unidades de información en el transcurso de una vida. “La gente no entiende que la atención es un recurso limitado, como el dinero”, dice. “¿Quiere usted invertir su dinero cognitivo en interminables recorridos por Twitter o Internet, o en apalancarse delante del tv?.
13 junio 2010
esa otra cosa núclear
Leído a Lee Raine, jefe del proyecto sobre Internet del Pew Center, acerca del hecho de que las redes sociales alienten a poner tu vida al alcance de todos, para siempre: Los más jóvenes de mi oficina dicen que, como todos cometemos errores, seremos más perdonadores, que habrá una humillación mutua asegurada, como la destrucción mutua asegurada de la guerra fría.
11 junio 2010
Programa de puntos
Se lee hoy en The New York Times, vía El País, del Charrán ártico que en sus 30 años de vida puede llegar a recorrer hasta 2.4 millones de kilómetros, a razón de 40.000 por viaje migratorio desde Groenlandia al Océano Glacial Antártico, y vuelta. Uno calculó en su día qué distancia habré corrido/nadado/recorrido en bicicleta/jugado al baloncesto al final de mi vida con las medias actuales, y digamos que para alcanzarla en el momento de caer exhausto, sólo necesitaré una alineación de nuestros respectivos perigeos –ella más o menos quieta en el espacio, a 352.000 kms. de distancia de la tierra, y yo más o menos muerto en el momento de alcanzarla. Es extraño pensar que en ese momento, lo último que acertaría a ver es, acaso, un pájaro blanco posarse junto a mi y despegar de nuevo en dirección a la tierra, pensando que aún le quedan seis viajes como ese para poder quedarse quieto con la espontaneidad del tipo que acaba de desplomarse junto a él.
10 junio 2010
La canción del otoño
Coctelera tambaleante de, por ejemplo, Vic Chesnutt, Damien Rice y Tom Waits, Micah P. Hinson canta de lado a veces, no mirando al público sino a alguien que estuviera en uno de los laterales del escenario, oculto, guiando no se sabe qué. Sus solos de guitarra miran frecuentemente al fondo del escenario del teatro Lara, y poco le importa que se note que mientras canta aprovecha para limpiar el suelo o modificar continuamente los ajustes de la guitarra eléctrica, como si interpretar música se acogiera a ese privilegio del escucharla: que siempre puede hacerse mientras hacemos otra cosa. Pasea por el escenario antes de que empiece el concierto buscando algo, viva imagen de amy winehouse, frágil, a punto de desplomarse. Y cuando se va a buscarla fuera del escenario, no aparece hasta media hora después de la hora anunciada. El curso de sus pies y el de su lengua durante los parlamentos hace pensar en dos personas distintas. No oculta el bolso pequeño con el que ha aparecido, como si hubiera entrado en el teatro al mismo tiempo que nosotros, con la misma información sobre enchufes, acústica, espacio disponible. Es un concierto de presentación de su nuevo disco y el making of del mismo. No para de repetir cuán milagroso le parece que estemos ahí, escuchándole, lleno el teatro. Y lo obvio y lo improbable son también parte del tic de la simultaneidad.
09 junio 2010
Apunte

Puesto un espejo delante de la máxima “un hombre, un voto”, refleja también que lo que se votan son mayormente rostros y no ideas. Sólo así se explica el continuado apoyo a según qué ralea de dirigentes aquí y allá. Desde fuera del espejo, desde donde usted y yo contemplamos la política, se entiende porque, de tener que apoyar ideas, qué rostro se atrevería entonces a pedir el voto. Peor lo tienen, aún así, dentro del espejo, donde, de tanto creer que los programas viven encarnados en sus portavoces, fácilmente llegan a ver aquellos en éstos, la fluidez de una razón en el sudor de quien la defiende. Carga la oposición, en cualquier parte del mundo, contra la muralla del partido que gobierna, pero sólo después de que aquel haya impreso en cada piedra el rostro de su máximo dirigente, y así lo que te sirvió para ganar el castillo te ayuda a perderlo más tarde. Las ideas tienen flancos más sólidos, más quién fabrica arietes contra ellas si puedes embestir contra quien las ha sustituido a ojos del mundo por su magnetismo, su integridad, su compromiso personal.
Publica la fotografía de arriba El País, ayer. El del centro es kim jong-il, rey de corea del norte, rodeado por los que han de ser generales o ministros, entre los que asoman, de azul, acaso secretarios o ayudantes de todos los anteriores. Todos, menos el monarca que se sostiene a sí mismo, sostienen cuadernos de notas y bolígrafos, con lo que la visita a las instalaciones que detrás asoman, suena a clase magistral, donde todo cuanto aprender se pueda ha de venir, por fuerza, de las máximas que vaya desgranando su eminencia. Que un general, un ministro, un ayudante, cualquiera, contemple y corrija el mundo a través de los ojos de una sola persona es sospechosamente poco fiable, incluso antes de leer ni cien palabras sobre el estado social y económico de corea del norte. Pero es engañoso pensar que semejante y pavorosa sumisión necesita de una dictadura para darse. Uno observa estos días –cualquier día, en realidad- las declaraciones de generales y ayudantes de los dos grandes partidos de nuestro país y puede sustituir la figura de kim jong-il por la de cualquier ciudadano llamado a votar en un par de años. Para que dejen de apuntar y luego declamar la sarta ubicua de sandeces, bastaría con dejar de pronunciarlas cada cuatro años, cada vez que nos piden la opinión.
08 junio 2010
Si sangras, ¿no he de herirte?
Sin que sirva de precedente –que quién lo querría-, el chiste de El Roto, hoy en El País, admite una segunda versión a partir de la cita del judío Shylock, que es poner sus frases tal cual las escribió Shakespeare, pero en boca de un palestino. Y como en redacción ya tienen el modelo de carta que envía la embajada de Israel cada vez que alguien les recuerda su cuota reciente de atrocidades, pueden hacer de ella una sección. Y en días alternos, publicar ese otro molde –el de quienes, en una plaza de toros, se ubican del lado de ese otro pueblo afrentado, los toreros.
07 junio 2010
Sólo bajo reserva
Como cualquiera, uno tiene trozos a los que nadie accede. Más raro ha de ser que ni yo pueda acceder a ellos. O que esos trozos no estén dentro de la cabeza, a salvo, sino fuera y sean incluso visitables. Uno de los más obvios es el cuarto contiguo a la habitación en que trabajo, en el que se apilan –lo intuyo en el margen de puerta que puedo abrir- sin gran orden papeles de hace cinco, diez, quince años. Fragmentos de periódico que llevan ahí, soñándose pirámide, desde el día que los aparté para mejor considerarlos cuando tuviera tiempo. También textos que escribí hace un lustro o más. Como la imposibilidad engendra conveniencia, a veces uno da en pensar que en realidad espero adrede, para que la persona que algún día ha de entrar a hojear eso y la que espera dentro sean distintas, de tan separados el tiempo en que guardé y fui a buscar. Hace dos años el disco duro de mi ordenador murió y sólo ayer me entregaron lo que de él han podido exhumar, que es felizmente mucho, si no todo. Eso supone documentos que creí perdidos sin pomo posible. Pero también acelerar esa visita a un área que uno rara vez frecuenta –las tripas de la memoria, residan en discos duros o gelatinosos. Y junto a lo imprescindible –la infancia documentada de mis sobrinos- asoma la cantidad ingente de información que no quiero o no entiendo. Pero que alguien con mi cara y mis dedos puso ahí. Hay dos formas de valorar lo que ya no reconoces como tuyo: una es entender que cambiaste; otra, que si lo que guardaste para mejor aprovecharlo en el futuro no es nada hoy, es quizá porque nada llama al polvo como los tesoros que no tocas. Así, la habitación-trastero hace su parte y lo que guarda, al pasar cada día delante de su puerta sin entrar, se transforma a solas en algo a lo que cada minuto que pasa le intereso menos.
06 junio 2010
Bloqueo del libro de historia
Una década antes de que Leon Uris escribiera por encargo en 1958 la historia de la fundación del estado de Israel a partir de un barco –el éxodo- que afrontó el bloqueo marítimo impuesto por la por entonces administración colonial británica, Dalton Trumbo fue dejado varar por la industria del cine en ese otro bloqueo de la inteligencia que se llamó en Estados Unidos Comité de actividades antiamericanas o Caja de brujas rojas. Otto Preminger juntó ambos rumbos en su adaptación al cine de 1960, paradójicamente para ser paralizados de nuevo, esta vez por un muro que ninguno de ellos podía prever en 1960: la transformación de los agravios de una nación en su política de conflicto permanente durante las siguientes seis décadas. No hace ni dos meses que la televisión rusa emitía Katryn, la película polaca que narra el exterminio de miles de oficiales polacos a manos rusas durante la II guerra mundial. A veces el telediario se explica mejor, más claramente, en la película que viene a continuación.
05 junio 2010
poética-probeta
En torno a la recién anunciada primera célula sintética, esa idea alentadora, transferida desde la ciencia a la literatura, de que ser capaces de recrear la vida empiece en saber escribir un largo texto.
04 junio 2010
Regla de tres
Los cuarenta de ahora son los veinte de ayer –dice en el autobús una chica guapa y alegre que tendrá… unos dos años.
02 junio 2010
Como le decía
Esta mañana en la feria del libro del Retiro, la joven a sueldo de una empresa de técnicas de concentración lectora tiene algunas dificultades de dicción, asi que cuando pregunta si tengo que volver a leer lo mismo varias veces para poder entenderlo, acaba por tener que repetir las preguntas. No sé si ella se da cuenta.
30 mayo 2010
Traducción simultánea
El lenguaje está para decirnos tanto como para simular que vive a nuestras órdenes. Luego hay matices: la gran literatura es susurrada en habitaciones vacías y la política, ladrada. Se lee en El País ayer al presidente de una comunidad autónoma –que, en lo práctico, viene a ser un canal de televisión paralelo al que ya se tiene y que no poco es empleado en vocear ideología- decir recientemente a un miembro de la oposición, acerca de su inminente procesamiento, “usted se ha acogido hoy a la único que les queda: el código penal; yo me acojo a la senyera y a mis conciudadanos”. Reluce así, a la vista de los sondeos que, a mayor y más nítida mancha de corrupción, más extiende, mimética, la mancha de intención de voto, esa otra cualidad del lenguaje, esta vez al alcance, no de quienes hablan sino de quienes al parecer no saben o quieren leer u oír: el lenguaje y su transparente realidad portada es, como ese otro infierno, los otros. “El sentimiento de honor perdido no es un conflicto psicológico, el honor es una forma de lealtad con los demás”. –recuerda hoy a Ferlosio Martín Garzo.
29 mayo 2010
El otro monólogo interior
Una de las definiciones de la decadencia –en Viena a finales del XIX o en nuestros días- ha de ser la conciencia estéril del esfuerzo, la convivencia, pactada dentro de cada uno, del intento y de sus frutos nulos. Sweet Nothings, estos días en los Teatros del Canal, adapta el texto de Arthur Schnitzler -Liebelei- preservando en la adaptación de David Harrower el prestigio de las casacas de los oficiales austríacos de 1890, el barniz de moral burguesa que critica en voz baja lo que ambiciona en alta, el escaso escrúpulo de las clases altas, la inocencia que lleva al precipicio.
Con músculos tan antiguos vuelan las dos horas que dura el montaje de Luc Bondy, a pesar de que tanta energía viene de la pura inmovilidad, de la inutilidad de lo perseverado: El teniente Fritz sabe que va al duelo en vano, que lo que le espera no es una posibilidad sino un destino, también que lo que siente por Christine sólo existe porque se le acaba el tiempo. Mizi sabe que la carroza de Theo tiene, después de medianoche, sabor a calabaza, que ha de seguir recogiendo a sus hermanos, haciendo con ellos los deberes. Christine sabe que Fritz no es para ella, que en eso le toca ser el dado y no el premio, acaso que su destino es, como el de su tía, ajarse junto a la ventana bordando y copiando partituras. Como su padre sabe que esa noche tampoco habrá gran gente en su concierto, y la vecina puritana que hoy tampoco tendrá entradas para asistir a él. En vano sabe Theo que, de poder acompañar a Fritz a casa de sus padres, en el campo, no estudiaría para el examen que se acerca.
A todos les compensa el espejismo respectivo, pero sólo Christine tiene respecto al suyo tanta esperanza como fatalismo, probablemente porque ella, también por juventud, es la única inventada desde fuera, el único personaje que existe sólo gracias a lo que Fritz y la mujer del abrigo de terciopelo negro ocultan y a la que Christine sirve de sombra pirandelliana. Para el resto, la traición a lo que saben es un hábito arraigado, una concesión olvidada de tan ejercida. Cuando uno busca la actualización del texto desde ese 1895 en que fue escrito, les encuentra a todos menos a ella.
Con músculos tan antiguos vuelan las dos horas que dura el montaje de Luc Bondy, a pesar de que tanta energía viene de la pura inmovilidad, de la inutilidad de lo perseverado: El teniente Fritz sabe que va al duelo en vano, que lo que le espera no es una posibilidad sino un destino, también que lo que siente por Christine sólo existe porque se le acaba el tiempo. Mizi sabe que la carroza de Theo tiene, después de medianoche, sabor a calabaza, que ha de seguir recogiendo a sus hermanos, haciendo con ellos los deberes. Christine sabe que Fritz no es para ella, que en eso le toca ser el dado y no el premio, acaso que su destino es, como el de su tía, ajarse junto a la ventana bordando y copiando partituras. Como su padre sabe que esa noche tampoco habrá gran gente en su concierto, y la vecina puritana que hoy tampoco tendrá entradas para asistir a él. En vano sabe Theo que, de poder acompañar a Fritz a casa de sus padres, en el campo, no estudiaría para el examen que se acerca.
A todos les compensa el espejismo respectivo, pero sólo Christine tiene respecto al suyo tanta esperanza como fatalismo, probablemente porque ella, también por juventud, es la única inventada desde fuera, el único personaje que existe sólo gracias a lo que Fritz y la mujer del abrigo de terciopelo negro ocultan y a la que Christine sirve de sombra pirandelliana. Para el resto, la traición a lo que saben es un hábito arraigado, una concesión olvidada de tan ejercida. Cuando uno busca la actualización del texto desde ese 1895 en que fue escrito, les encuentra a todos menos a ella.
28 mayo 2010
Los jueves, cabriola
No es fácil ser presidente de un gobierno mientras el de la oposición lo es de una empresa. (Para apreciar la nula alteración del producto, inviértase el orden de los factores, en las próximas elecciones) Y no porque el segundo tenga su plan de negocio y sus accionistas –que también el primero. Sino porque mientras el partido en el poder tiene que lidiar con esa parte fastidiosa de sus actos que es verlos aplicados, y pagar por ello, el que espera su turno a la sombra puede permitirse el lujo de vivir a base de disociar hecho y consecuencia. No pocos consejos de administración de las respectivas empresas que se reparten el parlamento negaban ayer el apoyo a las medidas de reducción del gasto público, con la tranquilidad que da clamar en el desierto aunque los gritos sirvieran, dado el eco adecuado, para extenderlo. Podría pensarse que la negligencia ubicua con la que el gobierno da puntadas sin hilo ni patrón merece, en plena directriz correctora del mercado global, que también del mercado local le llegue la justa respuesta a sus desvelos. Pero si la metáfora que nombra gobernar como manejo del almacén no basta para alertar del cuidado de incendio que asola Grecia, no debería ser muy difícil pensar en cuánto más útil para todos resulta mantener al gestor, por incompetente que sea, hasta que su despido no afecte al edificio. Pero no. Arde la leña, aunque qué importa si el mono no se mueve mientras apuntas a su cabeza.
26 mayo 2010
Macheek
Criminales que se ganan la vida como actores, espectros para según quién, cuchillos que te clavas a ti mismo. De todo eso hay en Shakespeare aquí y allá. Pero autómatas probablemente sólo Macbeth, que se acuesta y despierta empapado de sangre traída de sus profecías ¿o son sueños? como los de Ayax y Edipo, de Sófocles. La que ha traído Cheek by Jowl este año es la primera, y es, también como si siguiendo órdenes de sus predecesores, magnífica. Lo será hasta el 5 de junio.
25 mayo 2010
a salvo de la deuda y el déficit
África, en la mirada de Jeffrey Gettleman, jefe de la corresponsalía de The New York Times en África Oriental.
http://www.fp-es.org/las-guerras-eternas-de-africa
http://www.fp-es.org/las-guerras-eternas-de-africa
22 mayo 2010
carta del dueño
Hemos de seguir siendo excelentes en lo que somos excelentes, pero dar el salto que nos permita triplicar el volumen de nuestros activos en sólo cinco años. Hemos de hacer cosas distintas y con una actitud distinta. El foco ha de estar en el beneficio al ciudadano, en la sencillez como palanca, en la ambición colectiva y el trabajo en equipo. Hemos de aumentar un 30% la cartera de ciudadanos y que uno de cada tres contrate una idea más. El 80% de la de las comunidades autónomas son susceptibles de fusionarse, lo que podría provocar la insatisfacción y la fuga, lo que es una oportunidad para el país. –calcas el discurso de la convención de directivos del bbva, la semana pasada en Madrid, y te sale el libro de instrucciones para regir un país. Si no lo tuvieran ya, casi darían ganas de entregárselo, a ver.
arte
Ningún mal deseo para la suerte del torero herido, pero cómo la imagen escalofriante del asta saliéndole por la boca recuerda la opinión del toro en el debate sobre el arte y el arraigo cultural de la barbarie que les llena la boca a tantos, como acaso se la cierre para siempre al infeliz. Una sociedad más consecuente con semejante saña haría ahorcar al toro. O fusilarlo. No sería arte, pero se arregla vendiendo entradas para verlo.
20 mayo 2010
tumba, sesión de las 20h
Es como El Escorial, sólo que en vez de para enterrar muertos, para enterrar artistas –oído ayer en, y acerca de, uno de los pasillos de los Teatros del Canal.
19 mayo 2010
Un loco a otro
Debía correr hacia su final la década de los cuarenta del siglo pasado cuando un joven que aspiraba a librarse de la mili tanto como entrar a trabajar en una de las compañías de zarzuela de la capital se encomendó a un amigo para que mediara con Millán Astray, asiduo a revistas, que es decir a sus tiples. Cinco veces al año coincide uno hoy, en ese mismo escenario, con aquel joven que cambiaría su nombre público por el Locomotoro de los Chiripitifláuticos, y cuyas posibilidades de estar ahí ese día, pidiendo el favor de su eminencia, no debían ser muy distintas en tiempo a las de un Miliki. Así, el encuentro de un loco para adultos con el que devendría en otro para niños, roza esa otra astracanada que es imaginar al glorioso mutilado de guerra alentar la carrera de un payaso como ayudaría a camuflar la de otro.
18 mayo 2010
allegro mudo
Escribía hace unas semanas Alex Ross en El País que mejor forma de renovar la pervivencia de la música clásica sería permitirnos aplaudir en cualquier parte del concierto en que nos sintiésemos movidos a ello. A la involucración por el desgarro del respeto, que viene a ser acercarse a su escucha con criterios traídos de formas populares como las que pueda representar un Rufus Wainwright, que quizá para devolver el favor, presentaba hace unos días nuevo disco en el Price y lo hacía pidiendo del público se abstuviera de aplaudir durante la hora que le lleva cantar dicho disco. Al respeto por la suspensión de la involucración.
17 mayo 2010
buenas noches, vigilia
Anoche, a los pocos minutos de empezada “Buenos días, tristeza”, de Preminger, en la Filmoteca, un gigante que, como un oráculo, se había desplomado sobre su butaca empezó a roncar con vigor y ritmo. Y pudo haber sido peor de ser la película lo que el título promete. Cuando no había en la pantalla alguien cantando o riendo, entonces las risas surgían del patio de butacas, como un eco de tan plácido dormir. De cuando en cuando, un hombre sentado justo detrás del durmiente se acercaba y algo le decía que lograba parar el concierto por unos minutos. Pero no menos que las veces que nada conseguía. Hace años, en el cine del cba, un hombre al que recriminaron varias veces su estruendoso comer patatas fritas, respondió finalmente “lo estoy intentando”. Para esa colección, lástima no haber escuchado anoche las respuestas del roncador.
15 mayo 2010
genética clásica
Mi tía Nati -80 años en permanente jubileo-, que indaga en cierta memoria de sus muchos años como maestra de escuela y concreta la célula más pequeña conocida es el espermatozoide.
asi que pasen cien euros
Lo escribía Boyer hace unos días –la creación del euro aseguró la vigencia de la capacidad exportadora de Alemania al impedir al resto de países europeos –véase España, Italia y Grecia- devaluar sus respectivas monedas para reducir, de la única manera que al parecer tienen, el diferencial competitivo. Pero, una vez más, eso sólo habla de la debilidad crónica de las sociedades mediterráneas para superar su olímpico, arraigado y sistemático desprecio a la educación primero y la innovación después. Es un escarnio oír acusar a Merkel de afear la solidaridad europea al verla retrasar cuanto le es posible la aprobación del plan de rescate a Grecia –y quien detrás venga- cuando sus razones –evitar perder la mayoría en el Cámara alta- no son un ápice más locales que las que han llevado al borde del precipicio a quienes lloran como mercados lo que no supieron defender como países. Una moneda común es un instrumento de pago que suprime aranceles entre sus miembros, y un escudo en el que viene grabadas las instrucciones para evitar sangrar. Sobre ese escudo hemos hecho surf, y a qué engañarse, seguiremos haciéndolo así que el paro regrese al 10%. Hasta que el presupuesto importador de China le dé, además de para alquilar continentes enteros, para comprar también lo que Alemania produce. Justo en ese instante, nos quedaremos a solas con nuestra moneda y sociedad común. Y podremos, de nuevo y por fin, desarrollar nuestra vocación sin cortapisas y unificar la devaluación constante de la inteligencia y la de la moneda que la compra.
14 mayo 2010
Curso de magistratura en 7 tardes
El triunfo de los arcabuceros de la derecha y ultraderecha sobre Garzón no está en apartar a quien persigue penalmente no pocas de las causas que ellos querrían preescritas –actuales y pasadas-, sino en poder clamar la gran mentira: que nadie que sea encausado está capacitado para hallar delito en otros. Por eso, a la inversa, Camps es inocente de cualquier causa contra él –porque, sin condena sobre él a día de hoy, es imposible que la haya cometido. No improbable, imposible.
12 mayo 2010
Haarlem, y 5
540.000 bicicletas sólo en Amsterdam. 130.000 firmas a favor de una eutanasia sin enfermedad terminal obligatoria a partir de los 70 años. Abruma pensar que una cuarta parte de quienes uno ve diariamente en todas parte sea al mismo tiempo la marea orgánica que se desplaza y la que, con similar discreción, puja por poder pararse cuando lo desee. Como si la libertad que tan literalmente proporciona moverse merced a la propias energías alentara esa lucidez, impensable en latitudes mediterráneas paleocristianas, donde la vida, como la gasolina que la permite, tiene sus precios y quien los pone.
11 mayo 2010
10 mayo 2010
haarlem, 3
El barrio rojo se ve al mismo tiempo como una reliquia de la ética y un boceto cultural, apenas esbozado. Algo convenientemente agrupado, y por lo tanto aislado, que representa la mirada hipócrita sobre una actividad que es lícito comprar pero no vender, y también, con suerte, el primer eslabón de su normalización basada en algo que fácilmente es más honesto y socialmente inocuo que docenas de actividades criminales o directamente fomentadoras de idiotez que exhiben sus frutos sin farolillos rojos que los identifiquen. Hasta ese día mejor nombre es “barro rojo”.
09 mayo 2010
Haarlem, 2
Parte asombrosa de la belleza de Ámsterdam está en la frecuencia en que lo es en una misma dirección, quiero decir en la armonía con la que se suceden las calles y lo que en ellas, como si sus comercios llevaran abiertos el mismo tiempo exacto, o si en su urbanismo no se sucedieran las capas inevitables sino los días idénticos de un mismo gusto. En aplicación transparente de ese principio de simetría imposible, cierra los aeropuertos la nube de ceniza islandesa y el Rijksmuseum, cerrado desde 2003, muestra entre su exposición permanente en el aeropuerto de Schipol uno de esos cuadros de Caspar David Friedrich hecho de nubes sombrías.
Haarlem, 1
Haarlem está en Holanda como podría estar en Marte. Quizá porque las bicicletas en que se mueven no les dan para llevar consigo hábitos que en españa a veces cargan hasta los niños, uno se halla aquí en esa extrañeza de la educación que es sentirse respetado en el derecho a un cierto civismo sin necesidad de pedirlo, y muy probablemente, de tener que hacerlo, sin tener que afrontar entonces la cara de ofensa dibujada en aquel a quien lo pides. En ello Manolo, tras cuatro años aquí, ha dejado de parecer español. Y Stephanié, tras ocho en españa, vuelve a parecer francesa.
06 mayo 2010
una razón por la mañana, otra de tarde
“Ahora con La Razón puedes volver a disfrutar de las mejores películas de la comedia española, gratis. Para divertirte en familia con nuestro mejor cine”. El diablo no carga menos unas armas que otras y el sentido de la oportunidad en periodismo es una de ellas. Así, la misma semana que El País comienza a distribuir una colección en la que de momento asoman Platón, Darwin, Rousseau, Aristóteles, Hume o Freud, La Razón anuncia El mejor cine de comedia, que es decir Lina Morgan en película de Juan de Ortuña, Landa, López Vázquez y Gracita Morales en sendas de Mariano Ozores, y Concha Velasco y Tony Leblanc en una de Rafael J. Salvia, entre otras de semejante ralea. También, raramente Bienvenido, Berlanga, sin que se entienda. Primero lo obvio: a uno le daría vergüenza, de tenerla lo suficientemente blindada para leer La Razón, ver asomar lo que la dirección del periódico juzga, a la luz del ejemplo, el mejor cine de comedia, su idea de diversión en familia y, ya puestos, incluso su concepto del disfrute. Y ahora lo valioso: como lector de un diario que escoge ofertar manuales de uso de la inteligencia, uno no necesita sentirse atraído por la posibilidad de leerlos para sentirse respetado, juzgado que lo que me lleva a adquirir el diario ha de ser proporcional –bueno o malo- a lo que el resto de decisiones cuentan de mi en otras áreas. Animar un ocio rancio o idiotizado no tiene porqué ser incompatible con formarse una sólida idea sobre política internacional o economía, pero suena raro tratar de tonta a la misma persona por la mañana y de lúcida por la tarde. Más probable es acostumbrarse ambos –el que escribe y el que lee- al lado más sencillo. Ese es el coleccionable que realmente se retractila en porciones diarias.
05 mayo 2010
mientas tanto
Un amigo chelista necesita en su currículum conciertos que no ha dado, lo que conecta con quienes, quizá en las mismas fechas, oyeron lo que hoy no recuerdan o asistieron a razones que ya no reconocen. Hacerlo en público es apostar a la baja: uno se duerme en mitad de una sinfonía o un cuadro y al salir no habla de lo mucho que le han gustado los fragmentos en que ha estado, y quién pronuncia “aquí seguimos” cuando fuera han encargado “te quiero”. Pero si, de tan ubicua, importa poco la farsa, al menos sí sus causas, y no ha de ser igual mentir para tocar el chelo en mejor sitio que inventar que estás de acuerdo con un programa político cuando lo que vienes de leer es el telediario, o simular que con las letras, sumadas, de “alimentar”, “vestir”, “dormir” y “transportar” sale sin problemas “educar”. En El balcón, de Genet, tres infelices enfebrecidos al atisbar el poder que les otorgan sus disfraces, son sacados del burdel en que la guerra les ha confinado, investidos de los mismos papeles que pagaban en sus ficciones sexuales: un obispo, un juez, un generalísimo. La metáfora es pura historia del hombre: sociedades, países, siglos, que son una visión, una pequeña mentira, geográfica, ideológicamente acotada, cuyo valor real no aterra hasta que miras el currículum.
03 mayo 2010
ser un domingo
Pondera Luis Suñen en El País del sábado la aportación de Stephen Sondheim al teatro musical, y a ese escenario trae, como explicación de su grandeza, ejemplos de canciones perfectas a la altura de su Send in the Clowns, entre las cuales Like dylan in The Movies, de Belle and Sebastian. Sólo que la primera cuenta con una ventaja que la segunda no tiene forma de tener –lo que la historia en que está inserta (A little night music) añade al cuento triste de quien, desdeñado amar durante demasiado tiempo, trata en vano de recuperar a la mujer con la que ha pasado, y no, su vida. Toda canción es una pequeña representación en versión de concierto, y extraerla del teatro arranca con ella la obra entera. En The BBC Sessions, previo a Like dylan in The Movies uno halla The state I am in. Es un intento.
02 mayo 2010
ser un sábado
Un día, hace ya años, el presidente de la agencia en que uno trabajaba envió a todos los empleados un poema que se decía de Borges, es ese que dice “si volviera a vivir” que consiste en un lamento multiforme por lo que no se hizo. Uno leía al argentino esos días y recuerdo haber pensado que no era justo que ese poema fuera suyo, que no pudo construirse en esa mezcla de escritor/escrito –“Es al otro Borges que le suceden las cosas, yo sólo las escribo”- sin un empeño constante, perseveradamente renovado por serlo, que es decir por no ser todo aquello que el poema llora. Por su tono, habla el apócrifo, no de aquello que te perdiste, sino de lo que te robaron. Y tan humano como sea refugiarse en ello, se antoja inconcebible que la mano izquierda de alguien que fabuló sobre espejos toda su vida, consintiera que su derecha lo escribiera. Si volviera a querer escribir esto -hay que empezar así la propia biografía, para avisarla.
01 mayo 2010
ser un viernes
Un amigo describe la diferencia entre residir cuatro años en Senegal como cooperante y hacerlo, en el ciclo actual, apenas tres meses en términos de salvaguarda emocional –más acentuada, o más consciente entonces; menos precavida hoy. Como todo lo que nos compone, la involucración es también una sombra que emplea al sol para desplazarse, pero uno sospecha que, preguntados aquellos cooperados y éstos, sólo advertirían como distingo la continuidad, la costumbre o no de saber ahí una cara distinta testigo de sus vidas. Que lo que das de menos pueda ser tan invisible a ojos de quienes carecen de tanto que, acaso, pudieran sólo querer de los espejos que sigan ahí, sin huir, mientras se miran en ellos y les hablan.
30 abril 2010
ser un jueves
En septiembre de 2008 un banco norteamericano anunció la compra por 31.000 millones de euros de uno de los grandes bancos de inversión, en los días posteriores a la quiebra de Lehman Brothers. 30.000 personas perdieron su empleo ese día al anunciarse la fusión. Es el mismo banco que estos días, por segundo año consecutivo, permite, patrocinándola, la gira de cierta compañía teatral que trae dos obras de Shakespeare –Como gustéis y La tempestad- que tratan, entre máscara y hechizo, del exilio, del destierro de una mitad familiar a causa de la otra mitad. Verosímilmente, pues mientras en un escenario, la economía alienta el teatro, en otros, como se lee estos días, el teatro hace la economía.
29 abril 2010
ser un miércoles
En Adoration, de Atom Egoyan, un adolescente que perdió a sus padres en un accidente que sólo sirvió para dejarle inmerso en otro, hecho de la colisión permanente de abuelo y tío, inventa una historia en que su padre envía a su madre a morir inmolada en una acción terrorista. Cuando su ficción va demasiado lejos, insiste en ella. Hasta que las consecuencias de ese drama, su debate externo, se van consolidando, independientes del acto, real o no, que las llamara. Como si todo lo que necesitara la invención para validarse como problema fuera pasar en escena el tiempo necesario. Los periódicos lo cuentan cada día.
28 abril 2010
ser un martes
Parte importante de la deuda pública griega está en manos de bancos alemanes, a punto, estos días, de comprometer prestamos –vía gobierno alemán- que el gobierno griego empleará, precisamente, en hacer frente a los pagos de su deuda pública que vencen en unos días. Prestar para que ese mismo dinero se te devuelva horas más tarde, no con timbre de mayo de este año, sino de mayo de –pongamos- 2000 sugiere esa otra paradoja que une los intestinos griegos con el apetito de un águila que cuenta la historia del titán Prometeo, cuyos intestinos eran devorados de día por un águila, y que crecían de noche sólo para poder ser ofrendados de nuevo. Si quieres intestinos nuevos, has de llamar al águila. Por raro que sea, en sus garras está tanto tu muerte como tu resurrección.
27 abril 2010
Ser un lunes
En la oposición de los hombres frente a los cargos públicos hay una absoluta oposición entre el querer y el deber. El que quiere un puesto es que no debe ocuparlo. El que lo ocupa y lo quiere conservar es que se debe ir (las dictaduras, por ejemplo). El que quiere irse, debe quedarse. Por la magnitud del deseo de irse se mide la necesidad de quedarse. -Gregorio Marañón, Cuadernos inéditos.
22 abril 2010
samuel, el ubicuo
Acerca de Fin de partida, de Beckett, estos días en La Abadía, Hamm es la Winnie de Días felices y el Pozzo de Esperando a Godot (así como Clov es, fácil y respectivamente, aquel Willie y también Lucky). Todos viven en el mismo día interminable, sin esperanza o algo que ganar o perder. Aunque, ciego y en silla de ruedas, este Hamm les contenga especialmente a todos y esa destilación alcance, por si no fuera obvio, a sus padres –Nagg y Nell-, privados también de piernas y en una jaula, a la espera de poder explicar a su hijo para qué demonios le engendraron.
21 abril 2010
el libro envejecido
Lectura de El mundo en la agonía, ampliado por Delibes a partir del discurso de ingreso en la Academia en 1975. De cómo el envejecimiento de la profecía es sólo su reencarnación en otras más mortíferas e inmunes a libros, discursos, conferencias, cumbres.
07 abril 2010
Detrás de cada nombre vendrá el Campo
Es uno de esos días como prunos,
con un lado amanecido en primavera
y otro lanzado hacia delante,
mezcladas sus horas rosas con las oscurecidas.
En la llegada de abril están ya los inviernos
en el río de pétalos, que al más mínimo viento,
baja a hacer por el suelo lo que la vida cosecha por el aire.
Pero acaso el olor que embriaga es el de oscurecerse
y a la tristeza se llega emborrachado
de un color que sólo fugazmente soportamos,
de tan puro.
Atardecen las hojas mientras aclara el cielo,
mezcladas las lecciones del día y de la sombra:
que no es más resistente la vida al coagularse,
y pudiera por el gusano saber la flor logrado el fruto.
El pelo que fue oscuro será claro
y antes de morir florecerá tu día
como antes de vivirlo esta hoja oscura.
con un lado amanecido en primavera
y otro lanzado hacia delante,
mezcladas sus horas rosas con las oscurecidas.
En la llegada de abril están ya los inviernos
en el río de pétalos, que al más mínimo viento,
baja a hacer por el suelo lo que la vida cosecha por el aire.
Pero acaso el olor que embriaga es el de oscurecerse
y a la tristeza se llega emborrachado
de un color que sólo fugazmente soportamos,
de tan puro.
Atardecen las hojas mientras aclara el cielo,
mezcladas las lecciones del día y de la sombra:
que no es más resistente la vida al coagularse,
y pudiera por el gusano saber la flor logrado el fruto.
El pelo que fue oscuro será claro
y antes de morir florecerá tu día
como antes de vivirlo esta hoja oscura.
27 marzo 2010
http://www.circulobellasartes.com/ag_cine.php
en tiempos de confusión entre cine y videojuego, un ciclo sobre los pasillos que comunican la literatura y el cine.
23 marzo 2010
música emancipada
Como no vale necesariamente un soldado lo que las órdenes que le llegan, la música compuesta para cine experimenta una lenta pero constante pervivencia emancipada en teatros o salas de concierto, más valiosamente fuera de las películas para cuya férrea piel fue concebida. Un triunfo extraño, dado que lo es de un elemento cuya premisa es fundirse en otros, ese pasar desapercibida que es no exigir para sí una atención que perjudique la narración prioritaria. Y sin fugas de contenido, pues la música que fue creada para acompañar imágenes, dado cierto nivel de difusión, las incorpora en sus notas cada vez que ésta es reproducida. Los viajes de Sullivan, de Preston Sturges, narró como fábula el poder del cine como barrera entre uno y el padecimiento, y no ha de ser ajeno a ello que el tono con que se acoge la música de cine sea, en un concierto, de pura celebración, también porque, a diferencia de una sinfonía o una pieza de cámara, la historia que transmite es completa, cerrada sin posibilidad de intervenir en ella. Obviamente transparente sólo si se viene de escucharla antes en cine, su narrativa es lineal, parte de un sitio y llega a otro puntual, estrictamente sabido. Parte no escasa de ese placer consiste en esa rareza de la música orquestal que es la decodificación automática de la secuencia musical, su traslación a imágenes sin pérdida de señal posible. Y que la hermana con el nacimiento del teatro en Grecia, hace más dos mil años, cuando Ayax o Edipo salían a escena a contar su parte, el coro otra distinta, la música la suya.
18 marzo 2010
Por un lado el títere, por otro la cabeza
En el fondo, a aznar le viene bien que al apuntar a Rajoy se diga que es sólo una mala versión de lo que él dejó. Eso le convierte en lo que cualquiera con aspiraciones querría ser –una idea. Claro que para eso hay que callarse después, que no se note que, paralelo al proceso de reencarnación, uno no renuncia a ser lo que todos, un infeliz que cuanto más eleva el dedo para que le escuchen, más se equivoca.
15 marzo 2010
el habla a cuatro patas
Un boxer camina unos metros por delante y cada poco vuelve la cabeza para mirarme, para darme la oportunidad de decirle o acariciarle, como si percibiera lo mucho que querría hacerlo. Al menos dos amigos, para nombrar las escasas ganas de salir de casa y ver a gente, recientemente llamaban a eso “estar perruno o perro”. Qué inmerecidos símiles saca uno a pasear si se descuida.
08 marzo 2010
ida y vuelta
Pongamos que uno no puede entrar ya en según qué sitios porque le duele la felicidad que allí dejó. Ahora pongamos que a más gente le pasa, que por lo tanto uno entra en sitios donde otros no pueden ya, de la misma forma que otros lo hacen donde yo ya no. ¿Qué cuenta esto? Si las paredes hablaran, siempre sería a otro que no está. Quizá por eso la gente habla tan alto en todas partes. Para acostumbrase a llevar siempre las conversaciones de otro en el oído. O para hablar más alto que las paredes. Qué gran bar saldría de reciclar el muro de las lamentaciones.
25 febrero 2010
donde te dicen lo que cuesta
Trae El País noticia de la súbita muerte de Luza Peña, novelista y dramaturga colombiana, a quien uno tratara en el Teatro de la Abadía, hace unos años. Con las entradas que ella expendía adquiría uno una conciencia exigente de lo que iba a ver después, aún sin saber qué fuera lo que habías adquirido. Ningún trabajo obliga a renunciar al propio carácter, pero sí a atemperarlo, a encajarlo entre los moldes concretos que te toca. Como hace años, la taquilla del teatro es estrecha y ella lo llenaba con su vehemencia que tanto podía ser transparente desdén o reproche que no ocultaba su escasa disponibilidad de paciencia ese día. Imponía comprarle una entrada porque no parecía disimular que, a cambio, ella vendía algo que no debía ser menos preciado en su interior que lo que las dos salas de La Abadía acogían a cada momento. La obra empezaba en ella, en esa incomodidad o aspereza vital que no consideraba oportuno esconder como no pocas veces considera el dolor que sus motivos lo merecen. Un día se fue para poder, a fuerza de responderles, crear a esos otros espectadores –los que salían de dentro, hacia sus novelas y sus obras. Estos días acoge La Abadía un texto magnífico de Eduardo de Filippo sobre el poder del teatro de sobreponer su verdad fingida a la sospecha, al rechazo real. De La Abadía emana ese poder en sesiones diarias y en ese aura habita, como en este Filippo fugaz, ese privilegio de los centros de sabiduría –donde lo que no es suave ni amable ni complaciente ni seguro lo es en la sospecha de algo que se nos escapa, de algo que viene de un lugar donde se sabe más de lo que uno puede entender. Es ese aprendizaje, esa memoria la que venía y viene con las entradas que uno compra, ayer a Luza Peña, hoy a la espléndida Teresa Medina.
21 enero 2010
Contraté a un espejo a sueldo
En apenas dos días -12 y 13.1- publica El País el intento enésimo de Berlusconi –acusado ya de soborno a un abogado (ya condenado) para testificar a su favor y de fraude fiscal en la compraventa de derechos de televisión- por obtener del parlamento una ley que recorta la duración de los procesos –que seis años después de ocurrir libraría al acusado de todo cargo, de no haberse llegado a un dictamen- y, anexa, la propuesta de reimplantar la inmunidad parlamentaria, abolida a principios de los noventa.
Justo debajo –sí, se puede- se trata la reciente resolución judicial que desestima los cargos de enriquecimiento ilícito presentados en Argentina contra el matrimonio Kirchner y que alienta así la sospecha –compartida por muchos, escribe Andrés Oppenheimer- de que los cargos de corrupción fueron impulsados por los propios Kirchner para aprovechar su influencia política mientras están en el poder para ser sobreseídos, y lograr que las denuncias pasen a ser cosa juzgada.
No muy lejos, el veredicto de la Comisión Internacional contra la impunidad en Guatemala concluye que el abogado Rodrigo Rosemberg ordenó, emboscado, su propio asesinato, en holocausto para, imputando falsamente por ello al presidente Guatemalteco –Alvaro Colom-, hacer pagar en causa falsa un crimen anterior –el asesinato de allegados suyos que creía obedecía a órdenes, éstas sí, de Colom.
Un continente a la derecha, una Comisión de expertos independientes anuncia que el asesinato en 1994 del presidente ruandés –Juvenal Habyarimana- fue llevada a cabo por sus propios hombres, militares hutus como él, descontentos con el proceso de paz que aquel llevaba a cabo con la guerrilla tutsi, que hubiera supuesto la constitución de un Gobierno de unidad nacional y la incorporación del Tutsi Frente Patriótico de Ruanda (RPF) al ejército. En apenas 100 días morirían asesinados unos 800.000 tutsis y hutus moderados.
Justo debajo –sí, se puede- se trata la reciente resolución judicial que desestima los cargos de enriquecimiento ilícito presentados en Argentina contra el matrimonio Kirchner y que alienta así la sospecha –compartida por muchos, escribe Andrés Oppenheimer- de que los cargos de corrupción fueron impulsados por los propios Kirchner para aprovechar su influencia política mientras están en el poder para ser sobreseídos, y lograr que las denuncias pasen a ser cosa juzgada.
No muy lejos, el veredicto de la Comisión Internacional contra la impunidad en Guatemala concluye que el abogado Rodrigo Rosemberg ordenó, emboscado, su propio asesinato, en holocausto para, imputando falsamente por ello al presidente Guatemalteco –Alvaro Colom-, hacer pagar en causa falsa un crimen anterior –el asesinato de allegados suyos que creía obedecía a órdenes, éstas sí, de Colom.
Un continente a la derecha, una Comisión de expertos independientes anuncia que el asesinato en 1994 del presidente ruandés –Juvenal Habyarimana- fue llevada a cabo por sus propios hombres, militares hutus como él, descontentos con el proceso de paz que aquel llevaba a cabo con la guerrilla tutsi, que hubiera supuesto la constitución de un Gobierno de unidad nacional y la incorporación del Tutsi Frente Patriótico de Ruanda (RPF) al ejército. En apenas 100 días morirían asesinados unos 800.000 tutsis y hutus moderados.
Si esto es una película
En la estela del Holandés errante, estos días en el Teatro Real, regresa del mar del tiempo detenido Claude Lanzmann. Como aquel, siete? años después de la última vez, en el Instituto Francés. 7 años más lejano todo, más indiferente a la reescritura de lo humano que cuentan sus documentales –todos sobre el holocausto judío a manos del nazismo. Contra la anestesia, autopsia. Contra el sueño inducido de lo irrelevante y lo fugaz, tres, cinco, nueve horas de narración de lo imposible, de lo inimaginable. La historia del cine comienza con la primera proyección pública de los Lumiere el 28 de diciembre de 1895. Lo que albergaba ese útero era la salida de obreros, una fábrica, la demolición de un muro, la llegada de un tren. A la manera en que la alemania nazi reinventó lo humano en el molde exacto en que Caín –el nombre importa poco- le diera forma, la fábrica, los muros, los trenes están en la obra de Lanzmann con las facciones exactas en que los hijos recrean a los padres. El fracaso precede al logro, y si no es para esto que nuestra mente se adueñó del mundo, al menos es para esto que los Lumiere lograron el cine.
CBA. 21.1-2.2
CBA. 21.1-2.2
13 enero 2010
Tiembla
Se lee a estas horas en elpais.com a Iban Campo que “las consecuencias del terremoto han sido tales que han convertido a Haití en "un país que hay que hacer entero". "Hará falta comida, agua, medicamentos, casas de campaña... Lo básico para atender en primera instancia a las personas afectadas. Luego harán falta muchas dosis de paciencia, de espíritu de superación, de ética de empresarios y autoridades y confianza en que la desigualdad social será cosa del pasado y se superará la pobreza en la que llevan sus ciudadanos más de un siglo". Sabemos así que lo que obtendrá Haiti del mundo, una vez que las tiendas de campaña, los alimentos y medicinas enviadas de urgencia hayan de ser sustituidas por la “ética de empresarios y autoridades”, es justo lo que ya tenían, la espera de algo que sólo puede ser peor, trágicamente peor.
11 enero 2010
Horas de sueño
/Mi noche con Maud
En Rohmer está lo que deberías hacer y luego lo que haces, y frecuentemente mientras optas por una u otra opción no dejas de pensar, y hablar, de la segunda. Y aunque no haya forma de saberlo en ese momento, lo cuenta ya ese principio de la película en que Jean-Louis/Jean-Louis Trintignant y Francoise/Marie-Christine Barrault se encuentran en una iglesia, durante la misa, y allí sus miradas se buscan con una gravedad que las presuponiera delictivas.
Concebido como el tercero de sus cuentos morales, pero rodado en cuarto lugar, Mi noche con Maud mantiene las constantes vitales de los tres episodios previos, y termina de confirmar una sospechada ya: que el protagonista cuya voz es, al tiempo, la del narrador, se miente a sí mismo tanto como a los demás.
Hay algo de esa mentira también en la forma en que Jean-Louis –católico circunspecto, grave, algo misántropo- sale de misa y persigue en coche a Francoise por las calles estrechas de la ciudad de Clermont, maravillosamente fotografiada por Néstor Almendros.
Esa obsesión, hija directa de una claridad emocional que nadie tiene aquí, va a ir modificando al personaje hasta hacer de él una conciencia igual de sinuosa que las calles que persigue, acelerado, al principio.
Rohmer escribe a sus personajes como salidos de uno de esos libros que tanto aparecen –en las estanterías de una librería o como trasunto de la conversación- y quizá es para poder desleerles, desescribirles en el momento de mostrarles como seres tan distintos de lo que dicen ser.
Y aunque la película es, enteramente, propiedad de la enigmática Maud/Francoise Fabian, hay un personaje –Vidal/Antoine Vitez- que sirve de nexo al pragmático Jean-Louis en el camino que va de su vida alejada, milimétricamente controlada, de la catársis que será su noche con Maud.
La moral que ordena privarse de cosas, la que responde “relativiza todo”. Vidal es, así, tanto lo que Jean-Louis es como lo que será, pues, como él, ama a Maud pero la comparte, y cuantos más principios filosóficos guarda dentro, más posibilidaes de traicionarlos se le abrirán.
En ese juego en que se apuesta ya antes de sentarse a la mesa –a la cama, literalmente- Rohmer no perdona incluso a la purísima, angelical Francoise, cuya virtud impepinable –amar a una sola persona, o comprometerse con una sola- lleva encima la mancha, en su recién relación con un hombre casado, de haber querido fuera lo que dentro no.
El prodigio aquí es que Jean-Louis –que se dice enamorado de Maud y de Francoise, y nunca, aunque sólo un plano separe besarlas a ambas, parece falso en una de las dos- no va a dejar de ser ese tipo grave, extrañamente moral pese a todo, que pide agua mineral en un bar y dice no hallar razones para hablar con alguien sólo porque trabaja a su lado ocho horas diarias.
Cierto que esa raigambre ética fracasa en la práctica lo mismo que se agota en las conversaciones sobre el cristianismo talibán de Pascal y las disertaciones abstrusas sobre posibilidad matemática.
Discursivo, a veces con la apariencia de un tratado de la renuncia que no termina de serlo de lo bien que está engarzada en un orden interior, en un orden sabido de lo que uno es y no es, el logro de esta noche es esa cama que Maud tiene en el salón, para poder tenerlo todo: el sueño y a quien sueña.
Es esa rara plenitud, justicia acaso, la que permea este camino que va de lo que no tomas porque no debes a lo que tanto no debes que acaso no quieres. Pero es igual de borroso tomar que renunciar, no hay tratado de la fidelidad que tenga las páginas contadas, y nadie tiene aquí sus días seguros.
Ni siquiera Maud, la más libre, la más vitalmente aferrada a perseguir lo que quiere en cada momento, pues Rohmer la condena a vagar sin obtenerlo, y que en la escena final tanto podría parecerse a esa seguridad que reserva, como recompensando, a Jean-Louis y Francoise.
Jean-Louis es el narrador y para él, creer es el eje de todo. La noche que pasa con Maud –maravillosa, elegantesima muestra de lo que se puede conseguir y perder en un segundo- es acaso la escena de amor más breve jamás filmada.
En Rohmer está lo que deberías hacer y luego lo que haces, y frecuentemente mientras optas por una u otra opción no dejas de pensar, y hablar, de la segunda. Y aunque no haya forma de saberlo en ese momento, lo cuenta ya ese principio de la película en que Jean-Louis/Jean-Louis Trintignant y Francoise/Marie-Christine Barrault se encuentran en una iglesia, durante la misa, y allí sus miradas se buscan con una gravedad que las presuponiera delictivas.
Concebido como el tercero de sus cuentos morales, pero rodado en cuarto lugar, Mi noche con Maud mantiene las constantes vitales de los tres episodios previos, y termina de confirmar una sospechada ya: que el protagonista cuya voz es, al tiempo, la del narrador, se miente a sí mismo tanto como a los demás.
Hay algo de esa mentira también en la forma en que Jean-Louis –católico circunspecto, grave, algo misántropo- sale de misa y persigue en coche a Francoise por las calles estrechas de la ciudad de Clermont, maravillosamente fotografiada por Néstor Almendros.
Esa obsesión, hija directa de una claridad emocional que nadie tiene aquí, va a ir modificando al personaje hasta hacer de él una conciencia igual de sinuosa que las calles que persigue, acelerado, al principio.
Rohmer escribe a sus personajes como salidos de uno de esos libros que tanto aparecen –en las estanterías de una librería o como trasunto de la conversación- y quizá es para poder desleerles, desescribirles en el momento de mostrarles como seres tan distintos de lo que dicen ser.
Y aunque la película es, enteramente, propiedad de la enigmática Maud/Francoise Fabian, hay un personaje –Vidal/Antoine Vitez- que sirve de nexo al pragmático Jean-Louis en el camino que va de su vida alejada, milimétricamente controlada, de la catársis que será su noche con Maud.
La moral que ordena privarse de cosas, la que responde “relativiza todo”. Vidal es, así, tanto lo que Jean-Louis es como lo que será, pues, como él, ama a Maud pero la comparte, y cuantos más principios filosóficos guarda dentro, más posibilidaes de traicionarlos se le abrirán.
En ese juego en que se apuesta ya antes de sentarse a la mesa –a la cama, literalmente- Rohmer no perdona incluso a la purísima, angelical Francoise, cuya virtud impepinable –amar a una sola persona, o comprometerse con una sola- lleva encima la mancha, en su recién relación con un hombre casado, de haber querido fuera lo que dentro no.
El prodigio aquí es que Jean-Louis –que se dice enamorado de Maud y de Francoise, y nunca, aunque sólo un plano separe besarlas a ambas, parece falso en una de las dos- no va a dejar de ser ese tipo grave, extrañamente moral pese a todo, que pide agua mineral en un bar y dice no hallar razones para hablar con alguien sólo porque trabaja a su lado ocho horas diarias.
Cierto que esa raigambre ética fracasa en la práctica lo mismo que se agota en las conversaciones sobre el cristianismo talibán de Pascal y las disertaciones abstrusas sobre posibilidad matemática.
Discursivo, a veces con la apariencia de un tratado de la renuncia que no termina de serlo de lo bien que está engarzada en un orden interior, en un orden sabido de lo que uno es y no es, el logro de esta noche es esa cama que Maud tiene en el salón, para poder tenerlo todo: el sueño y a quien sueña.
Es esa rara plenitud, justicia acaso, la que permea este camino que va de lo que no tomas porque no debes a lo que tanto no debes que acaso no quieres. Pero es igual de borroso tomar que renunciar, no hay tratado de la fidelidad que tenga las páginas contadas, y nadie tiene aquí sus días seguros.
Ni siquiera Maud, la más libre, la más vitalmente aferrada a perseguir lo que quiere en cada momento, pues Rohmer la condena a vagar sin obtenerlo, y que en la escena final tanto podría parecerse a esa seguridad que reserva, como recompensando, a Jean-Louis y Francoise.
Jean-Louis es el narrador y para él, creer es el eje de todo. La noche que pasa con Maud –maravillosa, elegantesima muestra de lo que se puede conseguir y perder en un segundo- es acaso la escena de amor más breve jamás filmada.
mira, muñeca
Con la nieve cae un silencio sobre las cosas que, como otro manto no menos blanco, las iguala. Uno se halla en la calle a primera hora y lo que escucha, siendo lunes, es el sonido de un día de agosto –hecho de horas solas, sin usar-, uno de esos días en que nadie parece venir a hacerse cargo de darle al día la conversación que en una ciudad las calles piden. Los pájaros hacen oír la suya con la misma sensación de extrañeza con que sentimos son los oídos y no la imaginación los que nos escuchan andar con pasos lentos, calculados, tratando de poner en cada huella el opuesto exacto a la ligereza con que uno camina no pocas veces esta ciudad como si tratara de salir de ella tras cada esquina. También en el uso más frecuentado de las cosas ahogadas en este color la extrañeza asoma, y como sucede en un lienzo por empezar o en una búsqueda mental sin resultado alguno, el mundo en blanco se antoja, sumado a las aceras aún sin pisar a estas horas, algo bajo lo que cabría esperar otra cosa, como una piel que impusiera este silencio para poder, a solas y sin testigos, crear otra ciudad, una que mereciera el blanco casi sagrado del que, en un par de días, habrá terminado de asomar. Nieva copiosamente a principio de año y lo que parece caer del cielo es, un día más, una segunda oportunidad para los ojos que la miran.
03 enero 2010
un pequeño pasillo para el hombre
Al ritual de las uvas sucede, en el pasillo del edificio, el que reúne el afecto de A., M., G., E., C., JM., R., B. después. A todos les conoce uno desde que éramos pequeños y no hay año que no vuelvan a ese pasillo algunos o todos de esos nombres. Pasa un año a veces y sólo ese día coincide uno con quien ahora contempla como si igual diera pasar un año que veinte. Es el rito sus caras o sólo el pasillo que las permite fugazmente. O que uno es, durante ese breve lapso, no el que trató de construirse de adulto, sino esa versión inocultable que acaso sólo ellos saben porque no pasan el año expuestos a esa versión nueva que uno lleva a todas partes. Cuenta E. cómo a los cuarenta afronta un piso compartido en Legazpi, ríe la madre de M. la conservación del ajuar que todos los años retrasamos, R. fue padre hoy, hace unas horas. La vida no respeta huecos entre años para darse, y hace bien. La lista de divorciados crece de año en año, y así la de quienes pasan este día en casa de sus padres. También de ese regreso vive el pasillo y el reencuentro es de esa forma doble –con el que fuiste y el que vienes de no lograr ser. En un día que tantos aprovechan para hacer propósito de días venideros que nos mejoren o nos aporten paz, no es la peor de las opciones vivirla por un rato en el pasado, en lo que eres en compañía de otros para los que el futuro es sólo algo de lo que puedes volver, si lo deseas, a este pasillo.
31 diciembre 2009
Apartamento 27
Qué ha de ser tener tu casa justo sobre uno de los tramos del Acelerador de partículas (LHC) que transcurre durante 27 kms. por debajo de la frontera entre Suiza y Francia. Qué ha de ser estar en la cocina, untando mermelada en la tostada mientras, por debajo, la materia trata de simular la energía que lo creó todo –el universo, las estrellas, los planetas, la casa, la mermelada. Qué ha de ser vivir sobre toda esa energía, sobre esa imposibilidad que es tu comienzo y su repetición. Qué ha de ser vivir al tiempo sobre esos 27 kms. y a la vez dentro de esa cifra, viajando por ella en busca, no de lo que serás, sino de lo que ya probadamente eres, de lo que no tienes forma de dejar de ser. Feliz tramo nuevo.
30 diciembre 2009
para lo que me queda en el convento
Quizá para evitar las cagadas de las palomas, baja del pedestal Savater en El País 22.12 para dejar la suya propia en un texto que empieza hablando del hipódromo de Epson y pronto recala en ese prestigio de la voluntad que, en lo que a tabaco se refiere, consiste en pasarse por el forro las normas que lo limitan o prohíben, y así, describe el sabio las habitaciones del hotel en que cada cuarto está “lleno de ominosas y por mi parte desatendidas exhortaciones a no fumar”.
Entran los planos y se sientan
Una señora detrás de la butaca que ocupo habla de esta sala verde de los Teatros del Canal en que esperamos a Jardiel Poncela. Dice preferir los teatros con lámparas, alfombras, moquetas. Para decir qué no le gusta de esta dice que parece improvisada, como hecha sin esfuerzo o sin pensarlo mucho. Quizá porque líneas rectas sabemos hacer todos y por lo tanto acaso edificios también si nos ponemos, mientras que tapices o lámparas de araña exigen no artesanía, sino algo más exigente –gusto. Instantes antes de que se apaguen las luces, entra la presidenta de la comunidad de Madrid y se sienta en la misma fila que yo, apenas cuatro asientos a mi derecha. Asi que somos dos ponderando las virtudes de las cosas hechas sin pensar.
27 diciembre 2009
la botella medio barata
La espléndida idea que espesa El diablillo en la botella, de Stevenson y que tan claro puede rastrearse en la película de Jacques Tourneur La noche del demonio –un hombre recibe cuanto ansía de un diablo alojado en una botella, la cual ha de vender por menos de lo que pagó pues morir en posesión de ella acarrea el infierno. Ese hilo que por un lado se estira para atraer con él cuanto quieras y cuyo extremo opuesto no puedes ver, no sabes cuán cerca está.
20 diciembre 2009
El laberinto y sus constructores
Se publica la estadística que refleja mensualmente el sentir de los habitantes del país vasco, condensados en 1.200 entrevistas. El documento menciona las especiales dificultades del trabajo de campo que prevén produzca un sesgo a favor de los nacionalistas. Se cuantifica esa desviación en un 5%. O no. Porque lo que se lee es que ese sesgo es al menos de un 5%. “Al menos” significa un sesgo conservador en la lectura, que prudentemente opta por sugerir que podría ser más. ¿Por qué el rechazo a contestar preguntas debe favorecer a los nacionalistas? ¿Tienen más tiempo los nacionalistas para ese tipo de menesteres? Ponderemos el miedo. Con un claro retroceso de diez puntos en el último año, empeora el sentimiento de libertad para hablar de política con todo el mundo, que comparte algo más de un tercio de la ciudadanía (35%), dos de cada cinco sólo lo hacen con algunos (39%) y una cuarta parte (25%) declara no poder hacerlo con nadie o casi nadie. Siendo los no nacionalistas los que tiene esa percepción (30%). El 49% dice tener mucho o bastante miedo a participar en política, siendo los no nacionalistas los más proclives a sentir esto (54%). A la hora de valorar el actual gobierno vasco, el 23% lo califica de bueno, el 40% de malo –el único dato lógico pues coincide con la suma de votantes nacionalistas- y el 33% de ni bueno ni malo –que o bien ha de significar “normal” o “no sé de qué me habla”. Pero ese 40% crece hasta el 71% cuando se trata de expresar poca o ninguna confianza en el mismo gobierno que un 56% viene de tildar de normal o bueno. El documento aplica tras el término “gobierno” el de “socialista” y no “vasco” como en la anterior estadística. Tampoco añade claridad la estadística que en un 27% de los casos pondera como buen la oposición de pnv, negativa en un 34% y neutra en un 32%. De los nacionalistas, un 46% no manifiesta rechazo a eta, pero sólo un 0,4% afirman el apoyo explícito y total a la organización criminal. Y un 35% avala la exhibición pública de carteles y fotografías de homenaje a presos de eta. No hay muchos datos que tengan sentido confrontados con los de la página anterior o posterior. Uno concluye que el laberinto son ellos, cada uno. Incapaces de ser algo mejor, algo dotado de un mejor, más cuerdo trazado. Que, como en tantos casos, el espejo adecuado lo solucionaría todo.
13 diciembre 2009
El crítico que nunca estuvo allí
Acerca de Amenábar: Ágora e Hipatia –Josep Miró i Ardevol
Amenábar ha hecho una nueva película, Ágora, y como la anterior, Mar adentro, se caracteriza por la deformación de los hechos, es decir, el engaño, para ajustarlo a su discurso militantemente anticristiano.
Cuanto más viajas hacia atrás en el tiempo, más se mimetizan “deformación” y “hechos”. La base neurológica de la memoria se basa en esa invención permanente, y para quien no crea en los microscopios o el carbono 14, siempre queda el tan humano “ajuste al propio discurso” del que no se libra nadie, aunque carezca del currículum de la iglesia en esa disciplina. La noción de “hecho” es, no obstante, uno de imposible semántica, en tanto que para la extravagante rigidez del diccionario es una cosa y para la iglesia que basa su autoridad en hechos como la encarnación de un dios en hombre, otra.
Él mismo se confiesa en la multitud de entrevistas que ha dado en la campaña promocional de su nueva película como ateo, con un añadido, su ostentación de la condición de homosexual, que es algo así como si Clint Eastwood tuviera necesidad de explicar cada vez que lo entrevistan que él es un hetero militante.
Uno pensaría que, como ateo, uno esté –de estarlo- igualmente en contra de todas las religiones por igual, no más resentido con unas que otras. Es una pregunta sin respuesta clara, aunque siempre puede uno tratar esa otra extravagancia -ver la película en cuestión- y comprobar que las tres religiones representadas se reparten las atrocidades. El cristianismo primitivo tiene más planos porque ganó, se impuso a las religiones politeístas presentes en Alejandría en esos días, y como se sabe, no se gana una guerra sin ganar en la lista de muertos ajenos por cada muerto propio.
Dado que no aparece ejemplo alguno en la película con el que pueda identificársele, la homosexualidad que menta Amenábar ha de ser sólo su condición de grupo de riesgo, esto es, amenazado por posturas que ven en ello –seamos suaves- digamos un imperio del vicio y la inmoralidad a derrocar, una de esas bibliotecas del conocimiento equivocado que convendría cerrar por el bien del mundo. “Ostentar” es, no obstante, un verbo que escoge para esto el acusador, al que aplicar el más normal “dar fe” debe escocer, aplicado a un homosexual. E incluso asumiendo que reconocerse lo que no haría falta es un tic de la libertad que aflora cuando no se ha tenido, esperar comprensión es lo mínimo que puede pedir quien, no hace tanto, habría sido encarcelado, reeducado o fusilado por su orientación sexual. Por no decir la comprensión específica de quienes militan hoy en las filas de quienes empuñaban cárcel, duchas frías y armas, o su bendición.
Todas las entrevistas están, lógicamente, pensadas a mayor gloria del director y su película. Entra dentro de las reglas del juego, por algo son pura promoción comercial donde el género periodístico substituye a la publicidad pura y dura. A pesar de ello, y del cuidado de los entrevistadores, siempre atentos al obligado panegírico, el director manifiesta unos caracteres curiosos, por decirlo de alguna manera.
Sólo por entenderlo, ¿las páginas de nacional permeadas, en abc, de esa forma de publicidad que es la ideología en el sitio equivocado, es también género periodístico? Por decirlo de alguna manera.
Porque curioso es su sentido de culpa, que le lleva a declarar “no lo puedo remediar. En los aeropuertos siempre tengo la sospecha de que me van a detener en cualquier momento por lo que sea”. Él lo atribuye a un miedo a la “Autoridad” que constituye en su imaginario un valor abstracto y omnipresente. Bromas que gasta la propia conciencia.
Admirable como pueda ser la capacidad de la madre iglesia de conocer la conciencia del hombre –de cada hombre, incluso de los que no son la versión de “hombre” que ellos tienen archivada- maravilla la capacidad de penetrar la conciencia de un director de cine a través de la sensación de vulnerabilidad que cualquier ser tímido sufre en lugares donde se te chequea o se te escruta. Es más normal de lo que parece. Algunos la tienen –en Irlanda, un suponer- al pasar delante de una iglesia en compañía de sus hijos pequeños. O si se mira hacia atrás, no tan injustamente atrás como para ver la crueldad humana en el siglo IV, sino en el más cercano siglo XVII en España, en ese rumor –la inquisición- y sus hijos no menos inverosímiles –la sospecha, la sensación de poder ser detenido en cualquier momento, por lo que sea.
No se cansa de declarar que en su nueva obra es fiel a los hechos históricos. Como pienso que es una persona razonablemente culta, que ha preparado su película, entonces solo me queda concluir que engaña, miente, o quizás se engaña a sí mismo, porque lo que plantea Ágora no tiene nada que ver con la realidad de lo que sucedió. Esta no es la historia de Hipatia ni muchos menos de las relaciones entre neoplatónicos y cristianos en Alejandría. Su verdadera intención aflora porque tantas entrevistas y tan extensas obligan a hablar. Por ejemplo, cuando afirma que su intención real es denunciar los que utilizan la violencia como argumento, como hacen -dice- los etarras y los terroristas islámicos.
Para cualquiera que sepa leer, la primera declaración –las relaciones entre las tres religiones simultáneas- no excluye en absoluto la denuncia de las formas en que gestionaron las diferencias. Por demás que juntas o por separado, ninguna de las dos ideas es reprobable. ¿O sí?
Claro, y por eso acude a un hecho de hace más de 1600 años, metiendo a los cristianos por en medio. En realidad, su intención es maniquea y no puede ocultarla “imaginé aquella lucha entre los paganos y los cristianos viejos –que ni fue exactamente tal, ni entonces existían viejos cristianos- como si fuera nuestra guerra civil” Está claro ¿no?
¿La distancia respecto a lo enjuiciado hace menos muertos a los muertos, menos quemados a los libros, menos humillados a los exiliados o forzados a convertirse? ¿es la sangre de hace 1.600 años menos sangre? ¿es maniqueo ver en la contienda fratricida –obvia en la película- un símil de lo que ocurrió aquí?. Claro, lo que se dice claro, es reconocer en ambos conflictos al mismo ejército de puñales en vanguardia y crucifijos en retaguardia.
A pesar de estos deslices, reitera lo que la necesidad comercial le ha marcado, especialmente pensando en un mercado que se le resiste como es el norteamericano, muy sensible a los panfletos anticristianos. “He insistido mucho en que la película no va contra los cristianos, sino contra los que utilizan la fuerza para defender sus ideas”.
La película no ahorra el salvajismo de la comunidad judía, ni el paroxismo criminal de la griega. Asi que tan gran razón en contra queda en el prever problemas para la productora en Israel y Grecia. En todo caso, es más simple: aunque parezcan a simple vista descalificaciones dichas con piloto automático, las respuestas, para aspirar a algo que no sea mero plato para el club de socios, deben responder a las preguntas. La indignación, por ejemplo, no es un argumento sino un tono a falta de argumentos que le den su exacto peso. Como ese otro tono, la estupefacción, de quien, esperando razones que nieguen otras, sólo halla el rechazo sin nada detrás que lo describa.
Lástima que teniendo ejemplos tan categóricos y próximos, como Stalin y Lenin, Hitler, Mao, Pol Pot, o quizás para hacer una producción de ambiente histórico, los tiempos de terror de la Revolución Francesa, o el primer genocidio de La Vendée, tenga que acudir a una de las múltiples revueltas que sucedieron en la cosmopolita ciudad de Alejandría en el periodo inicial del cristianismo, y las pugnas políticas que entre los diversos grupos se produjeron. Unos hechos que mal representan la tesis que dice querer contar: unos violentos que masacran a unos pacíficos, benevolentes y cultos racionalistas.
¿Lástima por poder elegir libremente el instante histórico que quiere representar? ¿Lástima porque coincide con el que no se quiere recordar? ¿Lástima por lo que quiere y no lo que debería? Quizá si mejor nos explicaran cuán sea el deber moral del cine, nos ahorraríamos disgustos. La tesis “unos violentos que masacran a unos pacíficos, benevolentes y cultos racionalistas” queda entendida, pero ya queda dicho que en la película no hay tales, sino ideologías que son salvajes en la medida que pueden, el cristianismo y las demás. ¿Cuántas películas que se llaman Ágora hay? ¿es eso que ha hecho Amenábar un remake del panfleto que ha visto Miró i Ardevol?
La evidencia de su desconocimiento o voluntad de traicionar la realidad se manifiesta en pretensiones como la de afirmar que el cine no ha contado mucho el cambio del mundo antiguo al medieval, cuando este es uno de los temas que han registrado, con obras mediocres y buenas, una notable producción cinematográfica.
Cierto que todo esto sería más sencillo si hubiera algún ejemplo de vez en cuando. ¿El problema es la libertad con la que escoge el tema o dilapidar recursos en un campo que ya tiene otras muestras? Se agradecería alguna encíclica que, como habitual, parta de la palabra de dios al respecto.
Pero sobre todo lo que debe ser subrayado es que no deja de ser curioso que, cuando lo que caracteriza los cuatro primeros siglos de la historia cristiana es la persecución en ocasiones terrible que éstos reciben, se vaya a fijar en un hecho aislado que además ha sido reiteradamente utilizado, también falsamente, en la historia por el ateísmo agresivo y la masonería.
De acuerdo, es falso, ya lo hemos entendido antes. Pero ¿no quedaría más claro si se incluyera en el mismo texto en que se acusa algún argumento que contenga la verdad que tan clara ha de existir en sus archivos?
Se ha intentado convertir a una matemática y astrónoma, Hipatia, en un símbolo de la razón contra el oscurantismo cristiano. Pero en este caso, a diferencia de otros, la evidencia de los hechos es tan grande que el éxito no ha acompañado al propósito histórico. En este caso la leyenda negra no ha llegado a cuajar.
Se dice que hay pelea sólo cuando dos lo quieren, pero a veces basta con que uno lo busque. Matemáticas y Astronomía son símbolos de la razón. Sólo si se tiene algo en contra de lo razonado puede verse ese lado de lo humano como un bando. El oscurantismo –cristiano o no- sí es un bando, pues se construye desde la imposición de una verdad, de una razón sin hechos objetivos de su lado, y la prohibición y extirpado de quienes no viven a gusto en esa penumbra.
“la evidencia de los hechos es tan grande”. Acaso uno no sabe leer, y acaso es Miró i Ardevol quien no sabe escribir –al cabo, es un don frecuente: responder con indignación y no con argumentos. Pero también es inevitable sospechar que lo que no sabe es pensar. Pensar en la medida en que se observa lo que se pronuncia o escribe como si no viniera de uno mismo, y por lo tanto automáticamente a salvo de ser sagrado, del dogma que evita pensar o adquirir espejos.
En otras palabras, Amenábar utiliza como guión uno de los panfletos editados en el siglo XIX. Para ello, claro está, ha contado con 50 millones de euros, algo insólito para un director español, y es que cuando se trata de pegarle leña a la Iglesia está visto que el dinero nunca escasea.
No será uno quien dude de su autoridad milenaria en usos de la leña y sus posibilidades. En lo que a la precariedad con que la iglesia afronta el mundo y los adversarios que en él halla, ocurre, por vez primera en todo el texto, que ni un ejemplo es necesario.
Amenábar ha hecho una nueva película, Ágora, y como la anterior, Mar adentro, se caracteriza por la deformación de los hechos, es decir, el engaño, para ajustarlo a su discurso militantemente anticristiano.
Cuanto más viajas hacia atrás en el tiempo, más se mimetizan “deformación” y “hechos”. La base neurológica de la memoria se basa en esa invención permanente, y para quien no crea en los microscopios o el carbono 14, siempre queda el tan humano “ajuste al propio discurso” del que no se libra nadie, aunque carezca del currículum de la iglesia en esa disciplina. La noción de “hecho” es, no obstante, uno de imposible semántica, en tanto que para la extravagante rigidez del diccionario es una cosa y para la iglesia que basa su autoridad en hechos como la encarnación de un dios en hombre, otra.
Él mismo se confiesa en la multitud de entrevistas que ha dado en la campaña promocional de su nueva película como ateo, con un añadido, su ostentación de la condición de homosexual, que es algo así como si Clint Eastwood tuviera necesidad de explicar cada vez que lo entrevistan que él es un hetero militante.
Uno pensaría que, como ateo, uno esté –de estarlo- igualmente en contra de todas las religiones por igual, no más resentido con unas que otras. Es una pregunta sin respuesta clara, aunque siempre puede uno tratar esa otra extravagancia -ver la película en cuestión- y comprobar que las tres religiones representadas se reparten las atrocidades. El cristianismo primitivo tiene más planos porque ganó, se impuso a las religiones politeístas presentes en Alejandría en esos días, y como se sabe, no se gana una guerra sin ganar en la lista de muertos ajenos por cada muerto propio.
Dado que no aparece ejemplo alguno en la película con el que pueda identificársele, la homosexualidad que menta Amenábar ha de ser sólo su condición de grupo de riesgo, esto es, amenazado por posturas que ven en ello –seamos suaves- digamos un imperio del vicio y la inmoralidad a derrocar, una de esas bibliotecas del conocimiento equivocado que convendría cerrar por el bien del mundo. “Ostentar” es, no obstante, un verbo que escoge para esto el acusador, al que aplicar el más normal “dar fe” debe escocer, aplicado a un homosexual. E incluso asumiendo que reconocerse lo que no haría falta es un tic de la libertad que aflora cuando no se ha tenido, esperar comprensión es lo mínimo que puede pedir quien, no hace tanto, habría sido encarcelado, reeducado o fusilado por su orientación sexual. Por no decir la comprensión específica de quienes militan hoy en las filas de quienes empuñaban cárcel, duchas frías y armas, o su bendición.
Todas las entrevistas están, lógicamente, pensadas a mayor gloria del director y su película. Entra dentro de las reglas del juego, por algo son pura promoción comercial donde el género periodístico substituye a la publicidad pura y dura. A pesar de ello, y del cuidado de los entrevistadores, siempre atentos al obligado panegírico, el director manifiesta unos caracteres curiosos, por decirlo de alguna manera.
Sólo por entenderlo, ¿las páginas de nacional permeadas, en abc, de esa forma de publicidad que es la ideología en el sitio equivocado, es también género periodístico? Por decirlo de alguna manera.
Porque curioso es su sentido de culpa, que le lleva a declarar “no lo puedo remediar. En los aeropuertos siempre tengo la sospecha de que me van a detener en cualquier momento por lo que sea”. Él lo atribuye a un miedo a la “Autoridad” que constituye en su imaginario un valor abstracto y omnipresente. Bromas que gasta la propia conciencia.
Admirable como pueda ser la capacidad de la madre iglesia de conocer la conciencia del hombre –de cada hombre, incluso de los que no son la versión de “hombre” que ellos tienen archivada- maravilla la capacidad de penetrar la conciencia de un director de cine a través de la sensación de vulnerabilidad que cualquier ser tímido sufre en lugares donde se te chequea o se te escruta. Es más normal de lo que parece. Algunos la tienen –en Irlanda, un suponer- al pasar delante de una iglesia en compañía de sus hijos pequeños. O si se mira hacia atrás, no tan injustamente atrás como para ver la crueldad humana en el siglo IV, sino en el más cercano siglo XVII en España, en ese rumor –la inquisición- y sus hijos no menos inverosímiles –la sospecha, la sensación de poder ser detenido en cualquier momento, por lo que sea.
No se cansa de declarar que en su nueva obra es fiel a los hechos históricos. Como pienso que es una persona razonablemente culta, que ha preparado su película, entonces solo me queda concluir que engaña, miente, o quizás se engaña a sí mismo, porque lo que plantea Ágora no tiene nada que ver con la realidad de lo que sucedió. Esta no es la historia de Hipatia ni muchos menos de las relaciones entre neoplatónicos y cristianos en Alejandría. Su verdadera intención aflora porque tantas entrevistas y tan extensas obligan a hablar. Por ejemplo, cuando afirma que su intención real es denunciar los que utilizan la violencia como argumento, como hacen -dice- los etarras y los terroristas islámicos.
Para cualquiera que sepa leer, la primera declaración –las relaciones entre las tres religiones simultáneas- no excluye en absoluto la denuncia de las formas en que gestionaron las diferencias. Por demás que juntas o por separado, ninguna de las dos ideas es reprobable. ¿O sí?
Claro, y por eso acude a un hecho de hace más de 1600 años, metiendo a los cristianos por en medio. En realidad, su intención es maniquea y no puede ocultarla “imaginé aquella lucha entre los paganos y los cristianos viejos –que ni fue exactamente tal, ni entonces existían viejos cristianos- como si fuera nuestra guerra civil” Está claro ¿no?
¿La distancia respecto a lo enjuiciado hace menos muertos a los muertos, menos quemados a los libros, menos humillados a los exiliados o forzados a convertirse? ¿es la sangre de hace 1.600 años menos sangre? ¿es maniqueo ver en la contienda fratricida –obvia en la película- un símil de lo que ocurrió aquí?. Claro, lo que se dice claro, es reconocer en ambos conflictos al mismo ejército de puñales en vanguardia y crucifijos en retaguardia.
A pesar de estos deslices, reitera lo que la necesidad comercial le ha marcado, especialmente pensando en un mercado que se le resiste como es el norteamericano, muy sensible a los panfletos anticristianos. “He insistido mucho en que la película no va contra los cristianos, sino contra los que utilizan la fuerza para defender sus ideas”.
La película no ahorra el salvajismo de la comunidad judía, ni el paroxismo criminal de la griega. Asi que tan gran razón en contra queda en el prever problemas para la productora en Israel y Grecia. En todo caso, es más simple: aunque parezcan a simple vista descalificaciones dichas con piloto automático, las respuestas, para aspirar a algo que no sea mero plato para el club de socios, deben responder a las preguntas. La indignación, por ejemplo, no es un argumento sino un tono a falta de argumentos que le den su exacto peso. Como ese otro tono, la estupefacción, de quien, esperando razones que nieguen otras, sólo halla el rechazo sin nada detrás que lo describa.
Lástima que teniendo ejemplos tan categóricos y próximos, como Stalin y Lenin, Hitler, Mao, Pol Pot, o quizás para hacer una producción de ambiente histórico, los tiempos de terror de la Revolución Francesa, o el primer genocidio de La Vendée, tenga que acudir a una de las múltiples revueltas que sucedieron en la cosmopolita ciudad de Alejandría en el periodo inicial del cristianismo, y las pugnas políticas que entre los diversos grupos se produjeron. Unos hechos que mal representan la tesis que dice querer contar: unos violentos que masacran a unos pacíficos, benevolentes y cultos racionalistas.
¿Lástima por poder elegir libremente el instante histórico que quiere representar? ¿Lástima porque coincide con el que no se quiere recordar? ¿Lástima por lo que quiere y no lo que debería? Quizá si mejor nos explicaran cuán sea el deber moral del cine, nos ahorraríamos disgustos. La tesis “unos violentos que masacran a unos pacíficos, benevolentes y cultos racionalistas” queda entendida, pero ya queda dicho que en la película no hay tales, sino ideologías que son salvajes en la medida que pueden, el cristianismo y las demás. ¿Cuántas películas que se llaman Ágora hay? ¿es eso que ha hecho Amenábar un remake del panfleto que ha visto Miró i Ardevol?
La evidencia de su desconocimiento o voluntad de traicionar la realidad se manifiesta en pretensiones como la de afirmar que el cine no ha contado mucho el cambio del mundo antiguo al medieval, cuando este es uno de los temas que han registrado, con obras mediocres y buenas, una notable producción cinematográfica.
Cierto que todo esto sería más sencillo si hubiera algún ejemplo de vez en cuando. ¿El problema es la libertad con la que escoge el tema o dilapidar recursos en un campo que ya tiene otras muestras? Se agradecería alguna encíclica que, como habitual, parta de la palabra de dios al respecto.
Pero sobre todo lo que debe ser subrayado es que no deja de ser curioso que, cuando lo que caracteriza los cuatro primeros siglos de la historia cristiana es la persecución en ocasiones terrible que éstos reciben, se vaya a fijar en un hecho aislado que además ha sido reiteradamente utilizado, también falsamente, en la historia por el ateísmo agresivo y la masonería.
De acuerdo, es falso, ya lo hemos entendido antes. Pero ¿no quedaría más claro si se incluyera en el mismo texto en que se acusa algún argumento que contenga la verdad que tan clara ha de existir en sus archivos?
Se ha intentado convertir a una matemática y astrónoma, Hipatia, en un símbolo de la razón contra el oscurantismo cristiano. Pero en este caso, a diferencia de otros, la evidencia de los hechos es tan grande que el éxito no ha acompañado al propósito histórico. En este caso la leyenda negra no ha llegado a cuajar.
Se dice que hay pelea sólo cuando dos lo quieren, pero a veces basta con que uno lo busque. Matemáticas y Astronomía son símbolos de la razón. Sólo si se tiene algo en contra de lo razonado puede verse ese lado de lo humano como un bando. El oscurantismo –cristiano o no- sí es un bando, pues se construye desde la imposición de una verdad, de una razón sin hechos objetivos de su lado, y la prohibición y extirpado de quienes no viven a gusto en esa penumbra.
“la evidencia de los hechos es tan grande”. Acaso uno no sabe leer, y acaso es Miró i Ardevol quien no sabe escribir –al cabo, es un don frecuente: responder con indignación y no con argumentos. Pero también es inevitable sospechar que lo que no sabe es pensar. Pensar en la medida en que se observa lo que se pronuncia o escribe como si no viniera de uno mismo, y por lo tanto automáticamente a salvo de ser sagrado, del dogma que evita pensar o adquirir espejos.
En otras palabras, Amenábar utiliza como guión uno de los panfletos editados en el siglo XIX. Para ello, claro está, ha contado con 50 millones de euros, algo insólito para un director español, y es que cuando se trata de pegarle leña a la Iglesia está visto que el dinero nunca escasea.
No será uno quien dude de su autoridad milenaria en usos de la leña y sus posibilidades. En lo que a la precariedad con que la iglesia afronta el mundo y los adversarios que en él halla, ocurre, por vez primera en todo el texto, que ni un ejemplo es necesario.
06 diciembre 2009
más cosas en busca de otra lógica
Fiel a la epidermis de Seis personajes en busca de autor, anoche en el Lara, el hecho de que el montaje irrumpa, tenga lugar en una sala –un pasillo se diría- fuera de la sala en sí, que incluso la hora sea una intrusión en zonas de normalidad, en este empezar a las 24h. Así, a los personajes que más que buscar autor querrían no buscarlo, no tener que verse obligados a repetir siempre lo que son, se suma un lugar y un tiempo a los que nadie esperaba.
01 diciembre 2009
recién llegado
Buenas dias,
Sé que no meconocen en persona, no obstante yo querría que me ayudaban después de lecturade mi correo. Tengo ustedes informado que trabajo en un banco aquí en Costa de Marfilcomo Director del Servicio de las Transferencias, fuego la Sra. Lany Johnsonhabía depositado la suma de $3.500.000.00 a nuestro banco antes de que hayamuerto y desde que se murió nadie no vino para las reclamaciones de estosfondos. Querría después de lectura de mi correo que me contactaban para quepueda darles los detalles completos sobre la forma en que los fondos setransferirán sobre su cuenta bancaria sin ningún problema. Para su informaciónesta transacción es de 100% sin riesgo para su ayuda yo les dará un 30% de losfondos. Gracias y que Dios ustedes bendiga.
Yo ustedesrogados autorizar la expresión de mis sentimientos más distinguidos.
Sr. Armand Butry.
Sé que no meconocen en persona, no obstante yo querría que me ayudaban después de lecturade mi correo. Tengo ustedes informado que trabajo en un banco aquí en Costa de Marfilcomo Director del Servicio de las Transferencias, fuego la Sra. Lany Johnsonhabía depositado la suma de $3.500.000.00 a nuestro banco antes de que hayamuerto y desde que se murió nadie no vino para las reclamaciones de estosfondos. Querría después de lectura de mi correo que me contactaban para quepueda darles los detalles completos sobre la forma en que los fondos setransferirán sobre su cuenta bancaria sin ningún problema. Para su informaciónesta transacción es de 100% sin riesgo para su ayuda yo les dará un 30% de losfondos. Gracias y que Dios ustedes bendiga.
Yo ustedesrogados autorizar la expresión de mis sentimientos más distinguidos.
Sr. Armand Butry.
11 noviembre 2009
Yo muro, tu muras, él mura
El mismo día que se conmemoran los 20 años transcurridos desde la caída del penúltimo gran experimento comunista en el mundo desarrollado, se lee en una entrevista, el domingo en El País, al nuevo secretario general del pce –José luis centella- pedir una banca pública y los sectores estratégicos en manos públicas, fiscalidad claramente progresiva y mecanismos de control democrático. A sueldo la gobernación del mundo a manos del gran dinero, y pues va de utopías, hay dos mudanzas sin las cuales no saldremos adelante: una es la que necesita transferir cuanto antes la genocida rapiña empresarial por la gestión a manos públicas –por su naturaleza, obligada a parecer decente- de los recursos económicos de un país. Obviamente, es algo inviable en manos de la clase política que hemos permitido prosperar. Justo ahí se activa el segundo de los salvavidas: la sustitución de la política como la conocemos –empresas de la ideología con esa doble moneda: la moral y la que compra- por un gobierno de técnicos en los que esté prohibida la adscripción a sigla alguna y cuyo nombramiento y cese dependa de jueces y un consejo de estado formado por inteligencias por encima de sueldos de partido. Como todo movimiento de placas remueve lo que hay por encima, bien vendría también cambiar el nefasto brebaje populista “un hombre, un voto” por uno que establezca consultas no vinculantes en función de la cualificación del ciudadano para entender qué y a quién está dando su voto, no como ahora que se alquila a plena luz del día por una subvención agrícola, o una suscripción moral a un periódico. Prohibir el capitalismo tal y como lo conocemos, abolir la política como negocio al servicio de sí misma, preguntarle a usted si está capacitado para elegir el mundo que necesitamos. Es, por supuesto, una broma, un juego de lo posible en las manos equivocadas. Como aquella otra broma que, con risas y mentiras, celebramos el 28 de diciembre a partir de lo que conmemora la matanza de niños menores de dos años ordenada por Herodes.
05 noviembre 2009
Bufandas para cicatrices
Se lee ayer en El País que un millón de personas se suicidan cada año en el mundo, siendo el número de tentativas de 10 a 20 veces mayor. Ese 10% posible del que nada se sabe, cuyas huellas sobrecoge imaginar invisibles para el resto.
28 octubre 2009
fumarse la viga
Quizá a fuer de ver en el ruido de Madrid una neblina que oscurece las posibilidades de vivir en paz en ella, Javier Marías ve en el humo –que también lo atufa todo- un ruido igual de atroz y que le acosa. La ley permite matarse fumando a quien lo quiera, y para eso se vende tabaco como se venden coches que permiten alcanzar 250 km/h o tenedores que uno puede emplear para sacarse los ojos. Pero penalmente perseguido si es contra otro que lo usas. El sustrato común a todos los textos de Marías contra el escaso sentido cívico que abunda aquí es el efecto que tienen sobre quienes pasaban por allí y escasa culpa tienen, aquí caben sus diatribas contra usos bobos del espacio público, decibelios reunidos o congregación de masas contra algo o alguien. Y su razón tiene en quererse a salvo de todas ellas. Como esperaría uno que contara entre las plagas la que, en un gesto unánime e impune a fuerza de ubicuo, es ejército de fumadores llenando de colillas –genuino residuo de esa libertad tan justa- calles, playas, montes y cualquier sitio al que lleguen.
Raramente acuñaría uno la idea de fundamentalista de la quietud o la sabiduría a quien quiera para su entorno lo que él. Y sin embargo cansinamente llama fundamentalista a quien aspira a un aire que no apeste, que no se pegue a su ropa o a sus pulmones con efectos inmunes al detergente. Esgrime Marías la libertad como el derecho a no privar a quien lo desee de ejercerla donde se le antoje. En ese sentido, la ley antitabaco es tan injusta como la que limita la velocidad en las carreteras, la que prohíbe hacer fuego o portar armas sin permiso. Todas ellas se basan, no en lo que uno pueda hacer contra sí mismo –estrellarse dentro de un coche, inmolarse o pegarse un tiro- sino en el riesgo que entraña para quienes, como Marías por Madrid, pasan por ahí en el momento menos adecuado.
La razón por la que existen los locales topless, billares, discotecas o casinos que Marías aduce como espacios de persecución debida si se hace con quienes fuman, es porque lo que uno pueda hacer en ellos es sólo perder dinero, tiempo o capacidad auditiva. Uno podría entrar mil veces y ser mil veces inocuo para quienes, fuera de esos locales, eligen no entrar. Que el tabaco mate o arruine el aspecto de quien fuma importa menos que salvaguardar a quien no fuma. Es lo que, como tantos otros, de ninguna forma está dispuesto a aceptar Marías: que la libertad que exige para él ha de ser siempre, prioritariamente, la de quien no porta algo con lo que dañar a otros, y sólo después, la de quien ha decidido que lo anterior le importa poco. Que no entren donde estoy –esgrime. Con lo que esto acaba siendo cuestión de dónde acaba el espacio que uno tiene derecho a contaminar del gusto propio, y ese es, fuera de su casa, el de la discreción, el de la invisibilidad de sus efectos. Exacto, como las calles que son de todos y no sólo de quienes las emplean para colapsarlas con manifestaciones –religiosas o no- o ensuciarlas de ruido o ideas idiotas.
Raramente acuñaría uno la idea de fundamentalista de la quietud o la sabiduría a quien quiera para su entorno lo que él. Y sin embargo cansinamente llama fundamentalista a quien aspira a un aire que no apeste, que no se pegue a su ropa o a sus pulmones con efectos inmunes al detergente. Esgrime Marías la libertad como el derecho a no privar a quien lo desee de ejercerla donde se le antoje. En ese sentido, la ley antitabaco es tan injusta como la que limita la velocidad en las carreteras, la que prohíbe hacer fuego o portar armas sin permiso. Todas ellas se basan, no en lo que uno pueda hacer contra sí mismo –estrellarse dentro de un coche, inmolarse o pegarse un tiro- sino en el riesgo que entraña para quienes, como Marías por Madrid, pasan por ahí en el momento menos adecuado.
La razón por la que existen los locales topless, billares, discotecas o casinos que Marías aduce como espacios de persecución debida si se hace con quienes fuman, es porque lo que uno pueda hacer en ellos es sólo perder dinero, tiempo o capacidad auditiva. Uno podría entrar mil veces y ser mil veces inocuo para quienes, fuera de esos locales, eligen no entrar. Que el tabaco mate o arruine el aspecto de quien fuma importa menos que salvaguardar a quien no fuma. Es lo que, como tantos otros, de ninguna forma está dispuesto a aceptar Marías: que la libertad que exige para él ha de ser siempre, prioritariamente, la de quien no porta algo con lo que dañar a otros, y sólo después, la de quien ha decidido que lo anterior le importa poco. Que no entren donde estoy –esgrime. Con lo que esto acaba siendo cuestión de dónde acaba el espacio que uno tiene derecho a contaminar del gusto propio, y ese es, fuera de su casa, el de la discreción, el de la invisibilidad de sus efectos. Exacto, como las calles que son de todos y no sólo de quienes las emplean para colapsarlas con manifestaciones –religiosas o no- o ensuciarlas de ruido o ideas idiotas.
la habitación de las columnas
No fabricaremos mejores refugios, más invulnerables, que las hemerotecas. Hechas de puertas y ventanas, sirven paradójicamente para vivir a salvo de miradas que puedan obligarnos a pensar antes de hablar. Con el dinero que asfalta el alcantarillado político y empresarial, se compran abogados –estos sí, edificios estancos a fuerza de laberínticos- o se decora lujosamente la memoria, hasta que el estercolero que creaste luce presentable. Publica hoy El País noticia de una entrevista a arzalluz en que éste llama a los recientemente detenidos miembros de batasuna “buenos patriotas vascos”, “dignos de admiración”. Y nadie mueve ya una ceja de tanto que, por activa o por pasiva, los archivos llevan décadas contando la voluntad del nacionalismo vasco por amparar a los que matan por ganar fuera de las urnas lo que éstas les niegan. Como las cárceles, tienen las hemerotecas el poder de preservar de la sociedad a quienes, repetida e impunemente, sostienen el terrorismo a base de secar su sangre con la bayeta del derecho a la autodeterminación. Es con esa sensación de libertad condicional vulnerada que uno lleva años fatigosamente leyendo a personajes de calaña diversa que con una mano usan la pólvora y con otra la polvareda.
18 octubre 2009
Ascenso y caída en la memoria de Manuel Gas
Entre los símiles que sugiere ese engranaje prodigioso que es lo teatral, el de la orquesta no asoma el primero porque, cuando no representada por una grabación, no pocas veces está ahí, en el mismo teatro, contando sus propias tramas como segunda voz que se dijera discreta, casi anónimamente de tanto venir siempre del mismo sitio oculto que antaño el apuntador. Estar sin estar es una figura común en los requisitos que responden quienes componen para cine y ese segundo plano es inmune incluso a esa forma lujosa e imposiblemente plena que es el teatro lírico, donde la música tiene tanto peso que los teatros en que se representa se permiten poner a la venta –y vender- asientos desde los que no se puede ver el escenario. No es doblemente mejor el teatro por venir de dos sitios simultáneamente, pero sí doblemente escaso y acaso en ello proporcionalmente valioso, o por lo menos atesorable en la memoria. Anoche, al acabar la espléndida Clementina, de Boccherini, en el Español, Jordi Boixaderas anunció la súbita muerte de Manuel Gas como hasta hace nada subían a ese mismo escenario Joan Crosas y Teresa Vallicrosa para cantar en la maravillosa Sweeney Todd lo que Gas y sus siete músicos permitían desde sus escondites. Parte no escasa de la mejor música que uno ha escuchado en tiempos recientes en teatro viene dirigida por él, y acaso “mejor” refiere “más profunda, diversamente teatral”. En esa lista hay clásicos de Sondheim, redundantemente espléndidos -A little night music y Sweeney Todd-, la extraordinaria versión que de la ópera de Weill y Brecht –Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny- se pudo ver hace tres temporadas, sendas zarzuelas de Sorozabal –Adios a la bohemia y Black el payaso- o el cabareteramente vital montaje a mayor gloria de Vázquez Montalbán como letrista, que tenía este mismo mes al propio Gas, por fin, en escena sólo ligeramente detrás de su teclado. Salvo la primera -en el Albéniz- las restantes han sucedido dentro de los bien pertrechados muros antiguos o recientes del teatro Español, y eso que ganamos todos. Acaso la memoria sólo hace su trabajo –preservar- si se la obliga, la muerte tiene así un rol de instrucción que necesitamos para albergar en nuestro interior ese otro acto teatral –la acústica, el eco de lo que merece quedarse dentro, a mejorarnos.
14 octubre 2009
El cuadro va bien
Cuenta M. –japonesa ella- de su periplo como traductora en una feria de arte amateur que trae estos días a Madrid obra y autores, a los que pasaban revista el lunes cinco críticos de arte con sus respectivos intérpretes. A 3 minutos por autor iban pasando los críticos como quien juega partidas simultáneas de ajedrez, y ahí iba M. traduciendo al autor las impresiones. Hasta aquí todo normal. Las instrucciones de la rareza han llegado antes, en un aparte, cuando un encargado de la exposición, el promotor digamos, le pide a M. que ni se le ocurra traducir nada que no sean halagos desaforados. Cómo verían el percal que incluso el propio crítico le pedirá lo mismo. Ahora imagínese la siguiente destilación doble: por un lado, M. no es experta en arte, ni mucho menos, asi que el escenario es el peor posible. Y por otro tenemos al crítico pasando por los expositores con el objetivo doble de mostrar la mejor mala cara posible, y diluir su opinión en circunloquios y lenguaje abstruso, tan propio del formato. Entonces M., cuya cara no debía ser la de mentir porque era antes, forzosamente, la de inventar qué decir del cuadro sin ese lenguaje de hormigón a su disposición, había de enmascarar a un tiempo al crítico y a su propio conocimiento del tema. Es de por sí una situación tan rica en imposibles que casi escuece ensuciarla para traer a colación cómo recuerda las alcantarillas de la traducción imposible, de tan obvia, que anega estos días a la empresa de rajoy y cercanías. Es en honor del tan parapetado promotor de todo que se hace. La loa es a su normalidad.
08 octubre 2009
a fuego lento la cocina
Si algo cuenta la pared concreta del paredón global, los albañiles que llegan a mi casa a las 9h, bajan a tomar café a las 10h30, se marchan a comer a las 13h30, regresan a las 15h y vuelven a marcharse a las 17h30.
05 octubre 2009
la voluntad anfibia
Es fácil saber cuando uno corre o huye, no siempre tan claro reconocer cuando sucede lo contrario, quizá porque entonces lo que haces es andar sin sentir por qué, hacia dónde, si lo harás a tiempo. Ayer andaba uno las cuestas y praderas del parque natural de Peñalara y en un momento dado miraba mis pies como si fueran de otro, de tan poco que me necesitaran para seguir o detenerse. En la ciudad uno camina con su ritmo –dice mi amigo Bernard- al que faltara añadir que más que con la suma de esos pasos, lo hace uno con la resta de ellos: la paz de menos, la serenidad que sentimos ahorcada con la suma de sus cordones. No da un domingo en el campo más que para sacarnos de la jaula de rodillas para abajo y ojos para arriba. Pero es con las manos que hacemos el mundo. Es su rostro de puño lo que llama a las sienes como al carcelero.
02 octubre 2009
Ahora. Nunca.
Una de las razones por las que esta ciudad no merece albergar los juegos es porque en ella el deporte y la salud son áreas de negocio diferentes, en las que los objetivos y logros de una poco o nada tienen que ver con lo que se persigue en otra, como demuestra el férreo empeño en la no aplicación de la ley antitabaco, las emanaciones tóxicas que desprende el gobierno regional en buena parte de sus actos, o la trincherización de sus calles cuando la solución para lograr una ciudad más habitable sería tan simple como castigar sus causas –el tráfico- y no tratar de sobornarlas por ¿5 años más?. Madrid alberga no menos cuestas para aspirar a recorrerla en bicicleta como posibilidades de que cualquier otra solución sea sino coche para hoy, hambre para mañana. Aquí se obvia o desprecia el ejercicio como práctica diaria y se vive del deporte de masas. Los juegos se los merece el real madrid, o la selección de baloncesto, o Nadal. ¿Pero un país en el que los ratios de obesidad, tabaquismo y alcoholismo prematuro, drogadicción juvenil y estupidización televisiva son disciplinas olímpicamente alentadas? Que se los den a Chicago, al menos de allí ha salido el mejor y más inesperado saltador de vallas y estupidez que el mundo ha visto recientemente.
26 septiembre 2009
hágase el cambio
Ningún gobierno creó por si sólo este modelo productivo que tenemos de la misma forma que nadie inventa el amor, el desdén, la compasión o las acelgas. Ningún gobierno va a cambiar eso en 1, 2 o 10 legislaturas por la misma razón: lo que te encuentras hecho e implantado por décadas de uso automático requiere, para su modificación, de otra generación que quiera –qué comunidad de vecinos ha logrado nunca la unanimidad- y sepa –se ponga de acuerdo consigo misma y con quien le deja en herencia todo- proponer otro mejor. Y al contrario que el método para elegir gobierno, la coalición de quienes buscan cambiarlo todo no se logra aliándose con quienes cambiarían algo o con el apoyo puntual de quienes cambiarían algo el lunes para reimplantarlo el jueves.
Sencillamente el problema de gestionar la transformación de una economía repleta de bares, fútbol, televisiones tomadas por las moscas, políticos cucaracha, aulas como carreras de ignorantes y apartamentización del concejal primero, del paisaje después, es el de tratar de dar un uso mejor, más sabio, eficiente, productivo, a sus usuarios, es decir a los que llenan bares y estadios, a quienes sacan sus hijos al colegio como quien la basura de noche, a quienes llenan índices de audiencia, votan a quienes serían quemados incluso en Mahagonny y compran vistas a un mañana que no pueden pagar.
Ese cascabel no sirve para la economía porque no es de su talla, y porque las transformaciones sociales no llegan a la cabeza si antes han de pasar por los testículos. Y más fiable es esperar el progreso por la presión social, o cuando mostrarse como idiota en público es más visible –y señalable- en su excepcionalidad que comportarse como si la productividad de tus actos no dependiera de lo que te pagan por hacer 8 horas al día. Es un problema de escala, y mejorar el atroz diagnóstico que el FMI alerta sobre las bases de nuestra economía, el que los informes PISA entristecen sobre las perspectivas de nuestra educación, o lo que televisiones, periódicos y audiencias del fútbol dicen de la inteligencia dejada actuar libre, pasa por entender que la suma mayoritaria de individuos se comporta como un país que vive perfectamente cómodo con lo que tiene.
Sencillamente el problema de gestionar la transformación de una economía repleta de bares, fútbol, televisiones tomadas por las moscas, políticos cucaracha, aulas como carreras de ignorantes y apartamentización del concejal primero, del paisaje después, es el de tratar de dar un uso mejor, más sabio, eficiente, productivo, a sus usuarios, es decir a los que llenan bares y estadios, a quienes sacan sus hijos al colegio como quien la basura de noche, a quienes llenan índices de audiencia, votan a quienes serían quemados incluso en Mahagonny y compran vistas a un mañana que no pueden pagar.
Ese cascabel no sirve para la economía porque no es de su talla, y porque las transformaciones sociales no llegan a la cabeza si antes han de pasar por los testículos. Y más fiable es esperar el progreso por la presión social, o cuando mostrarse como idiota en público es más visible –y señalable- en su excepcionalidad que comportarse como si la productividad de tus actos no dependiera de lo que te pagan por hacer 8 horas al día. Es un problema de escala, y mejorar el atroz diagnóstico que el FMI alerta sobre las bases de nuestra economía, el que los informes PISA entristecen sobre las perspectivas de nuestra educación, o lo que televisiones, periódicos y audiencias del fútbol dicen de la inteligencia dejada actuar libre, pasa por entender que la suma mayoritaria de individuos se comporta como un país que vive perfectamente cómodo con lo que tiene.
10 septiembre 2009
Donde digo lo que Diego no dijo
En una reunión con los constructores de viviendas más importantes de España, la entonces ministra de Vivienda y ahora responsable de Defensa, Carme Chacón, dio un mensaje muy claro: que los promotores iban por el buen camino. "Nuestro sector inmobiliario es de los mejores del mundo. Vivimos un aterrizaje o ajuste suave", aseguró entre aplausos. Corría octubre de 2007 y ya eran perceptibles los síntomas de que el castillo de naipes construido ladrillo a ladrillo se empezaba a desmoronar. –escriben L. Doncel y R. Muñoz en El País, 6.9. Unas páginas más adelante, Rafael Méndez escribe: Noviembre de 2007. El número dos del PSOE, José Blanco, descarta que su partido vaya a gravar con un céntimo de euro cada litro de gasolina para combatir el calentamiento global: "El cambio climático no se combate con nuevos impuestos". Así enterró el borrador del programa electoral de medio ambiente de los socialistas. Consejo de Ministros del pasado 12 de junio. Nota oficial de La Moncloa: "El Consejo de Ministros también ha aprobado una subida del impuesto sobre hidrocarburos en 2,9 céntimos por litro para la tributación de la gasolina con y sin plomo y el gasóleo para automoción. [...] La imposición sobre los carburantes tiene un alto componente medioambiental, puesto que contribuye a racionalizar el consumo fomentando la eficiencia energética y reduciendo las emisiones de CO2, por lo que una eventual moderación del consumo, aunque tenga un coste recaudatorio a corto plazo, se consideraría positiva desde el punto de vista de los compromisos para la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático”.
07 septiembre 2009
últimas plazas
Uno vive en una estadística hasta que pasa a otra, a veces sin dejar el espacio que tienes alquilado en la anterior. Así, uno existe en la estadísticas de escritores que no publican, en la de lectores que tampoco mucho leen, en la de quienes no saben no pensar en la misma mujer, en la de quienes hubieran querido otra nariz, otros ojos, otro plan de pensiones. También en la estadística de quienes viven sanos y prósperos se halla uno, en la de quienes demasiadas veces desdeñan lo que tienen para pensar mejor en lo que quieren, en la de quienes no entienden a tantos. Un día llegará probablemente en que uno pase a la estadística de quienes padecen cáncer y se empieza a morir más deprisa sin saberlo. Somos ya infinitos en esa lista, en la anterior, en todas. El trasvase de una a otra es permanente, uno ocupa una silla perdida entre millones de sillas, y como ocurre en toda aglomeración, de alguna forma el estar entre tantos hace que uno esté menos en cada una de ellas. Así, acaso uno y su dolor y su alegría incompartible, imposiblemente propio e inenarrable, sólo está ahí para guardar el sitio a otro.