Es uno de esos días como prunos,
con un lado amanecido en primavera
y otro lanzado hacia delante,
mezcladas sus horas rosas con las oscurecidas.
En la llegada de abril están ya los inviernos
en el río de pétalos, que al más mínimo viento,
baja a hacer por el suelo lo que la vida cosecha por el aire.
Pero acaso el olor que embriaga es el de oscurecerse
y a la tristeza se llega emborrachado
de un color que sólo fugazmente soportamos,
de tan puro.
Atardecen las hojas mientras aclara el cielo,
mezcladas las lecciones del día y de la sombra:
que no es más resistente la vida al coagularse,
y pudiera por el gusano saber la flor logrado el fruto.
El pelo que fue oscuro será claro
y antes de morir florecerá tu día
como antes de vivirlo esta hoja oscura.
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