31 octubre 2013

donde mejor canta cualquiera


Hay cosas que se escriben para poder olvidarlas, y otras que para poder recordarlas con un detalle que no solo el papel merece. Que alguna de estas últimas sean imposibles de explicar a quien no las haya presenciado se volverá contra uno mismo llegado el día, pero no hoy, apenas veinticuatro horas después de que Alejandro Jodorowsky llene el Price con su bautismo coral de sanación y fraternidad. Para quienes han visto aplaudir de pie durante una hora a un intérprete o a un grupo de ellos, Jodorowsky es un baremo insalvable. Desde que manda levantarse al público a los quince minutos de empezada la función, es dudoso que quienes se sentarían de motu propio fueran más que los que hubieran permanecido de pie aunque el chileno no se encargara de que así sea durante la mayor parte de las dos horas largas de función.
El aspecto de bar que muestra el recinto entero –grupos de dos y tres personas, formadas necesariamente por extraños, contándose literalmente la vida unos a otros- no debe engañar. La mirada sonriente y plácida, o severa y solidaria, del desconocido que te escucha decirle cosas que, tan cruda, tan asépticamente, no dirías a muchos de tus mejores afectos, es, cuando le toca su turno de contarse, el mismo discurso despojado, crudo, sin escondites de quien describe su existencia de la única forma que acaso pueda hacerse si se aspira a decir la verdad: como si no fueras tú quien lo cuentas, o más exactamente, como si quien lo escucha –yo- no fuese sino un extraño al que solo un juego permite semejante proximidad. Y ni siquiera saber que lo que cuentas no será usado porque la otra persona no sabría cómo ni para qué ni contra quién evita el estremecimiento producto de jugar con otras dos personas –en otro ejercicio- a reconocerles como tus padres y decirles todo lo que no te gusta de ellos. Porque la mirada que te cruzas al bajar del escenario, donde, como todo el teatro, acabas de exhibirte tanto que ni importa que lo estés haciendo desde donde el propio Jodorowsky pasea, micrófono en mano, ya no es una que te acerca a un desconocido, sino una que significa “sabes algo que muy pocos saben”, como la otra persona ha de pensar de ti.
Que aligerar un peso que llevas dentro salga mejor si es un extraño quien te escucha podría explicarse en que, aunque Jodorowsky no lo diga, si vienes de contar eso a quien jamás has visto antes, quizá tampoco sea tan terrible como para que compense ocultarlo. Si no es lo mismo que un psicólogo es porque éste, al final de la sesión, no hace lo propio y te usa de testigo de lo más inconfesable que lleve dentro. Jodorowsky, cuya mejor obra literaria es aquella que recrea, fabulando a partir de hechos reales, la propia historia familiar y personal, escribió en La danza de la realidad, que tanto pensó, soñó e imaginó una amistad con la fiera pacífica que viera en una carta de tarot de niño, que la realidad le puso, poco después, en contacto con un león real. Habiendo su obra recorrido el camino inverso –la fabulación a partir de la realidad-, que ésta pueda venir a compensar o completar aquella habla de ese trato que hemos venido a respetar al Price: si sabiendo que la vida es un juego de azar, la responsabilidad nos abruma, quizá seguir jugando sea, de adultos, una forma posible de revertir el proceso o de ralentizarlo. 
Y no es un juego fácil: tres mujeres sentadas en la fila de delante abandonaron el teatro nada más empezado el juego, y tres de las personas sentadas a mi izquierda permanecieron sentadas sin jugar mientras el resto nos sacudíamos el orden establecido a gritos, a estertores, a abrazos. Tiene algo de ceremonia evangélica todo esto, y quizá uno tomaría a chanza el discurso reparador y lleno de amor y empatía que emana Jodorowsky si no sintiera alrededor, allí donde uno mira, la pura alegría pintada en el rostro de quienes vienen de pasar dos horas narrando o escuchando cosas en las que raramente faltara la tragedia, la humillación, la impotencia sin las cuales no se pasa por este mundo. Cuando, finalmente, anuncia el ejercicio más difícil, pide imaginarnos sin nombre, sin familia, sin país, sin nada de lo que tenemos. Improbablemente sabrá Jodorowsky que, nada más salir del Price, está el barrio de Lavapiés y su nutrida amalgama de seres que viven entre nosotros sin nombre, sin familia, sin país, sin nada de lo que tenemos. Y que, insospechadamente, se diría sonríen más que cualquiera de nosotros. 

27 octubre 2013

Huir de casa


Planteamiento/
La obra es Bienvenido a casa, una creación colectiva uruguaya, doliente y metateatral como tantas del ciclo Una mirada al mundo, que asombra por cuánto puede ser intensamente vivida y tan pobremente explicada a alguien. A juego con esa impotencia del tono teatral, algo sucede en la información impresa en el folleto general del ciclo: al citar las dos partes de que consta la obra, no aclaran que tienen lugar en días distintos. Asi que uno se encuentra volviendo al teatro al día siguiente. Improvisar eso puede entrar en conflicto con algo que uno ya tuviera en la agenda para ese día y esa hora.  
Nudo/
El Valle Inclán es el teatro público de más reciente creación en Madrid, fue diseñado para poder hacer cosas imposibles de concebir en el Español o el María Guerrero, aunque uno solo lo sabe un par de veces al año. Esta es una de ellas. Estrechada la nave principal sin que se sepa por qué, la acción transcurre en una habitación de la que llegan sonidos extraños al otro lado de la pared, demasiado nítidos y frecuentes para que sea un accidente, demasiado inconexos para entenderlos como parte de la obra. La respuesta llega al día siguiente. Sentados en las mismas butacas de ayer, se nos pide que subamos al escenario y crucemos la puerta que está a la izquierda. Por ella accedemos a otro escenario más pequeño, donde la historia se invierte: y mientras la segunda parte de la obra tiene lugar, sonidos familiares llegan desde el escenario principal, al punto de que se diría que están repitiendo diálogos escuchados ayer, como si mas vinieran del pasado de los protagonistas que del escenario.
Desenlace/
Como uno tiene una obra que empieza, felizmente al lado de este teatro, veinte minutos antes de que acabe esta, advierto a uno de los actores que he de abandonar la sala antes de que acabe. Éste me dice que es imposible, que no puedo irme una vez allí. Es el personaje quien me responde y no el actor. Ese será el gran error. Sentado en primera fila, nervioso ante la proximidad física de la obra, y desubicado respecto a la configuración habitual del espacio, escojo lo que parece la única salida, desechada la puerta por la que entráramos y que es parte del escenario y de la obra. Me escurro por ella en la penumbra y salgo a un pasillo entre las bambalinas del primer escenario. Nervioso como estoy, no miro hacia el escenario que presumo semiapagado y con los actores lanzando las voces para que resuenen en la obra de la que vengo. Escojo el camino más discreto, por detrás de la iluminación lateral y finalmente salgo por uno de sus lados. Levanto los ojos entonces. Estoy en el escenario. Y delante de mí hay treinta filas de butacas llenas de gente sentada. Asisten a la primera parte de la obra, como yo lo hiciera ayer. Antes de poder entenderlo, salto al patio de butacas sin mirar a mi derecha, donde siete actores paralizados han de estar mirándome. Subo las escaleras, salgo de la sala, me acerco a un grupo de empleados del teatro. Les explico el desastre. Pido perdón. Dejo de temblar una vez sentado en el otro teatro, quince minutos después. 

26 octubre 2013

vida


Una conversación de mañana sobre una editorial que se ha de llamar El perro malo es, doce horas después, el nombre exacto del dolor que impide dormir a una mujer. Una obra de teatro, que dura apenas una hora, convoca a los espectadores a volver al día siguiente, como si el entreacto fuese algo que necesitan los personajes y no el público. Los sonidos que hace una casa de noche desaparecen si te levantas de la cama. Cuando te vuelves a acostar, llueve y el repiqueteo de las gotas en las ventanas del techo silencia todo lo demás. Al día siguiente, mientras desayuno, un halcón viene a posarse en la salida de humos de la caldera. Si abriera la ventana y estirara la mano, casi podría tocarle. Duermes y te pierdes cosas.

salir a conocer gente



25 octubre 2013

liderando la estadística


“La isla de kim jong-un es impresionante. Es como Ibiza, o Hawai, pero él es el único que vive en ella. Hemos cenado y comido juntos, hemos montado a caballo, hemos hecho esquí acuático, hemos viajado en su yate…Mide 70 metros, es un cruce entre un ferry y un barco de Disney. Sentado a su lado pensé que me gustaría que la gente de occidente viera que en Corea del Norte no se vive tan mal”. Todo allí es de siete estrellas. No puedes encontrar una mota de polvo en el suelo o en la pared. Su gente se desvive por hacerle feliz. Nunca he visto nada parecido. Kim Jong-un entra en una habitación y todos se levantan, sus hermanos, sus amigos, y aplauden. Lo hacen por respeto y no les importa hacerlo. Uno pensaría que este chaval es un idiota pero no lo es. Es mucho más grande que Obama.” –declara Dennis Rodman a The Sun.
Quizá porque en su vida anterior, como jugador de baloncesto, se ganaba la vida brillantemente recogiendo aquello que otros tiraban, el excelso reboteador Rodman luce estos días como campaña permanente a favor de alguien –kim Jong-un- que también se ganaría mejor la vida limpiando pabellones o vendiendo palomitas en su interior de lo que sirve a su país como líder de Corea del Norte. Hasta aquí nada anormal: un infeliz sin grandes luces en el puesto más explícita y peligrosamente equivocado, y otro que, habiendo dejado el trabajo en el que descollaba, se siente extraviado y a merced de sus impulsos sin que, en esta parte de su vida, haya un arbitro que le impida cometer más de seis en el mismo día. Tampoco extraña que la estupidez política parezca encontrarse cómoda con su equivalente en deporte. Lo prodigioso es la capacidad de Rodman –que jugó en equipos repartidos por todo el país y cuyo trabajo le permitió viajar miles de veces dentro y fuera de los límites de Estados Unidos- de blindar su inteligencia a cualquier noción de realidad que le vacunara contra el ridículo. Y no. De noche ha de sentirse confortado sabiendo que, trece años después de dejar la nba, su vida sigue dependiendo de la habilidad de elevarse y caer cuantas veces sea necesario, en el menor tiempo posible.  

24 octubre 2013

two on the road


Wild at heart, estos días en la Filmoteca, gustaría menos a Stanley Donen de lo que David Lynch ha de apreciar Two on the road. Programar ambas seguidas no ha de ser menos sugerente, una vez vistas sus versiones de la mezcla de amor y desguace de la que no puedes separarte, que hacerlo con sus respectivos retratos del amor que buscas para mejor perderlo –Respectivamente On the town y The Straight story. 

leer en defensa propia


Un país de lectores mediocres es el sueño de una casta política a dieta de la espiga variada del analfabetismo moral. Por eso la mano izquierda que esparce ignorancia, mezquindad y puerilidad desde el discurso político o financiero sabe lo que la mano derecha sostiene mucho antes de que esos papeles arrugados sean nítidamente las estadísticas de comprensión lectora y matemática del Informe Pisa. En ello el artículo de Andreas Schleicher, director del programa PISA, publicado en El País 10.10 sobre las oportunidades de futuro se lee como uno sobre las oportunidades de pasado –“ En España, el salario medio de los trabajadores que han obtenido niveles de competencia cuatro o cinco en comprensión lectora —lo que significa que pueden realizar inferencias, sacar conclusiones complejas y detectar matices en los textos escritos— supera en más de un 60% el salario por hora de los trabajadores que obtienen niveles de competencia uno o menor de uno —que pueden, como mucho, leer textos relativamente breves y entender vocabulario básico—. Las personas con baja competencia lectora tienen también casi el doble de probabilidades de estar desempleados. En resumen, tener un nivel bajo en este terreno limita seriamente el acceso a empleos mejor remunerados y más gratificantes. Y las competencias básicas determinan más que los ingresos o el empleo. En todos los países, los adultos con niveles más bajos en comprensión lectora son mucho más propensos a tener mala salud, a percibirse a sí mismos como objetos más que como actores en los procesos políticos y a tener menos confianza en los demás.” –escribe antes de citar cómo más de un tercio de los universitarios españoles no obtienen una puntuación más alta del nivel dos (sobre cinco) en la prueba de comprensión lectora.
Se ignora la variable más relevante porque es más ardua de evaluar: el peso de “las inferencias, las conclusiones complejas y la detección de matices” en lo que ocurre fuera de las aulas, en las conversaciones libres de contenido específico, como es el que sucede en un entorno laboral, es decir, en aquello a lo que la población dedica su tiempo de ocio. Las estadísticas de consumo televisivo, las ventas de periódicos y libros, los índices de lectura y la lista de aquello que más se lee, la persistencia en reelegir gobiernos nítidamente corruptos o visiblemente escorados hacia lo reaccionario dibuja un informe que no tiene menos de torre inclinada que el que se publica estos días.
El logro de la clase política es imitar a la gobernada, y el de ésta, sentirse cómoda con el nivel obvio de aquella, por eso ambas persiguen con igual ahínco el empobrecimiento de los que se percibe, la distorsión o la invisibilidad del patetismo político y la estafa financiera, de las responsabilidades explícitas que pasan por los juzgados con la calma que da saber que, en las próximas elecciones, nada de esto importará. Ni a unos ni a otros. Cuanto peor se lee sobre papel, peor se lee a quien diariamente insulta el sentido común o lo pervierte en declaraciones torvas, aberrantes, analfabetas o todo al mismo tiempo. Eso sí, el fraude no distingue entre quienes leen aparentemente como deben y quienes no, y si un grupo de graduados en derecho en California demandaba hace unos meses a sus universidades por haberles creado falsas expectativas laborales, en nuestro país maravilla ver amanecer intactas las sucursales de bankia, tal es la adaptación a la normalidad con la que la estafa vive entre nosotros.
Gramática define algo más que las normas que rigen la escritura: es una noción general que habla de las herramientas interiorizadas que ayudan a decodificar el mundo cuando parece algo claro, y cuando es todo lo contrario. Una herramienta que sirve para apreciar la verdad cuando se está delante de ella y también para detectar la mentira, para sobrevivir a ella a tiempo. Nadie que haya leído a Flaubert o Tolstói podrá decir que si la sinceridad puede adoptar las formas sospechosas del engaño, las apariencias o el afán por negar lo obvio es consustancial al relato diario jurado como verdad, sea dentro de una oficina o en una relación sentimental. Leer adecuadamente permite leer lo que hay cuando cierras el libro, al igual que tan nítidamente no leer equivale a ver lo que nos piden firmar, suscribir o votar como un libro cerrado, opaco.
Como cualquier estadística que pretenda dibujar en pocos trazos claros la maraña de causas que conforman las decisiones sociales, el informe PISA sirve más para señalar las carencias que para apuntar dónde o cómo repararlas. Una forma de avanzar sería entender que lo que forja el conocimiento es el interés, y que éste vendrá más fortalecido de fuera a dentro de un colegio que del colegio a la sociedad. Más valioso, pues, el informe PIAAC, que mide las mismas competencias con adultos de 16 a 65 años. Si el desastre que confirma éste es más claro en sus causas es porque es aquel –PISA- el que nace de éste, y no al revés, como pudiera suponerse. Pues cómo hallar interés de niño, cómo otorgar valor a algo que, fuera de clase, en la sociedad entera, apenas importa lo bastante como para existir sin que te obliguen.
Se lee estos días sobre el estudio de la Universidad de Londres que deduce cómo es la educación de los padres y no su nivel económico el factor que más determina el nivel cognitivo de sus hijos, cómo “los recursos culturales accesibles en el hogar –libros, periódicos, música, cine…- son todavía más decisivos a la hora de predecir los resultados que ese nivel educativo”. Pam Belluck escribe en el New York Times cómo “un estudio reciente señala que la ficción literaria suele dejar más margen para la imaginación, obliga a los lectores a hacer deducciones sobre los personajes y les impulsa a ser sensibles a los matices y complejidades emocionales. Publicado el 3 de octubre en Science, comprobó que, tras leer ficción literaria, en contraposición a la ficción popular o la no ficción seria, los lectores obtenían mejores resultados en pruebas que miden la empatía, la percepción social y la inteligencia emocional. Investigadores de la Nueva Escuela de Investigación Social de la ciudad de Nueva York pidieron en una prueba a los individuos que acababan de leer ciertos pasajes que analizaran fotografías de ojos y eligiesen el objetivo que mejor describiese la emoción que transmitía cada una. ¿La mujer a está aterrada o dubitativa? ¿el hombre b es desconfiado o indeciso? ¿la mujer b está interesada o irritada? ¿soñadora o culpable?. Descubrieron que quienes habían leído ficción literaria obtenían mejor puntuación que los que habían leído ficción popular o no ficción. Y los lectores de ficción popular cometieron tantos errores como quienes no habían leído nada”.
Son sus últimas líneas –“los escritores son a menudo obsesos solitarios. Es agradable saber que lo que haces tiene un valor social. Aunque seguiría escribiendo novelas aunque no tuviesen ninguna utilidad”- las que extractan la dificultad de discernir el valor social de algo que entraña tanto placer realizar que uno ni siquiera tiene problemas en seguir haciéndolo aunque no haya nadie esperando, aunque nadie vaya a leerlo nunca: en un mundo donde lo conveniente, aquello que necesitas para un desarrollo personal más pleno, tiene que ver con materias de estudio o hábitos que conllevan esfuerzo o cierto sacrificio, leer literatura de calidad, como escribir, son actos puros de placer y simultáneamente el más potente comprimido vitamínico que el cerebro pueda absorber. Su gestación gratuita tiene, al otro lado del proceso, el valor de lo imprescindible. En esa mutación de su peso real se extravía no poca de su relevancia pública, pues cómo entender que lo que está aquí para hacerte más feliz pueda ser, también, lo que podría salvarte la vida a la hora de sobrevivir al trabajo, a las decisiones políticas, a las personales que más importan. 

23 octubre 2013

de noche, justo antes o después


Es una ironía que, de los dos personajes de Bernard-Marie Koltès que han estado en cartel simultáneamente, el que haya sobrevivido a Roberto Zucco sea el desdichado que recorre De noche, justo antes de los árboles. No solo porque, de todos aquellos cuya desdicha recreó Koltès, el perdedor sea el último que escribió y el superviviente el primero, sino porque Zucco lo tiene todo para resistir lo que venga, mientras que del protagonista de De noche, justo antes de los árboles apenas se explica que saliera vivo de la primera paliza de la que viene. Encarnado por un extraordinario Juan Ceacero estos días en el Teatro del Arte, en pleno Lavapiés, una segunda ironía viene así a buscarle: rodeado de miles de extranjeros que sin problemas podrían reconocerse en él, y que dudosamente entrarán a verlo, es tanto el milagro de una ficción como el ejemplo de una realidad aún más asombrosa. 

22 octubre 2013

inmóvil, de caoba, vacío


A fin de poner en su lugar (británico) a Carlos de Inglaterra, que luce un historial de opiniones públicas sobre arquitectura, medio ambiente y ahora de pensiones y sostenibilidad, recuerda Walter Oppenheimer en El País cómo “Isabel II nunca ha opinado de nada en público”. Sabemos así que lo que no lograra la generalización de la escolarización y el acceso a la lectura y la educación superior podría lograrlo Ikea: la posibilidad de, llegado el día, distinguir entre muebles absurdos y los que necesitas alrededor. 

en peligro de extintor


Un Congreso del estado de la Lengua en el mundo sirve para predecir la mudez. “Suenan voces advirtiendo que el libro, analógico o digital, solo sobrevivirá si hay verdaderos lectores, y que esa estirpe corre el peligro de extinguirse, si no se modifican y adaptan con urgencia las estrategias de fomento de la lectura” –escribe Winston Manrique Sabogal desde Panamá en El País 21.10. “El placer de leer ha de imponerse al uso utilitario” –sigue, para citar cómo en Latinoamérica se leen entre dos y cinco libros al año. Diez en España. “Cuando se lee no se aprende algo, se convierte uno en algo” –cita a Goethe. El cine llegará al horizonte probable antes que la literatura, y cuando la piratería impune y el consumo doméstico hayan cerrado los cines, la oferta creará en Internet una isla menos vulnerable que ahora, una donde el acceso universal  complete los ya inexistentes gastos de distribución y márgenes del exhibidor. Desaparecerán los cines y lo harán casi seguro las librerías, y al hacerlo, habrán caído las barreras que para apostar por un autor desconocido exigen que sea… conocido. Menguarán los libros pueriles que nutren hoy los escaparates y las manos que los sostienen. Y sin la presión que sobre la decisión ignorante ejercen hoy las tiradas enormes y ubicuas de los clancy, follet, brown, james, morton o Rowling, quizá leer se convierta en un acto que busca previamente una crítica favorable y no solo la frecuencia banal de quienes lo sostienen. Desaparecidos los intermediarios buenos –las librerías- lo harán también los malos –tantas de las editoriales-, y así, desprovisto el escaparate físico de su peor enemigo –la necesidad de vender como chorizos lo que no debieran serlo-, asomarán más y mejores textos, que no necesitarán un nombre famoso –un único nombre famoso. Y probablemente privados los escritores de ese medio de vida, habrán de alternarlo con otro. Se escribirán menos libros. Y muy mala suerte tendremos si esos son peores que los que se escriben hoy. Y acaso, solo acaso, de esos diez libros que un español lee cada año –cifra irrealmente optimista, por otro lado- alguno de esos no será una novedad, sino un libro antiguo, escrito unas décadas o unos siglos antes. Y cuantos más libros antiguos se lea, más y mejor se leerá. Y algún día, dentro de muchos, muchos años, a alguien se le volverá ocurrir imprimir un texto y encuadernarlo. Y a alguien, llegado el día y el número de libros suficientes, quizá se le ocurrirá abrir una librería. Y todo volverá a empezar. Y antes de que el dinero imponga sus normas de nuevo, quizá, solo quizá, Goethe tendrá razón.

21 octubre 2013

perder ante el espejo


El cine estadounidense acumuló dos prodigios idénticos en la década de los 70. Y ambos fueron derrotas. En 1974 Francis Ford Coppola presentó la segunda parte de El Padrino en el festival de Cannes y perdió ante Francis Ford Coppola, que también presentaba ese año La conversación. Lo que cualquier director firmaría haber logrado en toda su carrera, llevó doce meses a Coppola. No habían pasado ni tres años cuando John Williams compuso la música de Encuentros en la tercera fase, que acabaría perdiendo el oscar de ese año ante John Williams y su música para La guerra de las galaxias. Lo raro no es la duplicidad -un director puede rodar dos películas en un año y un compositor, poner música a cuatro en ese tiempo-, sino el caudal de talento que no merma en la acumulación de trabajo. A quien derrotas describe también tu victoria y que ambos sean el mismo solo asombra hasta que se mira lo que Coppola fue capaz de hacer entre 1972 y 1983, y la inmarchitable fuente que es Williams desde hace medio siglo. El primero iba a repetir la proeza ese último año, al rodar The outsiders y La ley de la calle. Williams no merece ni el cálculo, es más fácil encontrar años en los que no aparezca nominado que aquellos en los que compitiera por duplicado. Para compensar, el protagonista de La conversación no pierde menos que quienes pueblan la segunda parte de la saga mafiosa, y la mezcla de derrota y triunfo no es menor en Encuentros en la tercera fase de lo que lo sea en La guerra de las galaxias. Ese mecanismo conveniente, también fuera de los cines: que no se note que ganas, que no se note que pierdes. 

19 octubre 2013

el pasillo intransitable


La derrota de lo cultural frente al instinto que nos sube desde dentro es poco comparado con la indefensión que ha de sentir el niño que fuimos al observar las decisiones que tomamos de adultos y que afectan a la misma experiencia educativa. Y así, la reforma que, entre otras cosas, torna evaluable la asignatura de religión, si no para detener el tremebundo abandono escolar (1 de cada 4 estudiantes), habrá servido para hacer más amenos los tiempos entre clase y clase, pues es dudoso que al enseñar la religión se haga con los criterios de objetividad a los que se aspira en el resto de asignaturas, con lo que, obligados a estudiar las apariciones de los ángeles, la multiplicación de panes y peces o la resurrección de los muertos con la misma pátina de realidad que acompaña a las ecuaciones, las reglas de puntuación o la orografía, el ánimo de quienes creen valioso lo primero podría volverse en contra del objetivo mismo de la reforma, pues quién querría conceder importancia al estudio si éste incluye tomarse en serio, en igualdad académica, la curación de los ciegos con solo escupir en la arcilla y aplicar un empaste. “Se priman la detección precoz de los problemas de aprendizaje y las medidas de mejora del rendimiento” –explica el ministro de educación en El País 18.10 tras admitir que a los 15 años, 4 de cada 10 alumnos ha repetido al menos un curso en nuestro país. No cuesta mucho imaginar que a un consejo de ministros, o reunión similar, solo ha de sobrevivirse si aceptado tácitamente el mismo grado de ficción como real, y los suspensos evidentes como meramente opinables. Prisioneros de un chantaje ideológico –religiosamente ligado a su público natural, los ancianos- y de otro financiero -el que nutre sus campañas electorales y sus sobresueldos- la reforma anunciada es así más una contrarreforma, que se debe a sus patrones y no a la sociedad. La iglesia requiere obediencia ciega y el gran dinero, cualificación escasa. La algarabía de un colegio ha de ser poca comparada con la que ha de resonar en los pasillos de ambos poderes. 

18 octubre 2013

cartas desde el nivel 8


Escribe mi banco. En una hoja me describen los perfiles de complejidad y de riesgo de los productos que tengo contratados. Indica la volatilidad de los productos, es decir “de la facilidad con la que dicha inversión alcanzará valores extremos de rentabilidad, buenos o malos”. Pero en la segunda hoja figuran solo dos planes de pensiones, ambos de perfil medio-bajo. El depósito a plazo fijo que tengo contratado no aparece. La explicación figura abajo: “no contabilizan los depósitos que tienen un perfil muy conservador”. Como si la prensa no explicara ya bastante. 

17 octubre 2013

cera para oír mejor



En un país que ha hecho del inicio de la formación académica de un individuo el del comienzo de su carrera como deudor, sorprende en el partido republicano estadounidense la pulsión por considerar la deuda pública como un instrumento del socialismo y no de las libertades o el sistema de libre mercado. O que uno de los senadores a sueldo ideológico del tea party clame, minutos después de alcanzado un acuerdo que desbloquea el acuerdo presupuestario, que “el senado se niega a escuchar al pueblo americano” cuando el objeto mismo de sus propuestas derrotadas es, explícitamente, negar la posibilidad a cincuenta millones de esos ciudadanos de acceder a un seguro privado financiado por el gobierno, que de otra manera no podrían permitirse. No sorprende la maniobra del partido republicano de ganar mediante el chantaje lo que en las urnas no se logró. Tampoco sorprende que john boehner, representante del partido republicano en la cámara, y su presidente actual, concediera como argumento de la maniobra el no rendirse, en vez de razones que acaso le obligarían a admitir que la oposición que lidera es un juego de piezas electorales –esto es, de bloqueo o sabotaje continuos- y no de gestión que contribuya al desarrollo de un país, como las ínfulas de patriotismo del tea party buscan sugerir. Una reforma sanitaria que reduzca las desigualdades e incluya entre sus beneficiarios a quienes no pueden pagar la inabordable sanidad privada es algo que enorgullecería a cualquier país que eligiera a políticos sensatos para lograr objetivos sensatos. Parte del fracaso tan obvio radica en que el sinsentido, como otras muestras del desvarío en política, rara vez cree necesitar una sanidad más accesible. Cómo podrían saberlo. 

el hilo


Creado en el cruce mismo de una catástrofe –lo que la piratería hace a los cines- y una elección íntima –optar por la reducción del tamaño de la experiencia-, Gravity es también un cruce de ambas –del cine de catástrofes y de la perspectiva privada, incompartible. Por eso su mejor momento, de serlo mejor que la charla que mantienen los supervivientes de camino a la Estación Internacional, es el más inverosímil, uno que usa los destrozos materiales y los de la conciencia para crear una salida a ambos. Entre lo soñado y lo merecido, la fabula asoma justo cuanta más realidad se acumula, que es decir cuando menos puede soportarse. Como si a esa distancia de la tierra, la primera pesara tanto como la segunda. 

16 octubre 2013

Desintégrelos, señor Sulu


Cada día más parecido en aspecto a Spock, incluso el título de la tesis doctoral con la que ibarretxe obtuviera un sobresaliente –“principio ético, principio democrático y desarrollo humano sostenible: fundamentos para un modelo democrático” tiene que ver con algo tan vulcaniano como la atenuación de lo que, habiendo fundado su gobierno en los votos de cómplices y portavoces de asesinos, para el resto es una cosa bien distinta. Clamando vestir, ya desde arzalluz, el uniforme del Enterprise mientras las formas son las de los Klingon, el afán de llegar cómo sea, sobre la sangre o la extorsión, allí donde ningún pueblo vasco ha estado jamás, creado como propulsor, es solo el escudo.

15 octubre 2013

péguese en lugar visible


“Afortunadamente, la calidad del cine español no tiene nada que ver con lo que el señor montoro o yo pensemos de él” –dice José María Lassalle, confirmando lo que la cultura importa en quien administra los fondos que lo nutren o lo asfixian: que la verdad resplandeciente, de tan obvia, empieza y acaba en lujos del sistema como la cultura o la educación. Que lo que se dice y es radicalmente honesto para éstos, no necesita del pudor que da aplicarlo al resto de áreas que el gobierno perpetra. 

14 octubre 2013

guerra santa. una aproximación

http://elpais.com/elpais/2013/10/04/opinion/1380878175_491305.html

13 octubre 2013

la bruma contra el tiempo


El mismo día en que escriben unos amigos desde Bariloche muere el nazi erich priebke, quien pasara casi cuarenta años refugiado allí. Incluso de haber vivido uno solo de los 335 presos italianos asesinados en Roma bajo su mando en 1944, improbablemente habría sobrevivido a priebke, fallecido a los 100 años en la misma ciudad italiana. Hasta cincuenta años después de aquellos hechos, cualquier descendiente o familiar de los ejecutados podía haber viajado a Bariloche y al pasear por sus calles, cruzarse, sin saberlo, con el criminal. Peor es saber que, tras cuatro décadas de vida plácidamente inmune a sus actos, priebke acaso pudo haber llegado a vivir como si aquello fuera solo un mal sueño, dado que nadie venía a despertarle. Que su nuevo sueño sea peor y goce de la misma fortuna.

12 octubre 2013

de qué careces


En el examen de capacitación anunciado en Madrid para los músicos que quieran tocar –es decir, que tocan- en la calle, y cuya norma contempla que roten cada dos horas y estén separados por 75 metros, el imposible espejo político: que no baste con emitir ruido y que alguien te escuche o eventualmente aplauda. 

play it again, cheewie


Ocho de las quince piezas programadas en el concierto de la Film Symphony orchestra para el jueves y el viernes en el Auditorio Nacional son de John Williams. El año pasado lo eran todas. Solo cinco días antes del primer concierto se anuncia el programa y con ello se pierde una oportunidad de dar a esas músicas la ocasión de valerse por sí mismas, pues ninguna es mejor por saber antes de oírla a qué película sirviera. Y quizá sin ese peso previo –el de anteponer la fama a la partitura- la música de cine, tal y como se entiende hoy día en los rarísimos conciertos que la albergan, podría mostrarse con una grandeza que, con perdón, no requiere a Hans Zimmer o a James Horner, y sí a Franz Waxman, Miklos Rosza o Bernard Herrmann. Nadie sonaba mejor en el concierto inaugural de la temporada de la ONE, el año pasado, que Max Steiner, el tercero de los hombres abrazados que pasean por la pista de aterrizaje al final de Casablanca. 

10 octubre 2013

herencia


Uno entra a un hospital buscando saber si se muere pero la muerte está ese día lejos. Con un gusto que no siempre demuestra, escoge citarse con una mujer hermosa de 91 años, en la costa cálida de Levante. Dejarse besar, incluso por la muerte, es también una forma de herencia, que sobrepasa a su hija para prolongarse en quienes conocieran a ambas. Y así, lo que dejas en muerte es nada comparado con lo que dejaras en vida. Lo que enseñaras en casa, nada comparado con lo que vinieran a aprender de fuera. De todo lo que uno es o hace gracias a ambas, tocar a todos aquellos con los que hablo es lo que más agradezco, la forma de amor que menos elección requiere, acaso la única fácil de tomar. “Los seres humanos tienden a no recordar más que dos momentos, el más intenso y el último” –escribe Claudi Pérez hoy en El País, como si honrando a quienes siembran el primero de forma que el último no acaba con lo logrado. Triste destino el de la muerte, tener que besar mañana a alguien después de hacerlo a C.

09 octubre 2013

bajo el sombrero adecuado


Las cajas en las que Gay Talese guarda la información recopilada para sus escritos aparecían hace poco en El País como en un búnker, tal si fueran a ser necesarias llegado el día. Un anacronismo más, como su inseparable sombrero. O quizá no. Pues, como el sombrero en sí, preserva no solo la cabeza sino lo que hay en ella, sea una idea del periodismo o una aún más romántica sobre la vestimenta de un caballero. Esta mañana, un clon bastante aproximado de Talese paseaba junto a la plaza de toros de las ventas –traje, sombrero, bastón, andar pausado. A su lado, la plaza parecía una de esas cajas que uno no sabe qué hacen en el búnker.

08 octubre 2013

el peor amigo del cerebro humano


Quién en la profundidad de las hemerotecas sobre el sinsentido podría recordar unas declaraciones de la actual alcalde de Madrid hace unos años, cuando, con el Proyecto Gran simio reclamando derechos para los grandes primates, la entonces concejala despachara el tema diciendo que lo último que cabía esperar es darles derechos humanos. Y uno esperaría que los avances que cuenta The New York Times - http://www.nytimes.com/2013/10/06/opinion/sunday/dogs-are-people-too.html?pagewanted=1&_r=0&smid=fb-nytimes- sobre la investigación en el cerebro canino den de sí lo suficiente como para que el parecer de un perro o de un primate sobre la reforma de la ley del aborto que defiende el antiguo alcalde de Madrid incluya ese producto obvio de la investigación en animales: lo cerca que estamos de ellos. Y cómo mientras éstos se acercan a nosotros, algunos de nosotros huyen en dirección contraria, ojalá en dirección a ese mismo laboratorio, donde poder ser analizados o reeducados. 

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Mezclados el deseo de epatar y la ausencia absoluta de pudor con la que Angélica Lidell sale a escena, sus obras son cada vez el making of de la obra, también una sucesión de escenas afiebradas cuyo sentido es el de esperar el catatónico momento que en cada montaje interrumpe la obra para que el público juegue a ser el psicoanalista al que Lidell se dirige. Cansinamente autoindulgente con su malestar, y  tratado éste como si una atracción de feria, cada obra suya es cada vez menos obra y más solo suya. 

05 octubre 2013

improbables barcos dobles

Una semana de retraso en la presentación de los presupuestos generales del estado para 2014, que casi duplica la inversión destinada al teatro, y lo que ocurre estos días en Madrid hubiera semejado una profecía: no uno, sino dos Festivales de Otoño. El primero y tradicional, radicado en los Teatros del Canal, abre hoy con Angélica Lidell. El segundo, nombrado Una mirada al mundo, cumple su ¿séptima? edición en los Teatros del CDN. Escindido y profético también, el teatro magnífico de Wajdi Mouawad, que se edificara sobre Incendies, su versión de Edipo, luce Seuls hasta el domingo como lo hicieran, los últimos dos fines de semana, la producción moscovita del Teatro del Arte de El duelo, de Chéjov, y lo que Cheek by Jowl ha hecho de Ubu Roi, de Jarry. Uno intenta imaginar dos veces, es decir cuatro, semejante nivel de excelencia, y no puede. 

04 octubre 2013