En el examen de capacitación anunciado
en Madrid para los músicos que quieran tocar –es decir, que tocan- en la calle,
y cuya norma contempla que roten cada dos horas y estén separados por 75
metros, el imposible espejo político: que no baste con emitir ruido y que
alguien te escuche o eventualmente aplauda.
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