El mismo día en que escriben unos
amigos desde Bariloche muere el nazi erich priebke, quien pasara casi cuarenta
años refugiado allí. Incluso de haber vivido uno solo de los 335 presos
italianos asesinados en Roma bajo su mando en 1944, improbablemente habría
sobrevivido a priebke, fallecido a los 100 años en la misma ciudad italiana. Hasta
cincuenta años después de aquellos hechos, cualquier descendiente o familiar de
los ejecutados podía haber viajado a Bariloche y al pasear por sus calles,
cruzarse, sin saberlo, con el criminal. Peor es saber que, tras cuatro décadas
de vida plácidamente inmune a sus actos, priebke acaso pudo haber llegado a
vivir como si aquello fuera solo un mal sueño, dado que nadie venía a
despertarle. Que su nuevo sueño sea peor y goce de la misma fortuna.
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