31 diciembre 2007

irse o no irse

Del año que se va, lo que se oye en To be or not to be, de Lubitsch, cuando un marido descubre la infidelidad de su mujer al tiempo que ha de partir para el frente: te perdono, pero si vuelvo ya hablaremos.

28 diciembre 2007

fuimos, seremos, sois

El editorial acentuado –sarcástico, ácido, tan ese tono de los gratuitos- con que amaneció El País tras su último rediseño imprimía el 23.12 una glosa de ignacio astarloa, a sueldo del pp como responsable actual de libertades públicas- en la que se recuerdan sus declaraciones recientes –pura liberación pública la de decir lo primero que se nos viene a la libertad- al unir la agresión a cierto personaje de la televisión con la política antiterrorista del gobierno. Y suena este acento a losa debida sobre esa impunidad de la memoria breve, encima de esa versión de la identidad que es camuflarla en la más fugaz de la identificación, tan opinable siempre. No es este astarloa peor que otros en el hábito de juzgarse a partir de lo que hará mañana en lugar de fundar nada en lo que viene de hacer o decir. Estuvieran las calles embadurnadas de periódicos antiguos y uno está convencido de que la realidad resbalaría por sobre ellos sin que el más mínimo pudor asomara al verse insultados por esa pestilencia que deja el defender, a cada poco, ideas incompatibles entre sí, pero cuánta tinta malgastada, cuanta energía la de recopilar, difundir, asquear los oídos con el juego de la indignación permanente, aunque contradiga la de ayer, la de mañana, la de ese tiempo suspendido –y con un cero- de la mera cordura. Por invencible, el desaliento de ver los altavoces a sueldo de la estupidez, los medios a disposición del relato pueril, necio, preinteligente de tantos y tan votados, pues, como han de saber los sordos, nada miente más el deterioro de los propios sentidos como la costumbre de no salir del ruido.

24 diciembre 2007

navidad, un cuento

Refiere nacho haber leído el relato de F., cazador conocido suyo, que en un viaje a Hungría y habiendo negociado la obligatoriedad de vislumbrar pieza, hallándose en un puesto, por tres veces fue advertido por el ojeador acerca de un cervatillo que aparecía y desaparecía, siempre en el mismo sitio del bosque. Escamado y sin haber podido disparar un solo tiro, F. echó a correr hacia el lugar de la epifanía y allí halló a un hombre que, de rodillas, movía y desmovía un ciervo congelado.

22 diciembre 2007

deontologicus rex

Refiere El País hoy viernes de la publicación de un informe editado por el colegio de periodistas de cataluña en el que se afirma que la teoría de la conspiración ha socavado la profesión, la deontología periodística. En una de las páginas vecinas, se lee acerca de los problemas de renfe en cataluña estos días algo así como que la construcción de las líneas ferroviarias avanza mucho más lenta que los trenes que después los recorren. Y posiblemente las dos noticias hablan de los mismo: una vez lanzados, la propia velocidad hace irrelevante la observación, el juicio o simplemente la memoria de lo que hubo de hacer, o deshacer, para llegar a donde se está. Como en aquel aserto de Churchill, el periodismo es, en la medida en que puede, la continuación de las guerras por otros medios, y a qué repensar si el verbo lanzar sirve a las bombas como a los ejemplares que salen de la rotativa. Dentro o fuera del periodismo, la deontología es generalmente un fósil en manos de los reptiles, y como éstos, el sol que más calienta es el que les permite comer. Como sucede con las iglesias, esparcir las heces de la duda es la primera norma si quieres aspirar a que alguien las considere viables, porque conlleva reconocer como sacerdote a quien las erige. Es generosamente elegante tildar de bastardos los intereses que mueven a la cope, el mundo o telemadrid a ensuciar de mentira las chiqueras en que han de salir a alimentarse y alimentar a los demás. Es sólo contabilidad, balances, ejes de ordenadas y abcisas. Las mismas con que la iglesia hace sus cruces. Al respecto, impagable el artículo de Millás, también hoy.

17 diciembre 2007

madrugan los espejos

Si contadas en línea recta, las cosas cuentan de aquellas a las que preceden y a las que anteceden, la primera mañana después del drama usual con que cae el telón enésimo y nocturno sobre cierta relación, sucede frente a mi tía X, que cumplirá cien años en enero y a quien no veo desde hace ¿tres?. Espera la muerte como quien el desayuno, y en su cuerpo exhausto se abre paso con esfuerzo la lucidez que se comerán los gusanos. De vuelta es mi madre la que trae memoria cercana de mi tía Y, centenaria en prosperidad, cuya salud quebradiza añora también morir. Viene uno de querer lo mismo a pesar de que ninguna razón más que esa tendría para desearlo. ¿Soy yo el ejemplo de lo que quieren es lo adecuado, o son ellas el ejemplo de lo que quiero hay que ganárselo?

16 diciembre 2007

en el aire

Delante de un micrófono y de quienes han venido a escucharte uno siente el poder de un tertuliano, y asusta pensarse a merced de esa responsabilidad si equis horas al día, pues entre la vanidad y el autocontrol, aquella habla en micrófonos lo que el último en susurros.

10 diciembre 2007

cenicientos

Hace unos días, horas antes de cerrar el metro, éste se había cerrado de repente sobre 3 jóvenes probablemente marroquíes. Acorralados contra la pared entre un cajero automático y un teléfono, al pasar acerté a oír cómo el agente de seguridad más próximo les aleccionaba a decirle dónde vivían, de por medio había una recompensa pues la frase tenía delante un Si. Justo a espaldas del guardia, a unos metros dormían las zapatillas de los tres retenidos, los agentes entre los descalzos y sus pies. No muy lejos, se debate en Italia estos días la posibilidad de expulsar a no sé cuántos rumanos por su implicación delictiva, y el entusiasmo natural de la ultraderecha italiana tiene efectos inmediatos en Estrasburgo, donde el parlamento europeo exige un mínimo de 20 escaños para tener representación en ese foro, y al escindirse los 3 representantes de la extrema derecha rumana, el grupo transnacional que aglutina a quienes así piensan, o despiensan, se queda sin voz temporalmente. Y no suena perverso darle la vuelta, como el calcetín del interrogado, al dicho que afirma que no hace tal cosa quien quiere sino quien puede, y formularlo como que hay cosas que no hace quien no quiere, sino quien no puede dejar de hacerlo porque no tiene otra. En esa impotencia que les hace incomprensible el mundo conviven los 3 desdichados que vienen de robar, y los 17 diputados como la ahora muda portavoz de la ultraderecha italiana y nieta de aquel asno Mussolini. Sólo suena injusto hasta que, habiéndoles privados de zapatos a unos para evitar que huyan, se considera deberían ser entregados a otros a los que, de tanto pensar con los pies, es imposible basten dos zapatos.

09 diciembre 2007

roth/james. apunte

Henry James escribió La lección del maestro en 1892, Philip Roth su La visita al maestro en 1979. Ambas narran el acercamiento de un admirador a un escritor consagrado, y cómo ese aprendizaje desembocará en la decepción del primero a manos del segundo, convertido en ambos casos en insospechado competidor, y ganador, amoroso. La conciencia del primero de los maestros es una clásica en James, en el que las intenciones últimas son una ropa interior ambigua, que ni siquiera finalmente al descubierto se revela sin sombras. Y si la impostura que respira el maestro de James -Henry Saint George- proviene directamente, al igual que ocurre con el de Roth -E.I. Lonoff-, de la franqueza en efectivo con que se desenvuelve, en el caso de Lonoff, la humildad descarnada con que se observa a sí mismo y a su obra –cojo frases y les doy vueltas, repite como la más alambicada de sus fórmulas al respecto- no representa, al contrario que en James, ninguna trampa para el pupilo, aunque sí lo sea para su matrimonio. Son ambas, en cualquier caso, conciencias en línea recta en lo que a la transmisión del aprendizaje literario se refiere,
Aunque planteada la soledad de ambos maestros desde niveles bien distintos –la jaula que dibuja James es una de oro, en la que, salvo talento, el maestro baña sus días en todo lo demás imaginable, mientras que la de Roth es la de un eremita que lo es incluso para su propia esposa- hay escenarios comunes: la habitación a la que se llega el pupilo en Roth –pag 12, Seix Barral 2005- es, reacción incluída, prácticamente la misma que propone James –pag. 88, espasa 2004- (check). Y uno especialmente imbricado en la historia, uno que supondrá el cebo fatal para el pupilo en James y la rosa tumorada para el propio maestro en Roth: la obsesión por la escritura como suplantación de la vida, o como su pentagrama al menos.
En ambas obras, coinciden además el amor que siente el recién pupilo por una joven ya en las cercanías del maestro, lo que será la perdición de aquel en James y la impotencia del alumno respectivo en Roth. Con ello, en James, se derrumba lo poco que quedara del maestro a ojos del pupilo –algo que a esas alturas es sólo teoría, ya no aplicable a quien la esparce para otros- no así en Roth, donde el prestigio del maestro subsiste a cierta crisis personal en la vida del maestro que, en suceder delante del pupilo, es más incomodidad que decepción.
La admiración que viaja en ambas direcciones –pues los maestros alaban tanto las perspectivas de sus alumnos como éstos la trayectoria de aquellos- se da con mayor claridad en Roth, gentileza del carácter transparente del dibujo con que crea a su maestro. En James está teñida de crepúsculo, pues en tanto que competencia por la dama, su agotamiento como escritor –el del maestro- es a ojos del alumno uno que pesa en la balanza, aunque ese plato sólo se servirá al final, frío como la muerte, o una de sus formas.