28 diciembre 2007
fuimos, seremos, sois
El editorial acentuado –sarcástico, ácido, tan ese tono de los gratuitos- con que amaneció El País tras su último rediseño imprimía el 23.12 una glosa de ignacio astarloa, a sueldo del pp como responsable actual de libertades públicas- en la que se recuerdan sus declaraciones recientes –pura liberación pública la de decir lo primero que se nos viene a la libertad- al unir la agresión a cierto personaje de la televisión con la política antiterrorista del gobierno. Y suena este acento a losa debida sobre esa impunidad de la memoria breve, encima de esa versión de la identidad que es camuflarla en la más fugaz de la identificación, tan opinable siempre. No es este astarloa peor que otros en el hábito de juzgarse a partir de lo que hará mañana en lugar de fundar nada en lo que viene de hacer o decir. Estuvieran las calles embadurnadas de periódicos antiguos y uno está convencido de que la realidad resbalaría por sobre ellos sin que el más mínimo pudor asomara al verse insultados por esa pestilencia que deja el defender, a cada poco, ideas incompatibles entre sí, pero cuánta tinta malgastada, cuanta energía la de recopilar, difundir, asquear los oídos con el juego de la indignación permanente, aunque contradiga la de ayer, la de mañana, la de ese tiempo suspendido –y con un cero- de la mera cordura. Por invencible, el desaliento de ver los altavoces a sueldo de la estupidez, los medios a disposición del relato pueril, necio, preinteligente de tantos y tan votados, pues, como han de saber los sordos, nada miente más el deterioro de los propios sentidos como la costumbre de no salir del ruido.
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