27 septiembre 2010

espejos a medida

Como si tal cosa le importara, se lee a un candidato decir que en las elecciones primarias en que anda metido “se juega el modelo de partido”. Un segundo, que vive de pactar con los “poderes del estado”, declara que no se fía de ellos. Un comunicado de una banda de asesinos dice –da asco transcribirlo- “que las condiciones para un alto el fuego exige tomar las medidas necesarias para que todos los agentes puedan actuar en igualdad de condiciones, que se establezcan los derechos civiles y políticos, que se desactiven los castigos añadidos impuestos a los presos políticos vascos y que se desactive toda situación de presión, injerencia y violencia”. Hechos a ver un cetro en el micrófono, el discurso de lo político es, en los periódicos, mezcla diaria e impune de solemnidad e irrelevancia, tal si a fuer de repetir consignas elaboradas en un consejo de administración, escucharlas o leerlas hiciera del lector, accionista. O ese empeño paralelo que es, investida de gravedad la sandez o la mentira, sellar sus flancos hasta que parezca una verdad inmune. A salvo en la dejadez con que ignoramos las hemerotecas, no lo están del diccionario: como si el objetivo fuera no dejar escapar a quienes las respiran, las tres acepciones de la palabra “fatuo” les contienen con la misma falta de piedad que ellos con quienes les atienden: 1. Falto de razón o de entendimiento. 2. Lleno de presunción o vanidad infundada y ridícula. Y aplicado a “fuego”, 3. Inflamación de ciertas materias que se elevan de las sustancias animales o vegetales en putrefacción, y forman pequeñas llamas que se ven andar por el aire a poca distancia de la tierra.

25 septiembre 2010

where no Kodak has gone before


En los peores momentos en que el porvenir humano cotiza en la cabeza, piensa uno, como quién pugna por sentirse curado en mitad de un lavado de estómago, que la mayor de las destrucciones en que el hombre ande empeñado –su salud, su inteligencia, sus sociedades, el clima, la biosfera entera- vale en el mercado del universo lo que un grano de arroz en un silo repleto. Que de terminar de pudrirlo todo en nuestro planeta, jamás habría ocurrido, de pura irrelevancia, ahí fuera, en cualquier dirección del infinito espacio que uno imagine. La historia del hombre es, simultáneamente, en su juicio global tanto el de aquello que construyó como de lo que fue arrasado: todo ese arte, toda esa arquitectura, toda esa música, pintura, teatro, literatura, tanta belleza pugnada en medio de una permanente lucha por sobrevivir como individuos mientras como especie nos convertimos, Darwin mediante, en una marabunta impune e imparable, que gana siempre como grupo lo que es martirio masivo si contado a través de quienes lo forman. Pero y la vida. Nada vuelve más triste nuestra desmesurada carrera hacia el desastre que creer nuestro don –la inteligencia avanzada- tan escaso en el universo, la idea de que tanta belleza se perderá porque nadie más hay para recrearla a su manera. Y sin embargo la belleza no necesita del hombre para darse o perderse. Esperando la misma explosión del sol que lo calcinará todo llegado el momento, el universo se basta.

la philosophie en rose


“Dios no existe, lo suplanta un demonio malévolo que convierte nuestras vidas en infiernos, consumidas entre el dolor y el aburrimiento. Y ello se debe a que la esencia más íntima de cada ser consiste en una voluntad bruta y ciega, en un deseo insaciable que nos obliga a buscar sin cesar nuevos placeres y diversiones que nunca nos colman; y encima nos acosan plagas, guerras y catástrofes naturales. De manera que la vida es un penal en el que cumplimos condena y del que sólo salimos con la muerte. Nada hay nuevo bajo el sol: el ser humano es un malvado depredador, cuya necedad lo torna incapaz de seguir la luz de la razón, que podría aportarle alguna mejoría. La filosofía teórica de Schopenhauer proponía una solución también teórica para superar la crisis absoluta de la vida: hay que renegar de la existencia y rechazar la perpetuación del dolor: no reproducir, no actuar. Asimismo, predicaba la piedad universal y la no violencia: abstenerse de dañar a los demás seres vivos, nuestros hermanos en esencia y encadenados en nuestra misma mazmorra”. –escribe luis fernando moreno claros en El País 18.9. Sigue al poco: “En suma, Schopenhauer gruñía y se quejaba de todo cual sabelotodo regodeándose en el abismo, pero a salvo en su cómodo rinconcito. Su acritud gustó tanto en aquella Alemania deprimida como más adelante en Europa. Y también hoy goza de buena salud en nuestro país, donde cualquiera lanza críticas asesinas desde una enorme pasividad”. Y concluye: “Hay que leer sus reflexiones en épocas críticas para dejar que su frío escalpelo nos destroce; pero si de verdad estamos sanos, su sesudo realismo nos obligará a reaccionar recuperando otra vez nuestras ilusiones. Así lo superaremos a él y a la crisis.”
Quizá porque uno no ha leído a Schopenhauer y sí a moreno claros, deduce del primer párrafo más verdad que otra cosa en el retrato del filósofo de la especie humana. Y del segundo párrafo, extrañeza ante la conversión de esa visión en un resumen de “gruñidos” y “regodeo de un sabelotodo”, pero no ante ese prestigio que da cargar contra quien pinta en negro sus presagios, que vuelve sospechoso cualquier dictamen que aúne crítica con hacerlo “a salvo en su cómodo rinconcito”, como si de la guerra sólo se pudiese escribir en la trinchera o de los leones desde su estómago. Aunque quizá entenderíamos algo si moreno claros explicara la relación patológica que une al parecer hacer “críticas asesinas” con el concepto “enorme pasividad”. ¿Exige moverse, y hacia qué lado, el evaluar algo con dureza? ¿ha de paralizarte lo que escribes hasta el punto de que sólo esa incapacidad permita escribirlo? ¿en qué consiste la pasividad en Schopenhauer? ¿y en mí, que en este momento escribo, cómodamente instalado en un sillón, que la visión de moreno claros sobre cualquier afirmación de cierto calibre pesimista suena a puro buenismo?. ¿Qué es “estar sano” en ese juicio que desdeña el “sesudo realismo”? ¿Y qué tiene que ver esa fanfarria íntima -“nuestras ilusiones”- como antídoto de “la crisis” o quizá de cualquier pensamiento que mira la realidad a través de los hechos y no de los deseos?. Hay un lugar para hablar de filosofía desde ese prisma. Y no es una revista cultural, sino de religión.

24 septiembre 2010

dime lo que leíste


Saber leer no garantiza salvar a un hombre de empuñar pistolas o razones que matan, pero cómo no ver la historia de tanta sangre derramada como una suerte de analfabetismo universal que tantas veces nos ejecuta a sangre fría cuando menos nos podemos defender –de niños o de pobres. Qué esclarecedora lección si antes de obedecer a alguien se le preguntara qué leyó. hitler, mao, stalin, franco, pol pot ayer. Tontos peligrosos como este briceño, hoy, en las portadas de todos los periódicos que probablemente no sabría leer.

de tu mano derecha, con cariño

El mismo día que sabe uno de una encuesta que dice condenar a cierta idiota televisiva a obtener más escaños que Izquierda Unida si se presentara a las elecciones, se lee en El País de cómo Youtube viene de ganar el pleito interpuesto por telecinco por violación del derecho de propiedad intelectual. La cadena que pone en marcha ambas denuncias es la misma –aunque la primera noticia representa el más puro sustrato de su ser, y la segunda es sólo un genérico- y quizá por ello los términos de la denuncia –acusación de “actuar como un proveedor de contenidos, cediendo el protagonismo artificialmente a los usuarios”- se leen como el mismo enunciado que encabezara aquello por lo que se rige telecinco –que viene a ser, como demuestra la encuesta mencionada antes, expulsar heces a la atmósfera, señalando como responsables de ello a quién les mira. Denunciar fuera lo que te constituye dentro es una práctica habitual en política y, por demás, de cuántos sectores descubren la impunidad del método, que incluye mentir a plena luz del día o esa pedagogía de la audiencia que es fidelizar e insultar, al tiempo, la inteligencia de tu público: “El gobierno machaca a las clases altas para salvar la reforma laboral” –empuñaba ayer el mundo en portada. Continuamos para bingo.

23 septiembre 2010

una ola tras otra


También los augurios sobre el libro forman un libro, ilustrado acaso por los encuentros de cada uno con librerías pequeñas y grandes, de libros nuevos o usados. Se lee hoy en El País (La era digital salva la pequeña librería) sobre cómo la crisis financiera de los grandes supermercados literarios en Estados Unidos pudiera ayudar a resucitar las librerías pequeñas, y uno se recuerda hace ¿quince? años paseando gozosamente por lo que se antojaban calles de una de esas librerías inconcebiblemente gigantescas que la cadena Barnes&Noble tiene, aunque cada vez menos, repartidas por todo el país. Como prueba de que el prodigio del tamaño tiene poco que ver con el número de sus trozos que querrías, de ese viaje volvió conmigo la bolsa ilustrada con el retrato de Virgina Woolf, que vive sus días guardada tras un cristal, sin nadie que la toque. Pero también, muy cerca de esa pared, guardo los libros infantiles que iniciaron, no sé si justo en esa tienda de la calle Broadway que ahora cierra, la colección que durante unos años perseguí. No por masiva almacena una tienda literatura adiposa, inerte, como no por diminuta, se guardan en ellas necesariamente los libros que dicen sus secretos a unos pocos, casi en voz baja. Entre las librerías de barrio y los libros electrónicos -y su anaquel, amazon-, escribe David Alandete la gran superficie quedó en medio, perdida. Pero el páramo en que sus ruinas se preparan es uno de deuda financiera, no de libros mediocres, que pueblan sin decaer los dos extremos vivos –el escaparate real y el electrónico. Su fracaso no es el del libro específico que el lector prefiere comprar en un lugar menos poblado, sino el de la literatura específica, es decir, la que, en un vagón de metro, habría de permitir, de cada diez personas que leen, al menos cinco tipos de literatura –ensayo, poesía, gran literatura antigua, solvente literatura contemporánea, teatro acaso- y que, en nuestro país, es generalmente el mismo libro de autoayuda camuflada, novela histórica intercambiable o memoria torva e inflamada de político o periodista. Declinan los hipermercados literarios, pero lo que queda es uno de los hijos naturales de esa idea –la marca blanca, la etiqueta indiferenciada que sustituye el origen y extracción concreta del producto por una que al comprar comida rebaja el precio, y al comprar libros, lo que contiene.

06 septiembre 2010

éxodo, VI, IX.

Del editorial de El País, hoy: Los de otegui saben que sin retirada de eta seguirán marginados de la vida política institucional, y los de eta que sin brazo político se quedarán sin pueblo al que salvar.

03 septiembre 2010

Toy Story 8

Se lee en El País, hoy, noticia de un libro de Stephen Hawkings en el que afirma que “porque existe la ley de la gravedad el universo puede y podría crearse por sí mismo de la nada”. Que, como mínimo, es lo que cabe pensar de un dios –la facultad de crearse a sí mismo a partir de la nada. Aunque, cierto, sin ese detalle clarificador con que la ciencia se cubre de las primeras y segundas piedras –la existencia de una ley, que es decir de unas pruebas de la pertinencia de sus afirmaciones. Afirma Hawkings que la ciencia está próxima a hallar la buscada teoría del todo, que unifique las, hasta ahora incompatibles entre sí, relatividad general y mecánica cuántica. Que es pensar, sin necesidad siquiera de encontrarla, que o bien dios quiso que encontremos ambas –lo que, como es lógico en un dios, significaría que a los únicos a los que no se lo contó fue a sus propios legionarios. O bien nos empeñamos en buscarlas a pesar suyo. Y en ambos casos, o bien ambas teorías son ciertas, o bien nos las inventamos. A la espera de la ecuación eclesial que –ésta sí- contradice al mismo tiempo a Einstein y Planck, obvio que si no encontramos la formulación unificadora, es porque dios no quiere. ¿Pero y si aparece?