25 julio 2007

la infancia como pipo

En el jardín de casa de mis padres subsisten varios de los árboles entre los cuales corrí la infancia. Uno de ellos tiene, en estos días de verano, y como ha de ocurrir con la memoria, la mitad de sus ramas –flacas, desnudas- en invierno. Uno de aquellos día, de niño, uno saltó un muro que daba acceso a un huerto cercano, se llegó a un albaricoque y, en cuadrilla, arrambló los frutos aún verdes, seguramente pensando que mejor inmaduros en mis manos que comestibles mañana en las de a saber quién. Hubimos de tirarlos casi todos, quizá de esa desventura de la avaricia creció este árbol en cuya copa hay hoy tanto su aprendizaje como sus consecuencias.

16 julio 2007

troya desde el suelo

El estremecimiento del caballo apenas se sintió dentro de las murallas, y ni siquiera el estruendo de la boñiga al alcanzar el suelo. Negruzca y humeante, aún permaneció inmóvil unos minutos antes de que la rendija terminara de abrirse para que los de dentro pudieran ver también a ras de tierra.

12 julio 2007

segismundia, hoy

No era M. hombre dado a ensoñaciones más allá de su labor de posible novelista adusto –realista, decía a sus amigos- y de la pulsión poética que practicaba como un topo la claridad. La noche que despertó inquieto halló una docena de libros apilados al pie de la cama. Dado que no estaban ahí cuando se acostara, se incorporó y uno a uno los hojeó, primero incrédulo, y al poco color violeta. Ahí estaba, encuadernada, toda la obra que, en términos de puro peso, ambicionara ver publicada algún día desde que empezara a escribir, tres años antes. Obvio que no reconocía una sola línea, pues aún no las había escrito, revisó las fechas de edición, proyectándose éstas décadas hacia delante. Se sintió satisfecho de la mayoría de portadas, tocando con los dedos la parte en que su nombre impreso. Revisaba un tomo que contenía una novela de temática amorosa cuando en un instante aceleró ese paso por el paraíso y en un pestañear los hubo aferrado y suelto todos, una mueca de decepción se posó en su cara mientras los dejaba en el suelo de nuevo. Ni una obra de teatro –medio pronunció. Se embutió en las sábanas y se volvió, dándoles la espalda, a merecer más suerte por la mañana.

09 julio 2007

cementerio de Oslo

Así la vida acaba, con los días,
por rodear y trocar en jardines
los cementerios que se ocultaron fuera,
crecen los muertos alrededor de Ibsen
cual hijos de Nora y sus deseos,
y mientras el monolito sembrado a su cabeza
como clavo de mármol de apariencia
apunta su negrura hacia los cielos,
grabado en él, blanco un martillo,
clava hacia abajo los actos y el infierno.

06 julio 2007

Donde mejor muere un pájaro

Donde vivo las golondrinas vuelven a por la oscuridad. Por tercer año consecutivo ha venido un mirlo a morir a los pies del portal. No sé ahora si a la puntería se suma la puntualidad de hacerlo cada vez en fechas parecidas, tampoco si las alas, como manecillas, aparecen siempre plegadas como hoy, apuntando al pecho –que es donde apuntan todos los relojes. Sé que hace unos días nació un gato, hecho del negro de los mirlos, que anda con su madre por el jardín de un edificio de oficinas, aquí al lado. A ese jardín ha ido a parar el ave, a que le sirva de alimento. ¿Puede imaginarse –antropofagia del ancestro- que un pájaro reencarne en gato? ¿qué insiste en trasmitir el mirlo? ¿por qué el pájaro en mano resulta empíricamente una idea inerte, que sólo vuela ya hacia abajo? ¿es todo esto una ofrenda, y a quién?

05 julio 2007

Siga a ese voto

De un artículo de Sami Nair, en El País 4.6: Francia envejece e, independientemente de su origen social, el voto de los jubilados, cada vez más numerosos, tiende a ser conservador. (…) por otro lado, esta situación no deja de ser contradictoria, puesto que ese voto conservador corresponde a unas poblaciones que disfrutan masivamente de los beneficios de las pensiones del estado de bienestar social, y no en vano, condenadas por todos los programas liberales y conservadores. Desde este punto de vista, el futuro viene cargado de comportamientos políticos irracionales e incoherentes. Segolene Royal ha obtenido su mejor resultado entre los jóvenes y los activos: el 53% entre los menores de 30 años y el 52% de los activos entre 30 y 50 años. Sin embargo cae hasta el 40% entre los mayores de 50 años. También ha obtenido un buen resultado entre las mujeres menores de 25 años, mientras Sarkozy seduce a las de 65 años o más. Más del 53% de los obreros han votado por ella. En cambio es minoritaria entre los asalariados del sector privado, los empleados administrativos, las profesiones intermedias, y entre los inactivos. (…) la izquierda ha perdido buena parte de su electorado tradicional porque no lo ha seguido territorialmente; las clases populares han abandonado el centro de las ciudades y los suburbios para instalarse en zonas periurbanas o rurales. En ellas, la población crece un 3,5% al año, contra un 0,4% de los centros urbanos. Resultado: Royal obtiene buenos resultados en los centros urbanos habitados por los bobos (diminutivo para definir a las clases medias burguesas y bohemias de las ciudades, es decir, tolerantes, de izquierdas, pero insensibles a los problemas del mundo obrero). Pero en las zonas periurbanas y semirurrales, en las que se han instalado los obreros y los cuadros inferiores, es Sarkozy quien gana.

Y sin embargo este texto de Margarita Riviere, en El País 20.6: ¿Quién no conoce a esa familia en que los padres, que rondan los cincuenta años, ayudan a sus hijos a emanciparse o dándoles cobijo, al tiempo que también se ocupan de los abuelos y de sus achaques? ¿alguien no conoce a treintañeros que no hay manera de se estabilicen laboralmente o se libren de la consabida hipoteca?(…) Las familias de las clases medias españolas han sido y son todavía un estado de bienestar por sí mismas; lo cual significa que se ocupan privadamente de lo que, a menudo, se publicita como tarea, pública, de nuestro novato Estado del bienestar. Estamos, pues, ante una privatización oculta del bienestar que ha recaído, de buena gana hasta ahora, en unas clases medias acostumbradas a un horizonte de prosperidad convencional, uno que se diluye en el nuevo marco económico, político y social global.

Mismo diario, 16.6 Enrique Gil Calvo escribe que desde que Sombart lo planteó hace un siglo, la ciencia social se ha venido preguntando “¿por qué no hay socialismo en los estados unidos?”. Y la respuesta reside en la persistente combinación de unas tasas muy elevadas de inmigración y movilidad social, pues todos los estratos sociales, impulsados por los inmigrantes que presionan desde abajo, experimentan movilidad ascendente desclasándose hacia arriba sin tiempo de adquirir conciencia ni solidaridad de clase.