06 julio 2007

Donde mejor muere un pájaro

Donde vivo las golondrinas vuelven a por la oscuridad. Por tercer año consecutivo ha venido un mirlo a morir a los pies del portal. No sé ahora si a la puntería se suma la puntualidad de hacerlo cada vez en fechas parecidas, tampoco si las alas, como manecillas, aparecen siempre plegadas como hoy, apuntando al pecho –que es donde apuntan todos los relojes. Sé que hace unos días nació un gato, hecho del negro de los mirlos, que anda con su madre por el jardín de un edificio de oficinas, aquí al lado. A ese jardín ha ido a parar el ave, a que le sirva de alimento. ¿Puede imaginarse –antropofagia del ancestro- que un pájaro reencarne en gato? ¿qué insiste en trasmitir el mirlo? ¿por qué el pájaro en mano resulta empíricamente una idea inerte, que sólo vuela ya hacia abajo? ¿es todo esto una ofrenda, y a quién?

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