08 octubre 2013

lidl


Mezclados el deseo de epatar y la ausencia absoluta de pudor con la que Angélica Lidell sale a escena, sus obras son cada vez el making of de la obra, también una sucesión de escenas afiebradas cuyo sentido es el de esperar el catatónico momento que en cada montaje interrumpe la obra para que el público juegue a ser el psicoanalista al que Lidell se dirige. Cansinamente autoindulgente con su malestar, y  tratado éste como si una atracción de feria, cada obra suya es cada vez menos obra y más solo suya. 

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