22 junio 2010

Pais de deux

Gran parte de la danza que ha llegado a Madrid al Festival de Otoño en los últimos tres años –mayoritariamente belga- (Lo son Jan Lauwers&NeedCompany, Les ballets C de la B, 32, Rue Vandenbranden o Sidi Larbi Cherkaoui) funde los pasos del baile y los caminos del teatro, y quizá en ese traer a una narrativa oculta los medios explícitos de la otra, crea un relato más interrumpido aunque más claro, o al menos dotado de un sentido más nítidamente transportable. Como la infección de la autoayuda en la literatura, del videojuego en el cine, de éste en la ópera, o de la mera tecnología de reproducción en tanta música contemporánea, un medio se apoya en otro, aquí para mejorar ambos. Uno mira a Belgica estos días pugnar por encajar en ese nombre el rumbo a que aspira Flandes, con y sin Valonia, Bruselas y la región germanófona, y casi lo entiende.

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