28 octubre 2009
la habitación de las columnas
No fabricaremos mejores refugios, más invulnerables, que las hemerotecas. Hechas de puertas y ventanas, sirven paradójicamente para vivir a salvo de miradas que puedan obligarnos a pensar antes de hablar. Con el dinero que asfalta el alcantarillado político y empresarial, se compran abogados –estos sí, edificios estancos a fuerza de laberínticos- o se decora lujosamente la memoria, hasta que el estercolero que creaste luce presentable. Publica hoy El País noticia de una entrevista a arzalluz en que éste llama a los recientemente detenidos miembros de batasuna “buenos patriotas vascos”, “dignos de admiración”. Y nadie mueve ya una ceja de tanto que, por activa o por pasiva, los archivos llevan décadas contando la voluntad del nacionalismo vasco por amparar a los que matan por ganar fuera de las urnas lo que éstas les niegan. Como las cárceles, tienen las hemerotecas el poder de preservar de la sociedad a quienes, repetida e impunemente, sostienen el terrorismo a base de secar su sangre con la bayeta del derecho a la autodeterminación. Es con esa sensación de libertad condicional vulnerada que uno lleva años fatigosamente leyendo a personajes de calaña diversa que con una mano usan la pólvora y con otra la polvareda.
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