09 mayo 2010

Haarlem, 1

Haarlem está en Holanda como podría estar en Marte. Quizá porque las bicicletas en que se mueven no les dan para llevar consigo hábitos que en españa a veces cargan hasta los niños, uno se halla aquí en esa extrañeza de la educación que es sentirse respetado en el derecho a un cierto civismo sin necesidad de pedirlo, y muy probablemente, de tener que hacerlo, sin tener que afrontar entonces la cara de ofensa dibujada en aquel a quien lo pides. En ello Manolo, tras cuatro años aquí, ha dejado de parecer español. Y Stephanié, tras ocho en españa, vuelve a parecer francesa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

yo también quiero ser un hombre holandés!

uliseos dijo...

"anónimo" es aquí anónima. sólo que desdoblada en deseos antagónicos. como un folio acaba dando una holandesa.