18 mayo 2010
allegro mudo
Escribía hace unas semanas Alex Ross en El País que mejor forma de renovar la pervivencia de la música clásica sería permitirnos aplaudir en cualquier parte del concierto en que nos sintiésemos movidos a ello. A la involucración por el desgarro del respeto, que viene a ser acercarse a su escucha con criterios traídos de formas populares como las que pueda representar un Rufus Wainwright, que quizá para devolver el favor, presentaba hace unos días nuevo disco en el Price y lo hacía pidiendo del público se abstuviera de aplaudir durante la hora que le lleva cantar dicho disco. Al respeto por la suspensión de la involucración.
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