03 febrero 2015

las dos caras en el mismo lado




La imposibilidad de entender en Grecia lo cerca que dracma y drama explican el paso de la moneda propia a la común no ha de ser menos, o más sencillamente, explicable que leer cómo parte de la deuda pública que devora al país –un 175% del PIB- y que Grecia no puede pagar sin vender con ello a la indigencia el futuro de varias generaciones de griegos se compone, entre otras cuotas, de 26.000 millones de euros prestados por España. Porque esa es una cifra que se observa desde un lado si se expone sin más, y desde otro si se lee que es lo que nuestro país gasta anualmente en prestaciones de desempleo, es decir, en intentar paliar en lo posible los efectos de nuestro propio problema de deuda.
España, Portugal e Irlanda –países masacrados en el altar de la austeridad impuesta a cambio de rescates bancarios financiados por la Unión Europea- alzan su voz estos días contra la renegociación de la deuda griega, con la convicción de un enfermo de cáncer al que se hubiera envenenado a base de quimioterapia excesiva y protestara contra quienes, padeciendo la misma enfermedad, exigen una terapia distinta. Solo que no es distinta. Grecia ha pagado con su sangre social el precio impuesto hasta llegar a la situación actual: una sociedad sin sistema inmunológico, a la que la transfusión ordenada por la Unión Europea ha convertido en espectro de lo que fuera hace siete años.
No hace falta haber prestado dinero alguna vez para entender también el problema planteado desde el lado acreedor: cada remesa de dinero que ha salvado del abismo a Grecia en los últimos cuatro años es dinero detraído a los sistemas públicos de países que tenían en ese momento problemas muy similares. Y Alemania tiene todo el derecho del mundo a ver en la corrupción sistémica de algunos de los países más afectados –Grecia, España, Italia- la causa de sus desequilibrios fiscales. Mutualizar la deuda, como se pide desde hace años, es lo justo desde un ámbito paneuropeo que aspire a acabar con la crisis cuanto antes. Llenar de dinero propio la balanza ajena hasta que salga a flote es un ejercicio, no de disciplina monetaria (a la que no obligan los tratados), sino de fe en que ese es un ejercicio de deuda moral. Y uno piensa que basta que alguien traduzca la prensa italiana o española, a fin de que pueda ser leída en el parlamento alemán, holandés o francés, para que esa pregunta se repita en esos países en busca de respuesta.

02 febrero 2015

31 enero 2015

real teatro


Trece años después de que Simon Rattle llevara a Berlín –que es decir, al público de la Filarmónica de Abbado en esos días- una magnifica versión para concierto de Wonderful town, el músical de Bernstein, Comden y Green, con Audra McDonald de rutilante estrella, es ésta la que se asoma al Teatro Real a devolver el favor, que es sacar al teatro musical del cajón bobo en que lo guardan los formatos que reinan en la Gran Vía, y llevarlo a un lugar en el que competir con dignidad con los ecos que guarda un teatro de ópera. Sumado el que el repertorio escogido esquiva los grandes éxitos para centrarse en obras que aquí ni se han visto ni se verán, y que el día antes vienen de estrenarse en cine sendas versiones -Into the Woods- o reversiones –Annie-, pestañeas y Madrid deja de ser, por un instante fulgurante, la casa orgullosa y enquistada de los herederos de Lina Morgan. 

22 enero 2015

15ª parte del agotamiento

Exigidas más fuerzas de las aparentemente disponibles, Bilbo Bolsón y el espectador terminan el viaje por esa trilogía con la sensación de haber elegido, de entre los caminos largos, el que más. Y sintiendo haber pasado varias veces por los mismos sitios, o ya puestos, por el mismo en cada una de las vueltas argumentales. Y con todo, hay algo de asombroso en que esa fatiga no sea absoluta, en que no te quite la sensación de haber asistido a algo que, incluso teniendo más mérito que calidad por hora rodada, brilla con un fulgor inesperado, acaso con la forma de ese reproche tan leído estos días –la desmesura de estirar un libro de 200 páginas hasta hacer de él una trilogía de ocho horas- y que pudiera tener su mejor logro en poder ser apreciado al revés: lo arduo de estirar el material hasta segregar una epopeya que, de cansar, solo lo hace por familiaridad con tramas y personajes, no porque la acción decaiga o porque sus subtramas sean débiles o mal hilvanadas. Para quien quiera apreciar el logro de Peter Jackson, recién lograda la trilogía de El hobbit, no solo atinadamente solvente sino con la dificultad añadida de suceder antes de la trilogía de El señor de los anillos, puede repasar el único ejemplo previo de semejante ambición: el que George Lucas dejara terminado en 2005. Y qué si no un Jedi añejo es Gandalf.

21 enero 2015

Krugman vs Idiotman

http://economia.elpais.com/economia/2015/01/09/actualidad/1420816051_554861.html

http://economia.elpais.com/economia/2015/01/09/actualidad/1420811799_157143.html

20 enero 2015

doce apellidos vascos


No hay que desaprovechar una oportunidad de buscar espejos más grandes, en los que mirarse con más perspectiva, y así, miles de personas se manifestaban el domingo en San Sebastián en protesta contra la detención de 12 abogados de presos de eta, acusados de fraude, blanqueo y delitos contra la Hacienda Pública. Tríada interpretada, en esa mezcla de folclore ideológico y analfabetismo moral que da esa tierra, como cuestión de “derechos humanos, solución, paz”, lema de la manifestación. Y que, como definición intermedia, más fiablemente queda expresada en ese otro eslogan que imprime El País unas páginas más allá, de boca de un filósofo francés –“los valores de las culturas islámicas son incompatibles con los nuestros”. Como acaso querían sugerir esos otros analfabetos –los padrinos de la teoría de la conspiración ligada al 11-M- el entorno independentista ligado a los beneficios electorales de no entablar guerras contra eta –es decir, del pnv de arzalluz al bildu de garitano- es el yihadismo a la española, en su formato explícito –los presos de eta y probablemente sus abogados detenidos- y en su versión solo aparentemente más laica –los días de ibarretxe quedan cerca. “Hay modelos de sociedades muy conflictivos e incompatibles” –dice Yves Micheaud. Que viene a significar que quienes se empeñan, y matan por ello, en separar a los hombres en función del origen de su sangre o en qué dios creen, mejor harían en volver al colegio a aprender que las sociedades crearon el Derecho para dotarse de diferencias mejores, más razonadas. Con los niños es fácil, con adultos que ni saben leer correctamente una declaración judicial –en euskera, que no hay que añadir dificultades- es imposible. 

19 enero 2015

arte de la abogacía

http://politica.elpais.com/politica/2015/01/08/actualidad/1420752865_421570.html

18 enero 2015

cómo construir un desierto



De las ciudades desaparece poco a poco lo mismo que, meses o años antes, desapareciera de las mesas o de las estanterías de casa. Al estertor que viven las librerías le siguen el infarto interminable de tiendas de discos, lugares en los que comprar películas y, último caído, los kioscos que al cerrar van dejando unos sarcófagos que guardan las momias de la lectura de periódicos y revistas, dejados morir por la sociedad a cambio de su reencarnación en su forma virtual y gratuita. Como ocurre con el impacto del IVA en el teatro, esa otra vida es, progresivamente, la de cuerpos zombis que intentan seguir moviéndose con cada vez menos sangre en las venas. Lo que el gobierno hace con saña a la cultura, se lo hace a la lectura la mezcla de desdén y precariedad, a merced de la deriva de Internet de un lugar en el que avizorar contenidos, a uno que llena de entretenimiento lo que no hace tanto, en su ausencia, llenaba, entre otras actividades, la lectura de periódicos. Bien sabe uno, y lo publican éstos, que no hay vuelta atrás y el declive de la lectura traerá el de los lugares donde poder comprarla, y así la retroalimentación. Los kioscos convertidos en bazares en los que lo que menos se despacha es el papel impreso son el eslabón entre nuestro mundo y la década siguiente. Muchas cosas que la crisis se ha llevado no volverán y nadie elevará la voz para decir que la lectura diaria del periódico sea una de las que más necesita un país con 6 millones de parados. Pero quién podría no decir que el despeñarse general de un país es, más a largo plazo, el de sus hábitos educativos y culturales.
Un estudio reciente del CIS aporta que el 35% de los españoles no lee nunca. Y de éstos, el 42% dice no leer nunca porque no le gusta o no le interesa. De los que leen, el 61% lo hace para distraerse, y el género predilecto, la novela histórica. Un 31% no lee nunca prensa. La mitad de los encuestados no adquirió un solo libro el año pasado, y el 70% no pisó una biblioteca. El 50% de los que leen declaró haber leído un máximo de cuatro libros en un año. Al 60% el teatro le interesa poco nada, un 60% si hablamos de artes plásticas, un 75% si de danza. Piadosamente, el 41% que dice leer prensa todos o casi todos los días no tiene que responder a si es prensa deportiva. Incluso el dato más alentador parece el menos creíble: el 29% declara leer todos o casi todos los días. Sondee a su familia y amistades, a ver en qué queda ese porcentaje en realidad. Si una forma del equilibrio social es equiparar la oferta y la demanda, el camino correcto llegará por su propio pie a medida que las generaciones más jóvenes, educadas en la literatura hecha del teclado de su móvil, inclinen el hábito lector hacia el abismo que ya asoma, imparable. No se echa en falta lo que no se quiere tener. Pero la huella de esa ausencia se quedará a vivir dentro de la sociedad, como el ADN fósil pervive. Y cuando llegue el momento, y alguien quiera emplearla para llevarnos a un sitio peor, su espectro asomará como algo cuyo valor ya no se reconoce y del que preguntarnos cuándo lo perdimos. Bien: lo perdimos hoy. Brechtianamente, cuando vengan a por cada uno de nosotros, no habrá ya periódicos, libros o discos en que refugiarnos. 

08 enero 2015

sin coraza que te proteja



En Rinoceronte, Ionesco dejó una pista extraña para llenarla a continuación de pisadas, justo antes de que la epidemia de gente convertida en rinoceronte se haga obvia, y esa trama –la de seres animalizados vaya extendiéndose hasta dejar solo a su protagonista, Berenger- acabe por hacer irrelevante aquella. Dudosamente es lo que Ionesco querría, porque justo ese último hombre es el que, al principio de la obra, se declara cansado de existir, sin ganas de seguir viviendo, “incómodo en la existencia, entre la gente”. ¿Por qué esa información –junto a su alcoholismo, la única que tenemos de él- si será él quien no sepa cómo convertirse en rinoceronte, él quien quede en soledad representando, junto a su amada Daisy, lo humano? ¿Qué de esencial hay en esa capacidad humana de considerar la vida renunciable? ¿Tiene razón Daisy al afirmar que son ellos, los rinocerontes, los felices, los plenos, los evolucionados? ¿Qué cuentan los rinocerontes a partir del ejemplo afiebrado de la única transformación a la que asistimos, la del totalitario Juan? ¿Qué es Berenger al finalizar la obra igual de solo que la empezara?

07 enero 2015

isla + m



Un dios siempre prefiere que los hijos de otro dios no sean unos canallas. Porque eso favorece la conquista, la hace más pacífica. Solo que ninguna de las grandes religiones que han acompañado imperios lo aprende de buen grado si puede forzar cuanto derramamiento de sangre sea necesario. El cristianismo que dejó en manos de la inquisición el mensaje de su dios no es menos bárbaro que el Islám que dice defender al suyo con ametralladoras. Aunque una diferencia sí hay: aquellos que veían pasar a desdichados rumbo a la hoguera en el siglo XVI no podían denunciar en alto la aberración sin arriesgarse a correr la misma suerte. Y los musulmanes que ven hoy día enarbolar a su dios en manos asesinas sí podrían, y deberían, elevar su voz hasta hacer entender a los que se dicen ejército divino que su dios les repudia, que es la cárcel y no el paraíso lo que ganan matando a quienes no piensan como ellos. Aunque solo sea porque alguien capaz de algo así solo atenderá a quienes crean en su dios, y no a quienes justo por no hacerlo, pagan el precio con su vida. Mueren 12 inocentes hace un rato en Francia por haber trabajado en una revista que, junto a caricaturas de Mahoma, debía exhibir, y no en menor número, otras del dios de los cristianos. A un asesino no se le pide que use su juicio puesto que lo es solo tras haber renunciado a usarlo, pero qué pensarán de quienes vienen de asesinar al caer en que no solo se mofan de su dios, sino también del que usan en estas latitudes. Porque entonces son justicieros dobles: al mismo tiempo que vengan a uno, vengan al otro. Y qué pobres, impotentes, dioses que necesitan la ayuda de tres analfabetos morales para cumplir sus designios en la tierra. 

06 enero 2015

la religión en la trinchera



La ancha sombra que avanza tras las manifestaciones en Alemania estos días contra los musulmanes, y el resto del año amparadas por partidos representados en parlamentos de varios países, da para albergar dos ideas complementarias: una, cómo la paja invisible en el ojo ajeno –cuán los derechos de un inmigrante no pueden igualar los de un nativo- se vuelve viga al poder esconder mejor esa forma de racismo en el inmigrante que busca trabajo con una religión distinta en el bolsillo. Otra, si cabe más compleja de abordar, cómo una religión que, a estas alturas de la historia humana, arraiga de tal forma y margen de maniobra en sociedades modernas está condenada a causar problemas antes o después por la misma razón que la primera idea descrita: por esa facilidad, que es el don primero de las religiones paleolíticas, para distinguir a las personas según el dios en que militan, que es decir en las normas que éste permite a sus fieles.
Es por eso que un europeo vaga o nulamente creyente, no tiene hoy día mayor inconveniente en ser amparado bajo la categoría “catolicismo” o “protestantismo”, pero ve con ojos sospechosos a quien, además de declararse musulmán, se pliega con vehemencia o docilidad –que es decir, como si realmente se creyera todo eso del dios- a lo que a cualquier occidental de menos de 50 años con cierta educación no puede sino parecerle un atavío ingobernable, y de paso, un riesgo para una convivencia basada en principios civiles reglados y no en creencias. Es también por eso que a la turba habitual de descerebrados de extrema derecha se le suma, en países poco sospechosos de falta de modernidad, como Francia o Holanda, cantidades ingentes de clase media a quien viene muy bien ver en una razón –la necesidad de limitar el alcance social de una religión tomada por algo más que un automatismo social, como ya es en Europa, la cara de otra menos confesable –la necesidad de preservar los empleos para los nacidos en cada país.
Fuera de Europa suceden dos espejos pulidos, ganados a pulso: uno, el que algo casi idéntico ocurre en tiempo real en Israel, donde la campaña de anexión de territorios es, fundamentalmente, una anexión de religión, en la que dogmas igual de vivos que los musulmanes arrinconan sin complejos de visibilidad a quienes además de pisar la tierra que su dios les prometiera, lo hacen con un rasgo cuya peligrosidad Israel ha de conocer mejor que nadie, dada su perseverancia en aplicarla. Dos, cuán la religión musulmana apenas tiene penetración, siquiera muestra pública dotada de mínimo fervor, en Estados Unidos o America latina porque, a diferencia de Europa, ambos continentes rezuman aún una religión viva, capaz no solo de ocupar fervorosamente cualquier rincón libre sino, de ser necesario –véase el libro de salmos en que consiste la lógica política del tea party- de combatir enérgicamente la avanzadilla musulmana, de llegar. A salvo en Europa, cada minuto que pasa, de devolver al catolicismo o el protestantismo la energía viva que tuvieran, la mayor de las ventajas –arrinconar a la religión a un altar íntimo y callado, que convierte cualquier dogma antiguo en el más civilizado acto de ser afectuoso o compasivo con el prójimo- está obligada a experimentar lo mismo que las sociedades norteamericanas, latinas o israelí, aunque sea por la razón contraria: ver en lo musulmán algo que no se vería si se nombrase simplemente lo jordano, lo egipcio, lo afgano: algo que no quieres cerca de tu libertad plena, ardua, gozosamente ganada. 

pide lo que te traen


Entre las ventajas del declive del catolicismo entre nosotros, esa lección que los niños ven pasar fugazmente por sus cabezas: el que celebrar los reyes magos sea, a partir de su primer ejemplo, dos milenios ha, esperar a que te traigan lo que ellos quieren, no lo que pidieras. 

05 enero 2015

andante lento


La Filarmónica de Berlín, que cuenta desde hace años con un sistema de grabación y difusión por Internet de cada uno de sus conciertos, traspasó hace algunos meses la barrera que le separaba de la edición autónoma de sus propios discos. Es el mismo paso que dio la temporada pasada en nuestro país la Orquesta Nacional, si bien de momento su catálogo languidece con una única edición, estupenda eso sí, de un Carmina Burana grabado hace un par de años. Estos días El País permite la descarga gratuita de la primera grabación de Wagner dirigida por Gustavo Dudamel con la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, que miles de personas guardarán en su ordenador personal con el mismo automatismo con el que pasan delante de una tienda de discos sin verla, lo cual es, por otra parte, cada vez más fácil para cualquiera. Patrocinada por un gran banco alemán, la Filarmónica de Berlín cuenta con una ventaja financiera de la que carecen estructuras similares en otros países. Pero preguntar en cualquier sucursal de ese mismo banco en nuestro país por ese servicio de visionado por Internet significa la primera noticia que tienen de algo así. Reducido el contenido del programa de mano de conciertos y óperas a una hoja plegada, quizá ofertar el mismo contenido que se vino a escuchar –la sinfonía, o una selección de la ópera, en soporte físico o como archivo descargable- junto a un programa de mano más elaborado ayudaría a difundir algo que, por separado, languidece en la tienda del Auditorio Nacional. 

03 enero 2015

la tentación primera



De cuantas tentaciones sugiere leer el Nuevo testamento, fabular los años que omite es una de las más inmediatas. No extrañamente, cuando Nikos Kazantzakis imaginó esos años en su novela de 1953 La última tentación de Cristo, ninguna de las voces que se levantaron ofendidas parecía haber leído adecuadamente, no ya la obra de Kazantzakis, sino tampoco la que el Antiguo Testamento atribuye a la mano de Moisés: el propio libro del Éxodo. Pues el personaje que el griego fabulara humano, empecinadamente resistente a la voluntad divina que se le impone, es el mismo que Moisés representa en el segundo de los libros del Pentateuco: un hombre que no entiende que se le haya elegido, que reprocha a dios su puntería a la hora de elegir profeta, puesta sobre un tartamudo.
José Saramago y Norman Mailer fabularían en las décadas siguientes evangelios según Jesucristo. Como en éstos, El evangelio de María, escrito por Colm Tóibín en 2012, anexa a ese testigo la distancia respecto al milagro que hay en Moisés y en Jesús. Solo que a diferencia de aquellas, ésta no inventa nada: su memoria es la de los hechos narrados por los apóstoles, en líneas generales su dolor interpreta, no fabula. Es la historia de un testigo vigilado por dos de los que fueran partidarios de su hijo, que escriben su historia. Y en cuya memoria asoma el testigo sobre el que más turbación añadiera Kazantzakis: el Lázaro que, siendo, no testigo, sino prueba, ha de ser asesinado para borrar huellas. La biblia es muda al respecto, y lo que Tóibín sugiere –una vida larga, si bien en una bruma de silencio, como si no lograra ver este mundo tras haber pisado el otro, da un paso, que no es solo literario, dentro del testimonio al que más valor da la tradición católica: el regresar de la muerte para nacer a una nueva vida. Dos hombres mueren en la Biblia y luego resucitan. Tóibín honra el sueño de uno y el delirio de otro.  

02 enero 2015

hace diez años

Hace diez años pensaba este momento
y este momento en nada se parece 
a lo que yo pensaba.
Y sin embargo
no son pocas las cosas que me encuentro
en el mismo lugar de hace diez años.
Sigue en su marco de raíz
la vieja foto.
Sobre la mesa el ábaco ya muerto
y pétalos de rosa traídos de un viaje. 
Sigue también el sol entrando de costado,
y si al balcón me asomo, 
sigue la iglesia al fondo, 
un color, unas casas, las palomas
y el azul relativo
que un día hará crecer sobre mi amor,
como en tierra sagrada, 
el silencio y al sombra,
hierbas que nadia siembra
y que nadie recoge.
No son pocas las cosas 
que siguen como entonces
y entre todas han hecho
distinto este momento a como yo pensaba,
tu foto amada, el sol, los secos pétalos. 

Andrés Trapiello, Acaso una verdad (1993)

22 diciembre 2014

viaje al fondo de Walter Mitty



Muy cerca del volcán –Eyjafallajokull- al cual se encamina la versión Stilleriana de Walter Mitty, está el Snæfellsjökull, al que 150 años antes hiciera subir a sus exploradores Julio Verne, antes de hacerles bajar al centro de la tierra. El trayecto vital de Mitty es también el de los protagonistas Verneanos, donde el apocado Axel sería el hombre que entra al volcán, y el temerario Otto Lidenbrock el que sale de él. Impertérrito, ajeno al peligro, incluso el fotógrafo al que presta su cara en la película Sean Penn es un trasunto fiel de aquel Hans que acompañara a los dos expedicionarios en la novela. Por el mismo precio de un remake, tenemos también una adaptación que pasa por el relato Mittyano de James Thurber y sigue más allá, hasta llegar a ese otro Walter Mitty que fue Verne dentro de su cabeza. 

21 diciembre 2014

metaSibelius


Durante el concierto para violín de Sibelius, esta mañana en el Auditorio, una mujer era transportada, inconsciente, fuera de la sala. Unos minutos más tarde y habría creado un acontecimiento metateatral: la siguiente pieza, la sinfonía fantástica de Berlioz, fue inspirada por Harriet Smithson, a quien el compositor viera interpretar a Ofelia en Hamlet. 

19 diciembre 2014

la bella de al lado



Entre las cosas que traerá el año nuevo estará, con suerte, un teatro parecido al que durante 11 años ha sido el teatro Guindalera. Es decir, parecido a lo que Juan Pastor y Teresa Valentín-Gamazo han hecho durante ese tiempo para encajar la noción de creadores en la de empresarios. No hay un molde teatral en Madrid en el que la distancia entre ambas nociones sea tan estrecha, y sin embargo ese fórceps ha dilatado la cualidad de su visión exquisita de Pinter, Friel, Wilder o Chéjov sin que el ahogo de las paredes financieras trajeran otra apuesta teatral, que hubiera sido lo esperable. La última de las obras de este ciclo vital –la bella de Armherst- explica lo arduo de esa forma de felicidad que sucede a solas tantas veces: la que no busca existir para caber en moldes ajenos, la que no se pregunta a sí misma porque otros sí, porque lo que uno es no podría adaptarse a lo que otros son. Emily Dickinson murió sin haber logrado publicar uno solo de sus poemas, y sin embargo ambos –ella y su poesía- se reencarnan estos días delante de quienes, dudosamente habiéndola leído, son conmovidos por ambas. Es la misma esperanza que merece ganar el proyecto que continúe entre sus paredes. En esta vida y en la que venga. 

18 diciembre 2014

desde la salida de la fábrica de hermanos



A escasos días de que se cumplan 120 años desde que los hermanos Lumiere proyectaran por vez primera la salida de obreros de una fábrica francesa en Lyon, la demolición de un muro, la llegada de un tren y un barco saliendo del puerto, el cine parece estar honrando el elemento más inesperado de aquel logro: la proliferación de hermanos. Los Dardenne, los Taviani, los Wachoski, los Coen, los Nolan. Todos ellos en activo, y no precisamente en declive. De cuantas cosas cuenta la única película de alguno de ellos actualmente en cartelera (Interstellar), y no son pocas, que el plan b esté tan cerca del plan a que tenga el mismo apellido es una vela más de esa próxima tarta. 

17 diciembre 2014

que la fuerza te acompañe hasta Hadyn


Cuando uno tenía 14 años, un compañero de clase me regaló, en el turno del amigo invisible, un disco de John Williams, la banda sonora de El imperio contraataca. Como la propia fuerza Jedi, uno no entiende de dónde extrajo aquel chico la influencia, qué pista pude haberle proporcionado en una conversación buscada a tal fin, dado que justa esa es la primera banda sonora que uno tuvo. Cientos le siguieron, primero en vinilo, después en cd. Y a uno le gusta pensar que aquel disco es el origen, la causa exacta de que, treinta años largos después, uno tenga dos discos de ópera y música clásica por cada banda sonora. Hasta cinco conciertos de música de cine tendrán lugar en las próximas semanas en el Auditorio nacional y el teatro de la Zarzuela. Y como ocurría hace unos días en el mismo Auditorio, probablemente muchos de los asistentes serán niños acompañados de sus padres. Toda puerta a la música clásica es buena, para empezar porque no hay muchas que funcionen. Y otra de ellas podría ser la que el Cuarteto de cuerdas sueltas –una agrupación de jóvenes solistas- mostraba ayer en el programa de Radio clásica Sinfonía de la mañana, pasando a sonidos nobles temas de Pharrel Williams, U2 o Gloria Gaynor. Y que, sin la contaminación inevitable que viene de reconocerlos, podría sonar a músicas compuestas en el XIX. El cine mudo nació acompañado de orquestas que interpretaban en directo las músicas que la precaria tecnología de grabación y reproducción no permitía escuchar de otra forma. Cuasi extinta la posibilidad de llegar a comprar una sinfonía en una tienda de discos, y convertida la exhibición televisada de música clásica en una apuesta sin apostadores, poner a Rihanna en manos de una orquesta sinfónica podría ser la última posibilidad de contraatacar, de revivir un arma tan noble en tiempos tan poco civilizados.  

02 diciembre 2014

20.000 palabras más adentro


El mismo día que uno termina de leer 20.000 leguas de viaje submarino, Muñoz Molina publica en El País un texto que honra la memoria de aquella “novela perfecta porque resume las dos metáforas centrales no solo de su literatura, sino de cualquier literatura: la inmersión, el viaje”. Construida sobre lo que, de pequeño, le enseñó a aislarse del ajetreo permanente sumido en la lectura, submarinamente a salvo del mundanal ruido y sus prioridades, Muñoz Molina, quizá para no convertir la columna en un ensayo, desdeñó el hecho de que justo esa cualidad –la de refugiarse- está en el núcleo mismo del carácter solitario de Nemo, a salvo del mundo en su propio periplo solitario. Cómo, por cada lector privilegiado que halla refugio en una novela, hay acaso un hombre que se esconde en otros lugares, en otras causas. Cómo un escritor –Aronnax sirve- es el que sale a buscar a ambos. 

30 noviembre 2014

el zoo danés



Una de las ironías a posteriori acerca de la escasa huella que dejó Shakespeare fuera de sus obras, y que alimenta las dudas sobre la autoría de las mismas, es cuán en cine, más raramente en teatro, no es infrecuente escuchar cómo se le da ese nombre en tono burlón a quien presume, o de quien se conocen vagamente, inclinaciones literarias. Tennessee Williams se sumó a la lista muy pronto en su carrera, pero lo hizo con una inusual cualidad doble: primero, y más obvio, al hacer del Tom de El zoo de cristal (1944) un infeliz al que otro infeliz, Jim, llama burlonamente Shakespeare. Segundo, y más sutil, en la forma en que, como hiciera el propio dramaturgo isabelino, Tom es en el texto de Williams al mismo tiempo el “autor” de la obra que va a narrar, como uno de los personajes que intervienen en ella. Dudosamente Williams pensó en ello, ocupado como estaba en volcarse a sí mismo en Tom, a su madre en la madre de éste, a su hermana en la propia, a su padre en el mismo que los abandonara a todos. De cuantos reyes puso Shakespeare a recibir la visita de fantasmas, es un príncipe –así era conocido Williams en sus años dorados- el que más recuerda a él. Utilizado para añorar a su padre, maltolerar a su madre e intentar, sin lograrlo, cuidar a la mujer que ama, quien enloquece hasta ver un zoo de cristal o de hierba similar al que dedicara su vida la hermana de Tom, Hamlet muere pidiendo el mismo silencio que querría aquel. De haber dotado Williams a Tom de un solo amigo, incluso Rosencratz y Guildestern tendrían su hueco en el zoo de los parecidos. 

29 noviembre 2014

la imposible deflación climática


Recorrido el mundo por la amenaza de un crecimiento económico anémico que sume a la parálisis salarial la caída en los precios al consumo, la ONU publica el enésimo informe sobre cambio climático, que se lee con la mezcla de cosa sabida y fatigosamente consentida que suponen los anuncios que animan a invertir en planes de pensiones en esta época del año. Con la cabeza ocupada en justo lo contrario, se lee la llamada urgente a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero mientras se piensa en cómo aumentar la temperatura de las locomotoras económicas globales. Donde la ONU escribe necesitar un 70% menos de emisiones en 2050 y un 100% menos a final del siglo, un país como China, donde un crecimiento interanual del 7% es un fracaso y una amenaza al poder del partido comunista lee, sobreimpresionado, el derecho a consumir tanto gas y tanto petróleo como pueda extraerse del mundo. Y ni un solo gobierno del mundo –exceptuando quizá los escandinavos- sabe o quiere saber cómo aplicar esa instrucción sin causar la autodestrucción de sus economías, solo porque la autodestrucción pactada –hecha de permitir al gran dinero convertirse en arcas inmunes mientras se pide al resto de la población que se conforme con transformarse en agua- permite sobrevivir mejor a las elecciones municipales, regionales o nacionales que salpican el calendario nacional en todo el mundo. Y dónde sino en Dinamarca podría presentarse un informe así sin que la población acudiera, como en el pueblo empobrecido de El viaje a ninguna parte, a acusar a quienes lo leen de querer jugar con su pan escaso.  
Los océanos se felicitan de que el atún rojo recupere ciertos niveles de población para poder ser esquilmada de nuevo con garantías legales, el 30% de las especies del planeta están en peligro de extinción, el deshielo deja unas imágenes tan espléndidas como nítidas. Pero el titular es que, de implementar las acciones que reclama el informe, el consumo mundial podría contraerse un 3% anual en lo que queda de siglo. El peor escenario que contempla la ONU –cualquier político que sepa que será justo el que sobrevenga lo ubicará como el menos probable- prevé un aumento de 4,8 grados a finales de siglo. Un metro más en el nivel del mar, ecosistemas convertidos en desiertos, hambrunas más allá de lo registrado nunca, enfermedades, precariedad y mortandad a la altura de las novelas de ciencia ficción que leemos cuando no leemos los informes de la ONU. Nada que deba preocuparnos mientras suceda lentamente, a un ritmo al que podamos acostumbrarnos. Como una calvicie que solo se llevara un pelo cada día.
Incluso los ejemplos que tenemos al alcance son discretos: el trayecto que uno realiza al salir a correr incluye el parque construido por una promotora a cambio de poder construir en parte del pinar de Conde de Orgaz. Hasta cinco personas es normal ver trabajando allí, limpiando el lago y las cuidadísimas jaras y retamas que contiene el pequeño parque, que cabría entero en el lago de la Casa de campo. Pero basta salir del recinto vallado y seguir corriendo por el hermosísimo pinar para verlo sembrado de basura que está ahí un día tras otro, un mes tras otro, se diría que solo tapada por los árboles que caen de vez en cuando y la hierba que, con las lluvias, oculta la porquería incesantemente arrojada por quienes pasan por sus caminos como quien por los informes de la ONU.

28 noviembre 2014

entre la calma y la magia


Al final de La calma mágica, hasta hace unos días en el Valle Inclán, Alfredo Sanzol imagina una conversación entre el protagonista, un hombre desorientado en busca de paz, y su padre, muerto hace tiempo. Contada su desesperación en el trayecto que media entre un par de anécdotas que ocurren vía teléfono móvil, entra finalmente una llamada y es él, su padre. Lo que Sanzol escribe entonces es algo que sucede también entre las dos palabras principales del título: la calma con que la voz de su padre le dice lo más vago que un muerto podría decirle a un vivo es esa pura magia de lo que en esta vida imaginamos de aquella otra: que persevere, que para estar bien hay que tratar de hacer lo que uno cree que debe hacer, que no esté nervioso. Hasta la estatua del comendador es más explícita en el par de frases que Zorrilla puso a su disposición. Y sin embargo la conversación es una epifanía de la escritura de Sanzol, un poco a la manera de Millás, siempre con un pie en la normalidad y otro en el asombro, que en este caso pasa por asumir que incluso viniendo de la muerte para hacer una única llamada –el padre dice que no habrá otra- quien habla desde ella pudiera no saber mucho más de lo que sabemos en vida, que lo que un padre pudiera hacer por un hijo está en los mismos consejos vagos que se le da a un adolescente o un hombre al nacer su tercer hijo. Y que, con suerte, lo que sabemos de la muerte –añoranza incluida- no es mucho más que lo que desde ella se sabe de nosotros. Como escritura confesa sobre el consuelo y la impotencia de perder para siempre a alguien, uno no imagina mejor descubrimiento. 

24 noviembre 2014

Lo que uno es cuando no está


Hace un par de años, una amiga y yo acordamos escribir cada año nuestro obituario respectivo, a fin de evaluar, al paso del tiempo, lo que deja de importarnos, lo que sigue haciéndolo, lo que aparece para reclamar un papel antes no sabido. Como un ejemplo más, el 12 de noviembre El País publicaba dos esquelas, en una, se recordaba a un hombre como “esposo y padre ejemplar”; en otra, se honraba a una mujer como “testigo de la proclamación de la república, el 14 de abril de 1931, en la Puerta del Sol, mantuvo sus ideas hasta el final”.

23 noviembre 2014

Artemisa en Palestina



Cómo el texto de Colm Tóibín, estos días en el Valle Inclán, sobre la visión de la virgen María del destino de su hijo famoso sirve para contar la distancia entre lo que se ve, se toca o se sabe, y lo que, de pura imposibilidad de ser superado, no tienes más remedio que creer –“Artemisa, diosa de todo lo que crece, libérame. Llévame hacia la oscuridad más calma y que allí encuentre lo que tenga que encontrar, ya sea el silencio o alguien hablando, incluso puede que los muertos que he conocido, o tal vez sus tristes sombras susurrantes.”

12 noviembre 2014

mi reino por un limbo



Si el auge de según qué opciones políticas solo se explica en ese ciclo de revelación y olvido con que las sociedades gestionan lo obvio –que un mitin se gana enarbolando ideología y un gobierno, pragmatismo-, se diría que el partido republicano estadounidense vive, desde hace cuatro legislaturas, de esperar la llegada de ese limbo. Solo así se explica que, con la mitad del paro y el déficit que dejara george bush jr, y la economía creciendo a un ritmo que no iguala ninguna economía desarrollada, el partido demócrata venga de perder el control del Senado y de ver ampliada la mayoría republicana en la Cámara de representantes. Y que tan bien expresa lo que Luis Monge escribe en El País 6.11 –“¿cómo se explica que en Arkansas ganen quienes defienden que si aumentan los salarios habrá menos contrataciones mientras al mismo tiempo se aprueba en referéndum el incremento del salario mínimo?”. Es en ese paraíso de lo evidente invisible, que las máximas aspiraciones del partido republicano apuntan contra la revocación de la Reforma sanitaria y contra la ya compleja aprobación de la Reforma migratoria, como si fueran nimiedades de la protección social lo que, junto a la lucha contra el cambio climático, frena una recuperación económica que no está frenada. Como ocurre aquí con el partido popular, que es casi preferible en el gobierno –por falaz, corrupto, ramplón y acultural que sea- con tal de no verles instalados en la obscenidad permanente desde la oposición, la mejor, y única lectura no deprimente, del triunfo del partido republicano podría radicar en las energías ahorradas por quienes les leen o escuchan tras ocho años de desvarío continúo en la oposición. Lo explica ese otro socialista, musulmán, ateo y probablemente negro que es Paul Krugman:

11 noviembre 2014

y sin embargo es un periódico honrado


Recién logrado por el partido republicano estadounidense la mayoría en el Senado al tiempo que sus méritos merecerían perder los escaños que ya tienen, en nuestro país el que fuera el periódico más progresista, y aún clama serlo, con la mano derecha imprime noticia de la caída en barrena de cuanta aspiración de buen gobierno puedan alardear los partidos tradicionales, y con la izquierda difama sin escrúpulos el surgimiento de un partido cuyo mayor crimen sería serlo cívico y no aún político, como sería de desear para competir en igualdad de mediocridad y mentira con las opciones existentes. Es así como, en el editorial del domingo pasado, tras glosar con benevolencia la gestión del país en manos del gobierno actual, sugiere “nada justifica dejar a la sociedad en manos de un grupo de diagnóstico catastrofista y voluntad descalificadora, que niega ser de izquierdas ni de derechas para ocultar lo que realmente es: simple y vulgar populismo”, que es, como sugiere la lectura de El País cualquier día de la semana, en su primera frase justo la definición de la política en manos del partido popular, y en su segunda, la acepción básica de cualquier campaña electoral de cualquier partido desde la instauración de la democracia.
La falta de tiempo para leer el propio periódico en el que uno escribe podría explicar también el más afinado reproche –“una cosa es criticar y otra muy distinta ofrecer soluciones solventes y realistas a una sociedad necesitada de buena gestión. Hasta el momento, las únicas recetas que hemos escuchado en boca de los líderes de Podemos son viejas, fracasadas y delirantes”- que, entre otras cosas, presume de no haber leído siquiera la tribuna de Pablo Iglesias y Carlos Jiménez Villarejo publicada en –justo, lo han adivinado- El País un día antes, contra los paraísos fiscales y su impunidad, cuyas recetas “viejas, fracasadas y delirantes” reproduzco a continuación para aquellos que tienen la suerte de no leer El País estos días -“Primera. El G-20 ha de emplazar a todos los Estados para que requieran la identidad de los clientes con cuentas en las matrices, filiales o sucursales en el extranjero de los bancos que operan en su territorio. Segunda. El G-20 ha de emplazar a Suiza para que atienda los requerimientos de las Administraciones tributarias respecto a la UBS y el Credit Suisse. Tercera. Los altos cargos de las Administraciones central y autonómicas y diputados de las correspondientes asambleas legislativas prestarán consentimiento escrito para que la AEAT confirme con terceras jurisdicciones que no tienen cuentas sin declarar en el extranjero. Cuarta. El Gobierno ha de llamar a consultas a los embajadores de Suiza y Andorra para que justifiquen por qué no han informado sus Gobiernos de las cuentas de Bárcenas y de Pujol contraviniendo de forma flagrante la recomendación número 12 del GAFI (Grupo de Acción Financiera Internacional, de la OCDE), como personas de evidente relevancia política. Resulta escandaloso a primera vista que los bancos donde han estado abiertas las cuentas de Bárcenas y de Pujol no informaran a las unidades de Inteligencia Financiera de Suiza y de Andorra de la existencia de tales cuentas. En el caso de que las explicaciones ofrecidas no fueran satisfactorias, España ha de denunciar a estos países al GAFI para que sean incluidos en la lista de países no cooperativos y puedan arbitrarse las contramedidas que sean pertinentes. No puede tolerarse más la permisividad de los Gobiernos con el fraude fiscal internacional en directo y gravísimo perjuicio de los ciudadanos, agrandando la brecha de la desigualdad económica y social.”

05 noviembre 2014

istmos




“Descubrí que la mayor parte de las veces que oí decir a un líder del gobierno que algo tenía que ver con la seguridad nacional, no estaba relacionado con eso sino con alguna vergüenza personal” –cita Francisco G. Bastierra a Ben Bradlee en la necrológica de éste, en El País 23.10. Comprado hoy The Washington Post por Jeff Bezos, dueño de Amazon, lo que su apoyo a Ben Woodward y Carl Bernstein –contado aquí (http://internacional.elpais.com/internacional/2014/10/31/actualidad/1414778919_213629.html)- hizo por la salud de la democracia estadounidense en 1972 no puede ser calibrado hoy, en tiempos en que la Fox lucha por lo contrario, pero habla de un resorte doble, hoy en decadencia –el tiempo en que la verdad periodística era suficiente para tumbar un gobierno delictivo, y aquel en que la sociedad acudía a un periódico impreso para buscar ambos: la prueba de la mentira, el orgullo de sostener la verdad. 

por qué disentir no viene de disentería


03 noviembre 2014

posando para Savall



Un día antes de que Jordi Savall reciba el Premio Nacional de Música, uno de sus conciertos magníficos alumbra en el Auditorio Nacional la vida de El Greco en 23 episodios, que en el programa aúnan el autor, de haberlo, del motete, la danza, el madrigal o el villancico, con el momento histórico al que representan. El ascenso al trono de Felipe II, la expansión y contracción del imperio otomano del XVI, la expulsión del moriscos a principios del XVII se turnan los mismos instrumentos musicales con la naturalidad con la que el tiempo largo de los siglos contrae los acontecimientos más dispares hasta fundirlo en épocas fácilmente reconocibles. Para ilustrar la masacre de 1571 en Saint-Barthélemy, inserta en la guerra de religiones en Francia, un salmo de Claude Goudimel imita lo anterior y reduce a dios a un general al que exigir tanta sangre ajena como amor a lo propio –“Pleitea contra mis pleiteantes,/ ataca, Señor, mis atacantes,/ empuña el escudo y la lanza,/ y avánzate para socorrerme./ Carga contra ellos, marcha al frente,/ impídeles seguir adelante./ Dile a mi alma: Alma, soy yo/ aquel que a ti puede protegerte./ Por el oprobio sea perdidos,/ sean tumbados y confundidos/ todos los que persiguen mi vida/ y todos los que a mi ultraje aspiran./ Que sean como el polvo que es/ por el viento echado donde quiere:/ que el ángel del Dios omnipotente/ sin tregua los vaya persiguiendo./ Todos los caminos les resbalen:/ por caminos negros y sombríos/ el ángel de Dioa de sitio en sitio/ los persiga siempre y les dé caza./ Porque con traición me dispusieron/ sus artificios en una fosa:/ sus artificios, digo, a traición/ prepararon para darme muerte”.

02 noviembre 2014

un relato



La sede del partido popular en Madrid emplea las plantas más cercanas a la puerta para albergar la rama madrileña del partido y el área de prensa y telegenia. Y las más alejadas, para ocupar tesorería y dirección del partido. Entre unas y otras, servicios jurídicos. Es una distribución que parecería haber servido de mapa a la expansión simultánea del partido y de la burbuja de prosperidad nacional, tal si alentada y gestionada en el ascensor que ha de ir de unas plantas a otras. Puestos en fila unos juntos a otros, los millones de edificios levantados en nuestro país en los últimos quince años habrían dado para conectar, sin un metro libre, el auge inmobiliario sin fin que expoliaba el litoral con las elecciones ganadas consecutivamente por los gobiernos populares asomados al balcón de la calle Génova. Las tramas de diputados y consejeros comisionistas que engrasaban la maquinaría electoral en Madrid, Murcia, Galicia, Baleares o Valencia, sentadas hoy en el banquillo, asfaltaron también el camino al enriquecimiento delictivo en las promotoras que corrompían a los alcaldes para que la renovación probable de su mandato perpetuase el engranaje, y en los bancos donde el dinero inagotable del ladrillo sirvió para comprar a los consejos de administración, cegados así a los desmanes ajenos al saber los propios.
Cuatro plantas por encima de las áreas dedicadas a producir videos y eslóganes, el tesorero del partido popular amasaba una caja b nutrida con el impuesto revolucionario que promotoras, constructoras, eléctricas y empresas de todo tipo pagaban en la sombra a cambio de obtener contratos públicos. La misma caja b que aún hoy rajoy niega haya existido financió entre 2006 y 2008 1.7 millones de euros destinados a la reforma de la sede del partido en Génova. De esa caja b inexistente salió en 2004 el dinero necesario para salvar de la quiebra a libertad digital, fiel portavoz de la teoría de la conspiración sobre los atentados del 11M, rabiosamente defendida en su día por aznar, acebes, aguirre, cascos o gonzález pons. Dos de los hombres más cercanos a aznar –rato y blesa- dirigieron, y llevaron a la quiebra, a la que era tercera entidad financiera del país tras estafar a millones de pequeños accionistas en su salida a bolsa. Asomados a los periódicos hoy por haber ocultado y amparado la concesión de visas opacas que compraban bienes y a quienes las llevaban, siendo mayoritariamente empleadas para usos en nada relacionado con la representación de sus cargos, representan, a escala, miméticamente lo que el partido popular recibió, solo en 2008, en donativos ilegales: más de un millón de euros. Según la contabilidad b hecha pública por su extesorero al ser capturado y encarcelado, el partido dedicó buena parte de ese dinero a pagar sobresueldos a su cúpula directiva. “El pago en dinero negro no tiene, según la Agencia Tributaria, reproche fiscal ni constituye delito.” –se lee en El País 29.10.
Tan obvio debía ser el mapa, tan claras sus instrucciones, que fueron seguidas con celo escrupuloso, e idéntica fe en la impunidad, por cuanto satélite se conciba, cercano o no: ya sean las prácticas de extorsión explícita del presidente asturiano de la ugt; o las maniobras altaneras de la corrupción peleada con el blindaje que le prometieron a quien emparentara con la casa real; ya sea la mentira e hipocresía como bandera oculta bajo la camisa del fundador del nacionalismo catalán contemporáneo; los fondos para el empleo en manos de la dirección del socialismo andaluz; o el saqueo y fraude contumaz en manos del mismísimo presidente de los empresarios españoles. Podría pensarse que no hay quien de más, y sin embargo es improbablemente cierto. Como contara la película de Spike Jonze Cómo ser John Malkovich (1999), escondido entre cada planta de un edificio, hay otros mundos, esperando a ser hallados. 

01 noviembre 2014

podemos mentir


Preguntado por Jordi Évole si le gustaría disponer de un programa de televisión, “en un tono distendido y entre risas, Pablo Iglesias respondió que “sería la hostia” e incluso ironizó con ofrecer un ministerio a Sabina, quien hace unas semanas mantuvo con Podemos una polémica sobre la utilidad y los planteamientos políticos”-publicaba El País 27.10. Solo que el titular parecía no haberse leído el artículo –“Pablo Iglesias ansía tener un programa de televisión si llega a ser presidente”. La noticia no viene firmada. Lo que, con suerte, habla de la vergüenza experimentable en la redacción, y sin ella, de cómo el periodismo labra su caída al mismo tiempo que los hábitos de consumo se lo piden. Es así como, a fuer de ver impreso el periodismo menos pensado, el día menos pensado uno dejará de comprar el periódico que ha comprado cada día de los últimos 20 años.