Recién logrado por el partido republicano estadounidense
la mayoría en el Senado al tiempo que sus méritos merecerían perder los escaños
que ya tienen, en nuestro país el que fuera el periódico más progresista, y aún
clama serlo, con la mano derecha imprime noticia de la caída en barrena de
cuanta aspiración de buen gobierno puedan alardear los partidos tradicionales,
y con la izquierda difama sin escrúpulos el surgimiento de un partido cuyo
mayor crimen sería serlo cívico y no aún político, como sería de desear para
competir en igualdad de mediocridad y mentira con las opciones existentes. Es
así como, en el editorial del domingo pasado, tras glosar con benevolencia la
gestión del país en manos del gobierno actual, sugiere “nada justifica dejar a la sociedad en manos de un grupo de diagnóstico
catastrofista y voluntad descalificadora, que niega ser de izquierdas ni de
derechas para ocultar lo que realmente es: simple y vulgar populismo”, que
es, como sugiere la lectura de El País cualquier día de la semana, en su
primera frase justo la definición de la política en manos del partido popular,
y en su segunda, la acepción básica de cualquier campaña electoral de cualquier
partido desde la instauración de la democracia.
La falta de tiempo para leer el propio periódico en el
que uno escribe podría explicar también el más afinado reproche –“una cosa es criticar y otra muy distinta
ofrecer soluciones solventes y realistas a una sociedad necesitada de buena
gestión. Hasta el momento, las únicas recetas que hemos escuchado en boca de
los líderes de Podemos son viejas, fracasadas y delirantes”- que, entre
otras cosas, presume de no haber leído siquiera la tribuna de Pablo Iglesias y Carlos
Jiménez Villarejo publicada en –justo, lo han adivinado- El País un día antes,
contra los paraísos fiscales y su impunidad, cuyas recetas “viejas, fracasadas y delirantes” reproduzco
a continuación para aquellos que tienen la suerte de no leer El País estos días
-“Primera. El G-20 ha de emplazar a todos los
Estados para que requieran la identidad de los clientes con cuentas en las
matrices, filiales o sucursales en el extranjero de los bancos que operan en su
territorio. Segunda. El G-20 ha de emplazar a Suiza para que atienda los
requerimientos de las Administraciones tributarias respecto a la UBS y el
Credit Suisse. Tercera. Los altos cargos de las Administraciones central y
autonómicas y diputados de las correspondientes asambleas legislativas
prestarán consentimiento escrito para que la AEAT confirme con terceras
jurisdicciones que no tienen cuentas sin declarar en el extranjero. Cuarta. El
Gobierno ha de llamar a consultas a los embajadores de Suiza y Andorra para que
justifiquen por qué no han informado sus Gobiernos de las cuentas de Bárcenas y
de Pujol contraviniendo de forma flagrante la recomendación número 12 del GAFI
(Grupo de Acción Financiera Internacional, de la OCDE), como personas de
evidente relevancia política. Resulta escandaloso a primera vista que los
bancos donde han estado abiertas las cuentas de Bárcenas y de Pujol no
informaran a las unidades de Inteligencia Financiera de Suiza y de Andorra de
la existencia de tales cuentas. En el caso de que las explicaciones ofrecidas
no fueran satisfactorias, España ha de denunciar a estos países al GAFI para
que sean incluidos en la lista de países no cooperativos y puedan arbitrarse
las contramedidas que sean pertinentes. No puede tolerarse más la permisividad
de los Gobiernos con el fraude fiscal internacional en directo y gravísimo
perjuicio de los ciudadanos, agrandando la brecha de la desigualdad económica y
social.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario