Cómo el texto de Colm Tóibín, estos días en el
Valle Inclán, sobre la visión de la virgen María del destino de su hijo famoso sirve
para contar la distancia entre lo que se ve, se toca o se sabe, y lo que, de
pura imposibilidad de ser superado, no tienes más remedio que creer –“Artemisa, diosa de todo lo que crece, libérame.
Llévame hacia la oscuridad más calma y que allí encuentre lo que tenga que
encontrar, ya sea el silencio o alguien hablando, incluso puede que los muertos
que he conocido, o tal vez sus tristes sombras susurrantes.”
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