Quizá en la verdad sabida de que las contraportadas de
los libros son el sitio perfecto para vender lo que no se haya en ellos, se
entiende que el editor del libro en cuestión escoja las páginas del suplemento
de libros de El País para anunciar un libro en ese titular grandioso –moneda cósmica o cómo aprehender la física
moral que rige el universo- mientras el texto que lo acompaña habla de
otro, uno que, como se cuida de decir “solo
en apariencia es un libro de autoayuda”, siendo en realidad un tratado que
incluye “grandes principios de la
filosofía”. Y eso es solo en el primer párrafo. El segundo equipara la “física moral que rige el universo” del
autor a los “grandes filósofos de la
naturaleza, de la Grecia clásica”. No ha acabado de equipararse a ellos
cuando el tercer párrafo ya le distingue en ese “a diferencia de los filósofos de la antigüedad, no busca el origen
del hombre, sino que se centra en su destino”. El cuarto contiene la revelación –“la superación de las carencias económicas
solo puede originarse en el talento personal de cada uno”. Uno lamenta que el quinto párrafo apenas dé para contener el anuncio de los “40 años de trabajo compendiado” en ese hallazgo de la
inteligencia humana. Quizá porque cinco párrafos son ya muchos para una
contraportada, el sexto olvida explicar cómo viniendo “del talento personal de cada uno” como eje de la mejora humana, debemos,
en cambio, “trascender el modesto mundo
de las tres dimensiones” –el único que tenemos- para “elevar nuestro desempeño cognitivo a dimensiones superiores”. O
cómo, habitando únicamente este planeta, “La
moneda cósmica que facilita la riqueza material y la abundancia espiritual” suena
a desperdicio de energía o inversión, sin que quede muy claro cómo la energía
desarrollada –acuñada, diría el sabio- en nuestro interior puede comprar algo
en la galaxia Andrómeda o en las proximidades de un agujero negro. Seguramente
por problemas de espacio, el séptimo párrafo escoge tranquilizar en vez de
explicar cómo todo esto “lleva
inexorablemente aparejada la felicidad”. “Estamos ante un libro de filosofía o de ciencia o ambos, todo menos un
manual de autoayuda”-concluye. Más explícitamente, y sobra decirlo, “no uno de esos libritos permisivos de
autoayuda que invitan irresponsablemente a desear cualquier cosa y pedírsela al
universo”. Quizá porque la permisividad, la irresponsabilidad, o la
cualquier cosa son mucho más fáciles de pedir al primero que pase por la página
de un periódico.
2 comentarios:
gensantadelamorhermoso
lo que hay que ver! : / gente rara.
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