Es toda una
decisión la de elegir el programa de los conciertos familiares de los sábados
por la mañana en el Teatro Real. Si el Concierto para clarinete y orquesta de
Mozart aspiraría –en vano- a calmar a los niños que pueblan el auditorio, las
dos piezas de Sherezade, de Rimski-Kórsakov –más rotundas, por momentos llenas
de un caudal de sonido muy superior- logran que el parloteo o la desesperación
aburrida de su público sea, durante esos instantes, inaudible. Mozart y parte
de su audiencia han venido esta mañana a cosas distintas. Solo los padres están
aquí por el mismo motivo, sin gran éxito. Qué parte de la música que escuchan
los adolescentes no tendrá como objetivo devolver el favor: mantener callados,
acaso tirados por el suelo, a sus progenitores.
1 comentario:
....mmm... se portaron los niños como "niños" veo, jejeje, ya verás cuando empieza a parlotear carlota! :)
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