05 octubre 2011

Realidad/ menú


Entrantes: Para el cocinero del bar, North Carolina está en Marte, y ninguna hermana viviendo allí desde hace décadas compensa dejar las calles de Madrid y su bullicio para llegarse hasta allí y mirar qué sea aquello. Su opinión no desciende apenas a enjuiciar lo que pueda encontrase allí, lo que estima de lo que tiene aquí le basta hasta el fervor. Es un orgullo de propietario, de quien tanto valora lo que tiene que, por cálculo elemental, poco pueden valer otras opciones.
Primeros: La mujer que te extrae sangre cuenta un secreto, que acaso es el mismo a todos los que amenazan desmayarse en el proceso: cuando es a ella a la que sacan sangre para un análisis, se toma un cafecito antes, como matiz del ayuno prescrito.
Segundos: Has renunciado a hacerlo ya, pero aún de vez en cuando no te resignas, al coincidir con la señora del segundo y su hijo pequeño, a pedir amablemente que separe los tipos de basura que produce, que deje de arrojar los cartones al cubo amarillo, y todo lo demás, al primero que halle. Otros días el ruego pide que empiece a cerrar las puertas del edificio cada vez que sale o entra. Otras, a pedir que deje de arrojar decenas de colillas diariamente por la ventana, que alfombran la rampa del garaje. Y cada vez que pides algo te escucha con atención, con auténtica preocupación por atenderte que es solo eso: esforzarse por hacerte saber que estás ahí, delante de ella. Asiente, confirma. Nada de lo que digas quedará en su mente, como si la mejor forma de garantizarse que alguien hable con ella sea mantener vivos temas tan apasionantes.
Postres: Tras dos años sin verse, el Congreso de Oftalmología les reúne de nuevo, renuevan su aventura. Días después, ella le envía una carta en la que dice estar dispuesta a todo por estar con él: divorciarse, cambiar de ciudad. En la carta hay más palabras que minutos han estado juntos en esos cuatro años.

5 comentarios:

Diego dijo...

Creo que sólo he entendido el postre...justo lo que más engorda... :P

A.Pérez dijo...

... parece que han sido unos días completos...

uliseos dijo...

para unos lectores fieles que tengo, qué mal os trato :)

Diego dijo...

En lugar de reirte de nuestra ignorancia, explícate hombre, explícate :)

uliseos dijo...

si es que no hay nada que no sea lo que dice: las historia real de un hombre que tanto aprecia lo que tiene que desprecia asomarse a algo distinto, la enfermera que desdeña la norma primera de aquello que pide a otros cada día, la asombrosa historia de la mujer incapaz de entender nada, la de ese amor comprimido...

es solo eso :)