21 octubre 2011

Árbol de las maderas y los metales


Por si la aproximación a un hecho inexplicable sirviera para entender otro, lo que de El árbol de la vida, de Malick, dice Pablo Heras-Casado al decirlo de la Filarmónica de Berlín, hoy en El País: “Su sonido es muy poderoso, redondo, profundo, sientes que viene de abajo… pero tiene mucho brillo y un enorme perfil… su sonido es íntimo y camerístico, pero ampliado a una dimensión cósmica. El rango de colores y de dinámicas de intensidades es casi infinito… Es más, crece incluso cuando no practica. Te marchas por la noche y al día siguiente está a un nivel más alto de lo que la dejaste”.

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