23 octubre 2011
aves del paraíso
La piscina cubierta es un ecosistema que de lunes a viernes, y quizá para compensar, ofrece tan diversas posibilidades de contemplación como idéntico sea cruzarla a nado una y otra vez. Desde primera hora de la mañana, acaso hasta al mediodía, uno nada entre peces antiguos y magníficos –señoras y señores mayores y no tan mayores que se mueven con una gracilidad que el agua parece regalar a quien entra en ella. Muchas de ellas nadan en vertical, bajo el agua semejan peces creativos que trataran de hacer en un elemento lo que están habituadas a hacer en otro. Incluso vistas desde fuera, sus ejercicios en grupo tienen una belleza de ejército descoyuntado, anárquico y voluntarista que hubiera decidido avanzar con la mitad del cuerpo en un mapa y la mitad restante en otro. La voluntad puede ser grácil donde el movimiento no, y sus hileras sugieren paz si vistas bajo del agua, y una inusual armonía del caos si observadas por fuera. Es un trasiego de cuerpos callados… y no tanto, dado que el agua pone voz a los pies y los brazos que entran y salen de su superficie, como si el eco amplificado diera también brazadas por el aire.
Poca gente se habla hasta que, a media mañana, llega el grupo de síndrome de down a la piscina. Es una fiesta entonces. En el agua no son solo distintos, también transparentemente mejores que nosotros. Alegres, vitales, sin la seriedad o la fatiga que recompensa el esfuerzo de nadar durante minutos idénticos, vienen al agua a jugar, no a adelantarse o a cumplir una obligación muscular. Incluso las indicaciones de los monitores tienen poco que ver con el tono imperativo que domina el otro lado de la piscina, donde las mujeres juegan sus cursos de natación. Como los pavos reales que libremente vagan por el pequeño jardín botánico inserto en el Retiro, su presencia es irreal y magnífica. Entre éstos y aquellas, uno reconoce la inferioridad de su actividad: rodeado de peces luminosos, en armonía con el ritmo y la cualidad pacífica del agua, uno en cambio nada metódica, esforzadamente, como si trabajara.
3 comentarios:
Muy bonito este post! Me recordó inevitablemente a mis años de natación y entreno- casi 3 -. Es verdad,¿por qué algunas señoras nadan en vertical? En las piscinas de Basauri podrías escribir libros enteros, sobre un montón de diversidad acuática en armonía "anarquica" . En las de mi urba - en verano - creo que también. Aunque allí pega más el sol. :)
nadan en vertical porque nadan solo de ombligo para arriba... creo que es prudencia: mientras la mitad superior prueba a moverse en otro elemento, la mitad inferior... camina, que es lo seguro :)
:D
Publicar un comentario