18 octubre 2006

nueva eshpaña, 5

Un árbol –che chem- cuya corteza, al segregar resina tras la lluvia, produce quemaduras en la piel. Un árbol –cha ká- cuya corteza alivia los efectos del primero. Ambos abundan en la selva que engulle las ruinas mayas de Cobá. Al parecer siempre se les encuentra juntos, el uno junto al otro. Sus troncos separados a la altura de los ojos, sus ramas tocándose allá arriba. Como si por cada metáfora posible hubiera un ejemplo esperando, oculto, en algún sitio.

1 comentario:

Anónimo dijo...

impresionante Cobá... una ciudadad fantasma comida por la selva, parecía completametente imposible que aquello hubiera estao alguna vez habitado por personas como nosotros, era extraterrestre, inhumano, fabuloso...