16 octubre 2006

nueva eshpaña, 3. nubes, 6.

¿Diez? años atrás, desde el mismo punto de las ruinas mayas de Chichen Itza en que ahora lo hago yo, unos amigos observaban la sima a la que eran arrojados los cuerpos decapitados de quienes ganaban un extraño juego. El perímetro de la sima tiene unos cien metros. Y de la misma forma en que los juegos en que uno tiene tanto que perder como de ganar lo son menos preocupados si se te impone jugarlos, es fácil desechar, arrojar lejos una idea inerte si la puntería está garantizada. ¿Diez? años después de aquel día, por propia voluntad mis amigos no viven ni trabajan donde solían, y sí en una casilla –hermosa, pero casilla- desde la que juegan un juego nuevo que –y ellos saben que no exagero- no pocas veces amenaza con hacerles perder la cabeza. El mismo día en que uno se sube a un avión para visitar estas ruinas, llega un mensaje en que se anuncia que mis amigos han ganado, que la sima deja de estar ahí, delante de sus ojos. Cada 19.000 días edificaban los mayas un templo mayor sobre el anterior. Se cubren las ideas con otras nuevas y, con suerte, quienes nos quieren hacen lo mismo con los lugares por los que pasamos, con nuestros juegos, quizá con nuestra misma suerte.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La vida es un juego de estrategias que te acaba quitando la vida... Pero en este caso no hemos encontrado el botón de reiniciar... Cuidado, compañero, no pierdas la cabeza...