30 octubre 2006

deudas

A veces uno lee un trozo de periódico y pasa por encima de sus líneas sin que éstas pasen por uno, como quien viaja en tren y la velocidad es parte del paisaje en la medida que oculta partes pero a la vez las integra en lo que delante de esa ventana será finalmente “haber visto el paisaje” y delante del periódico “haberlo leído”. No hablo aquí de las partes que uno voluntariamente desdeña –fútbol, motos, coches y casi toda la política catalana- sino de aquellas ante las que uno se siente responsable en la medida en que las considera dignas de su atención. Quizá porque siente uno que el compromiso que adquiere quien escribe merece ojos atentos por parte de quien le lee, el eventual dolor de mirar sin ver crea, con suerte, una deuda cuyas oportunidades de redención son infinitas en ese gozo diario de saber el periódico esperando, interminable y paciente como un paisaje generoso.

No hay comentarios: