24 abril 2006

lo ecológico es lo urbano

La idea no es mía. Me pregunta mi amigo David que si termino de adaptarme a vivir en medio del campo. Le relato media docena de momentos de los que disfruto como nunca lo había hecho con cosas tan simples como observar la luz (los amaneceres, los distintos verdes, el colorido natural...), escuchar ciertos sonidos (el cuco, el arroyo, el pájaro carpintero...), reconocer el lento proceso de las estaciones... Le hablo también de lo menos llevadero (el aislamiento, el barro, el “sincesar” de intentar controlar tanta naturaleza viva...) Le hago comentario sobre lo cercano (muy lejos aún) que me encuentro de lo que considero el estado “natural” del hombre y de lo idóneo que podría ser PATRA solucionar determinados problemas de masificación en las ciudades... Y me sorprende con un comentario: vivir en el campo es la decisión menos respetuosa con la naturaleza que hayas tenido jamás... No tiene demasiada importancia porque eres una excepción y apenas el impacto que causas es aceptable; pero si lo convirtiéramos en norma y hubiese que urbanizar el campo para recibir a millones de urbanitas, con nuestras aficiones, nuestras basuras, nuestros transportes, nuestra felicidad del consumo, todos nuestros aparatos y nuestras necesidades energéticas y de servicios... ¿qué pasaría? Urbanizar el campo: kilómetros y kilómetros de cables y tubos, más asfalto y hormigón, más antenas y nuevos supermercados. Vivir en la ciudad es la decisión más sostenible para nuestra civilización y nuestro espacio natural... Deberíamos ir olvidándonos del campo, trasladarnos a las ciudades, y sólo visitar estos lugares para las explotaciones primarias o para un ocio respetuoso.... Esa sería la manera en la que lo natural se mantuviera a salvo. Lo más ecológico es vivir en la ciudad, una nueva contradicción a sumar a mi lista de “exámenes” de conciencia. Pues con tanto examen, no hay duda de que algo tendré que dejar para septiembre...o para el curso próximo.

2 comentarios:

uliseos dijo...

San borondón se revela, así, como una versión mejor de la utopía de Tomás Moro: un territorio de tamaña perfección para el hombre que éste ni cabe. Para estado natural, el ausente. La religión vive de esa idea, sin ir más lejos o más cerca.

Anónimo dijo...

gracias, estaba a punto de irme pero no encontraba las llaves... perdón, las razones para quedarme