Si además de la nacionalidad y el nombre, Michel Houellebecq
aportó al narrador de su novela Plataforma sus cualidades y desequilibrios,
entonces la misantropía de aquel desemboca en el más inesperado de los
enamoramientos, no solo porque sea correspondido por quien raramente cabría
esperar o porque sea plenamente gozoso. Sino porque, en medio de ese prodigio, el
protagonista escoja compartir a aquella que ama, transferirla y recuperarla
como si fuera eso –el amor- y no su recipiente lo que le llenara. Quien fuera
ficción.
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