Al igual que otras franquicias de la ciencia ficción
–Star Trek, Terminator, Aliens- que han viajado hacia el pasado para reiniciar
la historia ya sabida y agotada tras secuelas enésimas, La guerra de las
galaxias mira hacia sus orígenes con una lupa puesta sobre los intersticios de
los acontecimientos que ocurrirán hagan lo que hagan quienes salgan en Rogue
One y el resto de precuelas que vendrán. Ese matiz –el heroísmo condenado a
dejarnos en la casilla de salida- añade viñetas al tebeo a base de pintar en el
canto de la hoja. Por eso las peripecias del episodio VII –el despertar de la
fuerza- se hacían aburridísimas. Por mucho que excaven, las raíces de ese árbol
genealógico sostienen ya un tronco que cualquiera se sabe de memoria.
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