Lo que Les Arts Florissants y el Théâtre des
Bouffes de Nord traen estos días a los Teatros del Canal es una paradoja vestida
de obra de Molière musicada por Lully, solo que uno solo lo sabe una vez
dentro: integrados los subtítulos en la escenografía e iluminados de tal forma
que hace imposible su lectura, queda leer la obra antes de acudir. Solo que ésta
no es, ni de lejos, la mejor de Molière. A partir de su lectura, uno no iría a
verla. El riesgo es entonces perderse la maravilla que es en manos de Clément
Hervieu-Léger y William Christie. Termina hoy, dejándonos a merced de paradojas
más mediocres.
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