02 marzo 2007
cla y lo que sigue
Creo se llama cla a la figura que, anónima y pagada, y como liebre en patio de galgos, iniciaba antaño el aplauso al fin de las obras de teatro. Y como vocablo de apariencia interrumpida, tanto pudiera abreviar lo que de ojeadora tiene la claraboya; lo que la claustrofobia de impaciente; el claroscuro de literal en una sala, apagadas las luces; o la clasificación de ordenamiento. Uno se lanzó hace unos días a hacer de cla, al final de una obra de harold pinter, y en lo fugaz en que las luces permanecían apagadas y los aplausos encendidos, uno sentía lo aventurado, lo improbado de esa iniciativa, el miedo a que los focos se encendieran súbitamente y lo que uno hubiera aplaudido fuera el tránsito de un acto a otro y no el telón. Asi que mientras permanezcamos a oscuras y anden las manos ocupadas, tienes una oportunidad.
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