23 marzo 2007

azuloscurocasimío

Hacer memoria sea, acaso, justo eso: construirla más que exhumarla. Y así, uno cree recordar que cuando joven –en el día interminable que empieza a los diez y sigue siéndolo a los veinte- existían noches que no querían serlo: noches de una claridad que permitía al tiempo ver la noche y el día siguiente, noches de un azul sin negros, del azul de los bebés. Y aunque nada explique esto, quizá tenga que ver, de un modo raro que no entiendo, el que uno pasase el día entero en la calle y entonces la llegada de la noche permitiera, por cortesía a la fidelidad del público, ser contemplada así, bajo una luz que hoy no concibo. Otro tipo de claridades han llegado –o eso cree uno- con los años, pero no aquella que hoy vino a la memoria en la oscuridad de una sala de cine, mientras contemplaba el azul espléndido de los ojos de Peter O´toole, cercanos ya a cerrarse como las noches traicioneras, que no han de ser, en el fondo, más que la ausencia del azul y la frecuencia, en su lugar, del negro. Tanto paseas, tanto azul tienes. Si va a quedarse en teoría, que suene elegante.

1 comentario:

Anónimo dijo...

verdaderamente elegante...