15 julio 2014

The words without Maazel



En el breve texto de Anthony Short que acompaña la edición en dvd de la síntesis wagneriana que Lorin Maazel grabó en 2000 con la Filarmónica de Berlín, aquel enlaza la primera aparición de Maazel en Bayreuth, en 1960, con los lazos nazis que el nieto de Richard Wagner, y gestor del festival en aquellos años, Wieland, había acompañado del intento, no escasamente poco polémico, de despojar la obra de su abuelo de la teatralidad forjada en el XIX y acercarla así a un formato en que la música salida de la orquesta recobrara un protagonismo, una visibilidad, que la parafernalia mitológica, y no tanto la voz que la expresa, arrastraban hacia una suntuosidad escénica que acumulaba dorados en escena, quitándoselos a la partitura. The ring without words (EuroArts 2012) recoge en algo menos de hora y media motivos de la tetralogía wagneriana, que salen de la ópera tal y como la conocemos para contar su historia sin sus narradores. Es esa voz simultáneamente asimilada y hurtada a Wotan, a Brunilda, a Sigfrido, pero también a Wieland Wagner y al nazismo con el que conviviera mientras éste forjaba una mitología en tierra que precisaba justo de los disfraces que Wieland acabaría desterrando, la que desde ayer incluye a Maazel. Sobre la inconfundible voz que eres incluso cuando lo olvidas o lo ocultas, escribe Norman Lebrecht en El País 14.7: “No había otro capaz de espolear a una orquesta para que tocara como la Filarmónica de Viena; sobre todo, si era la Filarmónica de Viena”.

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