23 julio 2014
lo que no se gasta
A pocas páginas de la pestilencia que exhalan las páginas de economía o nacional, hinchadas del robo permanente e impune de dinero público, en El País del último domingo se imprime, como una vacuna ignorada por la infección, memoria de cómo el ministerio de exteriores de la República española y el gobierno de México hubieron de comprar en 1940 el hotel de Montauban en que agonizaba Manuel Azaña, a fin de que muriese en el suroeste de Francia, pero en territorio mexicano.
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