Comienza justo en este
instante el festival de Bayreuth y lo hace con Tannhauser. Que es decir, con
una variable sutil de lo que Monteverdi escogió para crear Orfeo en 1607.
Wagner compuso una obra sobre la vida que Orfeo pudiera haber gozado en tierra
de Euridice, de ser éste el acuerdo previsto con ella y no al revés. Al
hacerlo, conservó también ese otro elemento bíblico que en Orfeo es la condena
ligada al mirar atrás, y en Tannhauser, la razón de su regreso a la tierra de
la que saliera. Como en otras formas artísticas, la añoranza, más aceradamente la
impaciencia, es un tema trasladable con todo su impacto desde la mitología
griega a la germánica, y de existir la norteamericana, podría hallarse en lo
que pierde a Jay Gatsby en la novela homónima de Scott Fitzgerald. Philip
Glass, que viene de contar la imposibilidad en la aceptación de la derrota de
otro gran símbolo americano del siglo XX, sería una gran opción. Incluso si
contada desde esa tradición: el infierno al que se precipita Gatsby al mirar
atrás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario