11 enero 2006

templo y modero del saber

En su encarnación en sustantivo, morigeración pasa, en la edición de 1992 de la RAE, por templanza o moderación en las costumbres y el modo de vida. Pero al hacerse verbo, por morigerar define templar o moderar los excesos de los afectos o acciones. No son la misma cosa las costumbres y el modo de vida que los excesos afectivos y de nuestras acciones. Los primeros, si bien no llevan en su propia naturaleza el dominio automático sobre los mismos, tampoco implican la necesidad de esa supervisión. No así los segundos: gestionar cualquier tipo de afecto, cualquier acción sólo es posible sin los retrovisores que son los mecanismos de vigilancia. Podría decirse que las costumbres y el modo de vida son, desde su formulación, modos sociales, mientras que los excesos afectivos o los que implican nuestros actos lo son, desde la responsabilidad sobre los mismos, exclusivamente individuales. Un verbo, incluso en sus últimas y pobladas personas, sólo consiente la expresión intransferible de una única voluntad, a lo sumo de un grupo reducido –trascendiendo usos patrioteros, nosotros nunca es más de diez y ellos no son más. Un sustantivo es el otro lado del espejo: trata de emplearlo como distinto al que usa el de al lado y no podrás. Semántica sutil de la templanza y la moderación de las voces.

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