05 febrero 2015

el mundo en dirección contraria


A falta de virtudes mayores, o menores, eventualmente la calidad del victimismo acaba siendo el programa de gobierno de instituciones que van desde un partido político a un club de fútbol, y así, basta que se haga público el intento de actualización gubernamental –su cuantificación precisa- del crimen de estado vasco, amparado por unos y ejecutado por otros, para que gentuza de bildu llame a eso “ansía vengativa del estado”, o en un estrato solo aparentemente menos paranoico, para que el presidente del Barcelona cf responda a la acusación de delito fiscal en el contrato de un jugador –casi cuarenta millones de diferencia entre lo declarado y lo real- diciendo ser víctima de que “a ciertos poderes del estado no les ha gustado que viniera ese jugador. Tampoco les han gustado ciertas cosas, nuestros éxitos. Nos están pasando una factura deportiva y política, muchas facturas”. Uno no sabe qué sea peor: si la asunción tranquila de que los males fiscales propios son consecuencia automática de un complot estatal, o que semejante delito fiscal solo sea perseguido, en caso de tratarse de una entidad supranacional como es un club de fútbol, por celos futbolísticos. Que la estupidez campa en política y otras áreas de la vida social es un hecho que explica, por sí mismo, la necesidad de una sanidad pública eficaz que no desdeñe la psiquiatría entre sus ámbitos de actuación. Preguntado el presidente del Barcelona, responde que “lo importante no son las cantidades que se discuten sino las ofertas que tuvo de otros clubes. Eso no ha gustado a alguien, alguien con poderes. No encontramos ninguna otra explicación”. Dentro de unos meses, cuando la instrucción judicial dicte lo previsible –que el delito fiscal existe por mucho que el responsable ejerza de ministro electo de un club de fútbol- ni una palabra de contrición saldrá de la misma boca que se dice injustamente vejado. En lo que sí acierta dicho señor es en no entender cómo, si tan obvio es el estatus de opción ideológica que supone un club de fútbol en nuestro país, no goza de los privilegios habituales –la impunidad, se refiere- que ese don conlleva en política. Es un hooligan, como yo –pensarán, el uno del otro, la simpatizante de asesinos que habla desde bildu y el presidente del Barcelona, y ambos, de quienes nutren el parlamento. Y tienen razón, obvio.


No hay comentarios: