21 febrero 2015

donde las copas


Sin haberlo leído hace treinta años, cuando en el colegio, uno no podía saber que, al renunciar a interpretar un solo papel por timidez extrema, podía haber elegido el papel de bota, o el de conejo, que pasan la obra, o parte bastante de ella, bajo la cama de Antonini, el protagonista de Tres sombreros de copa. Así, la única obra en la que pude haber participado transcurrió para mí en el bar del colegio, esperando que la función terminase. De las dos contradicciones que el tiempo ha añadido –yo perdiéndome una obra, yo en un bar- no sabe uno contra cuál de ellas vengo dedicando mis días con más saña. 

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