19 mayo 2011

en tierra extraña

En lo que es ejemplo nítido de su apuesta por explicar la complejidad, ningún partido político imprime en banderolas, vallas y carteles varios nada que no sea una frase de no más de ocho palabras, jamás acompañada de nada que no sea sino la imagen del candidato. La publicidad comercial observa su invasión puntual con gesto acostumbrado, a lo que no es ajena la mediocridad vocacional con que la inmensa mayoría de anunciantes se tratan a sí mismos, aunque su producto sea obviamente menos tóxico y más seductor que cualquier oferta política que nos salga al encuentro. Y la parquedad expresiva de la propaganda política solo se agradece porque evita la exposición ubicua a lo que es su formato real de ganarse al público: tratar la ideología como si fuera un equipo de fútbol. Alejado por impreso, en un raro pudor, del forofismo con que se pide el voto en mítines y similares, la publicidad de un partido político renuncia así a usar la publicidad como usa el resto de mecanismos a su alcance. Solo por lo que eso supone en términos de higiene social, por un instante casi se ve como algo útil lo que es solo un disparate de inversión inerte que, al contrario que cualquier otro producto, habrá pagado uno antes incluso de decidir si lo compra.

3 comentarios:

Diego dijo...

Si no pusieran la foto del candidato, sería publicidad engañosa cuanto menos!!! Imagina que crees que votas a alguien serio, que te hace una campaña inteligente y va y luego aparecen Aznar, Zaplana...

Como diría Forges..."gensanta del amorhermoso"

uliseos dijo...

hasta la una poniendo gin tonics y encima te lees esto nada más llegar a la oficina. Vicioso :P

Diego dijo...

Es lo que tiene...de vez en cuando tengo que ejercitar el cerebro...