10 mayo 2011

bastones del bosque de Birnam


Como Macbeth o Enrique IV, también los Knicks pudieran tener su profecía, una que les condenara a ganar títulos solo cuando quien ha de ganarlos… salga cojo a la pista. Willis Reed tuvo que arrastrase para poder empezar el séptimo partido de las finales de 1970, anotó las dos primeras canastas de esa noche y se sentó a esperar a que el destino cumpliera lo pactado. Unos metros más allá, en ese mismo banquillo, estaba Phil Jackson, purgando ya su primera aproximación a la profecía: operado ese mismo año de la espalda, habiéndose perdido toda la temporada, esperaba su momento, que llegaría como suplente en 1973, en el segundo y último título obtenido por los Knicks hasta la fecha. Clásicamente Knick, el mejor momento de su carrera llegaría… justo cuando la carrera ya no le fue posible. Ya como entrenador, los Bulls de Jordan ganaron sus seis campeonatos y cinco los Lakers con Jackson con un pie dentro de la cancha y el otro ayudado por un bastón, que con los años, y el rozamiento con Jerry Krause fuera de las canchas y Kobe Bryant dentro de ellas, llegó a ser tan reconocible en las ceremonias de celebración de las últimas dos décadas como parte no casual del triángulo ofensivo de Tex Winter que él adoptara en sus dos equipos: la pata que completara el triángulo de Jordan y Pippen, el de O´Neal y Bryant, el de Bryant y Gasol, finalmente. Se retira apoyado en tantos records como pueden tenerse. También en esa otra profecía que él construyó para superar la otra: si hay una final, Phil Jackson estará en ella.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El auténtico "señor de los anillos" ... un entrenador como la copa de un pino, probablemente el mejor de la historia ... con permiso de Red Auerbach, el único que puede discutirle tal honor. Su habilidad para manejar los egos de las mayores estrellas y obtener su máximo rendimiento es incuestionable, y solo ese hecho ya tiene un mérito enorme por la enorme dificultad que entraña (sobre todo cuando estamos hablando de tipos tan egocéntricos como Jordan, Shaquille y, sobre todo, Kobe Bryant). Sin embargo, el bueno de Auerbach fué uno de los pocos que se atrevió a criticarle y a ponerle públicamente un asterisco, sacando a la luz una interesante cuestión que, desgraciadamente, parece que ya nunca tendremos ocasión de ver respondida: ¿sería el bueno de Phil capaz de construir un equipo campeón desde los cimientos? Porque no cabe duda de que todos sus éxitos se alcanzaron con grandes plantillas cuyo armazón ya estaba configurado, contando siempre en ellas con al menos una megaestrella y muy buenos complementos ... pero nunca tuvimos ocasión de verle reconstruir, empezar desde cero con rookies y hacerlos evolucionar ... nos quedaremos con esa interrogante.

Ahora me gustaría verle completar el círculo, ocupando el siguiente rol posible: como General Manager de alguna franquicia importante. No parece probable, sobre todo por su edad y problemas de salud, pero será un dignísimo miembro del Hall of Fame ... lástima que tan brillante carrera haya tenido el mas cruel final posible, con una despedida tan humillante como injusta para él.

En todo eso, ni él, ni posiblemente nadie más, podrá jamás igualar al maestro Auerbach ... Phil le superó en anillos, pero Red se retiró en plena gloria, con un título, y haciendo historia al designar a su sustituto (Bill Russell, primer entrenador de color en la historia de la NBA), que además se estrenó con otro anillo. Pero ahí no terminaron los exitos de Red, ya que dejó el banquillo para ejercer como General Manager de los Boston Celtics, con idéntico éxito (logrando el premio de 'GM del Año' y construyendo, a partir de la nada mas absoluta, aquel mítico equipo de los 80 cuyo quinteto (D.J. Johnson, Ainge, Bird, McHale y Parish) es considerado aún por muchos como el mejor de la historia de la NBA.
Descanse en paz el gran Arnold 'Red' Auerbach.

Richie