Era una casa inconcebible. Los goznes de las ventanas estaban colocados en sentido contrario al esperado. Girabas la maneta y al abrir la ventana se soltaba del quicio. Le comenté el caso al propietario y me dijo que las ventanas, cuando se quieren abrir...ya son una molestia.
Levanté la vista del libro y le dije que era como acusar a un perro atropellado de no haber cruzado por la zona señalizada. Ella respondió, sin mirarme y sin cuestionarse el comentario, un seco... pues que le jodan; y yo sentí el dolor del perro, y el disgusto de no haber podido evitar escuchar su respuesta estúpida antes de pisar el pedal.
Qué mediocre poder tiene el pensamiento... y cuánto más mediocre suele convertirse la acción que lo sigue... y qué mediocridad la de la respuesta. Y si Dios existiese…
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