La conversación, como sacada de Sófocles, que narra Juan Cruz, en El País 14.6, mantenida en su día por el ya extraviado en el alzheimer Adolfo Suarez y su hijo.
- Tú tienes algo que decirme.
- Sí -le respondió el hijo.
- Pues dímelo.
- Marian ha muerto.
- ¿Y quién es Marian?
- Tu hija.
- ¿La has enterrado?
- Sí.
- Has hecho muy bien.
24 junio 2009
22 junio 2009
lo que tiene, y no, nombre
Amén de haber sido admitida a trámite, lo peor de la querella del sindicato ultraderechista manos limpias contra Garzón es lo que su nombre no advierte ya: que la distancia entre lo que se pregona y lo que tu nombre dice de ti es ya un abismo que más hondo cuanto más ignorado. No es el adueñarse de razones sonrojantemente inexistentes lo que, en la indiferencia o la estulticia de quien les da crédito, protege, sino el más sustantivo, el peor de los latrocinios: se han adueñado de los nombres. Impunemente puedes llamarte manos limpias y esparcir con ellas lo que realmente eres. Es esa fianza la que ya no se paga.
18 junio 2009
Que el bosque no te impida ver tu árbol
Se leía hace unos días en El País a esperanza aguirre alertar en un mitin previo a las elecciones europeas sobre ese otro modelo productivo que el gobierno –y medio mundo- andan buscando para evitar crisis que arrojen al paro a millones de trabajadores precarios, y que ella, para ahorrar tecnicismos, llama “comunismo de planes quinquenales”, pura tiranía estatal. “Sólo hay dos sistemas, el nuestro, el occidental y el que ellos piden, el comunismo”. No con gran diferencia, se publicaban estos días encuestas que prevén la renovación de la mayoría absoluta que ella administra en Madrid frente a las hordas rojas de la expropiación y el fin de la propiedad privada, y que tan públicamente afín le es al presidente de la patronal española. Uno de los dos modelos, acaso los dos –el productivo y el de votantes- ha llevado con su agotamiento –que es su transparencia, por fin- al mundo en caída libre económica, e insistir en la preeminencia de ambos conecta dejar vendido a tantos con, aprovechando esos réditos, comprar su ignorancia con mentiras tan pueriles que sonrojan. En el sistema que tenemos, cada uno es su propio rey –viene a decir aguirre a sus clientes. En eso sus mayorías son más absolutistas que absolutas. Por eso la separación de poderes, la política como ejercicio de equilibrio y redistribución social y el progresismo como insulto, son en su discurso la misma cosa. Como para la guillotina no hay cabeza que espera demasiado a presentarse.
17 junio 2009
soy ellos
Fue publicada en El País 15.6. La imagen es del momento en que el gentío asiste a la arenga del recién reelegido Ahmadineyad, en Teherán. En primer plano, una mujer que tanto puede tener cuarenta como cincuenta años, y un hombre que frisará los setenta. Ella, los ojos cerrados, se tapa la boca en un gesto de llanto incontenible que bien puede ser fácilmente de plegaria, de acción de gracias. Justo a su lado, el anciano enarbola el puño derecho mientras sujeta con la otra mano dos banderas y una foto del reelegido. Aparentemente clientes rurales del mencionado, su éxtasis es la banderola exacta de qué hace Ahmadineyad dirigiendo un país. Nadie se libra de ser lo que quienes le apoyan van contando. Eso explica a Bush y a Obama, a Mayor Oreja y a Ibarretxe, explica a Italia en Berlusconi, a Venezuela en Chávez, pero también a Alemania en Merkel, a Brasil en Lula. Es bien cierto que un país merece con saña los dirigentes que acaba teniendo, pero también que, de ser necesario, ese principio funciona al revés, y son los dirigentes quienes, desdichadamente, acaban teniendo el país que merecen.
13 junio 2009
que tu mano derecha
Si lo que dice Jean-Marie Colombani en El País 10.6 es cierto, y Sarkozy apoya a Felipe González para la presidencia de Europa, entonces el triunfo de la derecha en las elecciones recientes es una vuelta de tuerca que pudiera crear otro tornillo diferente, no uno que pueda dejar de encajar donde y cómo antes lo hacía, sino uno hecho de la misma varia composición que el continente que atornilla. Y que uno de los más conspicuos miembros de la derecha europea –junto a Berlusconi, el que mejor mantiene desmantelada a la izquierda propia- opte por un notorio socialista para presidirles a todos, notoriamente al turno conservador que muy pronto se hallará gobernando en las cuatro principales economías europeas –Francia, Alemania, Italia, Gran Bretaña-, es un rasgo pragmáticamente valioso como lo sea toda forma de gobernar que opta por compartir el poder. Y que, de momento, permite decir del malhadado Sarkozy mejores, más lúcidos pensamientos de los que, en tiempo real, aturullan esa posibilidad en la torpeza idiota con que rigen sus sorderas respectivas la derecha española, la norteamericana y, entre todas, la israelí con saña. Así, mientras socialismos europeos como el español, el británico, el portugués y el búlgaro apoyan –soportan- la segunda candidatura del conservador Barroso, por encima de todos ellos, Sarkozy propone el mismo juego. Sólo hay que mirar a Berlusconi o Mayor Oreja para entender el peso exacto de ese gesto.
11 junio 2009
Cuerda israelí de la memoria
La música triste que sale del violín al menos dos veces seguidas es el himno oficial de Israel –Hatikva es su nombre. Apenas nadie ha de reconocerla y menos en ese sonar en un pasillo de metro por los que uno camina como si siguiendo el hilo de Ariadna. Pero suena a escasos metros de las vías por las que llegan y parten los trenes, tan unidos al destino judío en su casi extinción a mediados del siglo XX. Y esa plegaria melancólica que habla de esperanza, y que el violinista repite hasta que le sale perfecta, o quizá sólo hasta que deja de doler hacerlo, suena a una nana triste para dormir la memoria, o para dejar que pase cada cuatro minutos.
05 junio 2009
motos que corren hacia atrás
Son siete los motoristas que han llegado haciendo rugir sus Harley davidson hasta pararse justo debajo de la ventana, a esperar a otro integrante, que del infierno vive en la mejor zona o la más ajardinada, pues sale del chalet de enfrente. Son ángeles gordos, calvos, embutidos en ese uniforme negro y ajustado. Así, bajados de sus motos, vueltos a la apariencia civil, producen ternura, adultos que han de trabajar uno en un banco, otro en una consultoría, aquel en un gran almacén, aquella en esa tienda. Hechos y derechos hacia un disfraz y una comunidad cuya fe de pertenencia sólo la infancia tiene y roba la madurez en cuanto llega. Se saludan de una forma concreta, mezcla de la virilidad y el crédito que merece quien tiene el mismo juguete que tu –pura infancia. Pero se defenderían unos a los otros si fuera necesario, con ese instinto grupal, de pandilla, que se pierde al crecer. Sí, inspiran algo lejano y bueno estos siete jinetes del Apocalipsis que es la edad adulta. Pero sus máquinas escupen ruido obsceno que viene de los motores o de sus radios, y es que en ese viaje hacia lo que no volverás a ser sino por unas horas, en el equipaje viaja por fuerza lo que eres. Como a niños, bajaría uno a recriminarles mejores modales, pero, como dejó escrito Golding, incluso las moscas, reunidas en número suficiente, forman, apiñadas un señor que podría matarte. Asi que uno les mira desde la ventana, caídos por pura perspectiva, ángeles exhibiendo esa condición suprema que es también de lo perdido: o viaja toda la memoria, o ninguna.
25 mayo 2009
yo, ombligo
Se lee ayer en El País un artículo de Andreu Missé acerca de la irrelevancia probable, la incomodidad segura, del parlamento europeo en la percepción de los ciudadanos de los 27 países integrantes hasta la fecha. Hay dos desviaciones en esto: la primera, aunque cierta de fondo pero no en esto, es la que achaca al cansancio de los ciudadanos lo que es sólo incomodidad de los gobiernos ante una institución con el poder creciente de legislar en contra de los intereses particulares de este u otro partido político aupado a las urnas. Y la segunda es una que funciona a la inversa, pues, esta sí, emana de los gobiernos pero son sus votantes los que aplican el plan: sucede que cada vez más –en este país llena las páginas de nacional en todos sus periódicos- los caudillos regionales, locales, y presidentes de comunidad si se les deja, denuncian sus agravios, y requisitos consecuentes, como si de asuntos de relevancia continental o planetaria se tratara. Por eso la escala europea, cuando se plantea como en estos días de elecciones al parlamento europeo, suena a la gente insignificante, de tan lejano. Tampoco ayuda, claro, el que las campañas electorales se planteen, desde el lado cavernario usual, como la llamada al orden en medio de la ciénaga estrictamente local donde se pegan los carteles. ¿Europa? ¿pero no era mi barrio, mi lengua o mi bandera el mundo?
24 mayo 2009
Libros en la tripa
Pregunta Juan Cruz a Gunter Grass, hoy en El País, sobre la reacción de sus hijos a lo que de ellos se cuenta en el recién volumen de memorias –La caja de los deseos- y éste responde que no se interesaron en absoluto por el carácter literario o artístico del libro y sí por la pulcra forma de la realidad que de ellos cuenta. Unas líneas antes, Grass se declara padre incapaz, deficiente. Un padre ausente que desaparecía en el estudio para escribir sobre un perro o un pez. Con esas magnitudes de atención y desdén, nada más previsible para un hijo real que la incomprensión primero, y la distancia después, al ver cómo tu padre se encierra para escribir otros hijos, de los que acaso comprenda que le contradicen menos, que lo que le pidan lo hacen en silencio, acaso por orden, acaso sólo cosas que su padre quiera dar. Ni un padre escritor está obligado a dejar de ser lo primero para poder ser lo segundo, ni un hijo ha de crecer forzosamente viendo como rival a un montón de papeles. Pero Grass tiene ocho hijos, y lo cierto es que no se entiende cómo podría haberse labrado una carrera como escritor sin haber renunciado a trozos considerables de la educación de semejante prole. E igual que, idealmente, no se llega a la paternidad en defensa propia, no se acaba encerrado escribiendo sobre un pez a falta de otras diversiones. Y si no está claro que uno decida tener hijos para salir de la literatura, sí es comprensible entender que la literatura tiene el poder de sacarnos del mundo y permitirnos crear otros, en los que es uno quien distribuye deseos y renuncias. Es ese un poder al que es difícil renunciar, especialmente si te pagan por ello. Ni explicándolo en dosis diarias y pacientes, imagina uno cómo un hijo pueda entender el aislamiento repetido del padre. Asi que acaso la respuesta esté en cómo un escritor –no todos, sí el escritor Grass- pueda tener hijos como se dan libros a la imprenta, para cuidarlos y quererlos bajo las normas con que, en soledad, se alumbran peces: y es que cada uno, como cada palabra, sepa con precisión cuál sea su lugar en esta historia, su lugar quiere decir sus frases, sus actos, sus obligaciones, a lo que cada uno vino a este libro en directo que es la vida. Dice Grass que, mientras daba a leer a sus hijos las versiones primeras, les advertía de que incluso cuando les escuchaba y les daba una respuesta, por dentro había otra versión de sí, construyéndose ajena a todo, salvaguardada de todo lo que pasara fuera, al tiempo dueña y asalariada del libro. También cuenta de sus días decisivos, en los que decidió ser escritor, como el gesto de convertirse en artista. Y uno cree que lo artista es una pose, vanidad perezosa en el más cómodo de los casos, y manierismo de algo que no puedes dejar de hacer, en el peor, más incontrolable de los casos. Escribir teniendo a ocho pequeños libros aporreando la puerta suena a esto último, siquiera sea económicamente hablando. O quizá se refiere Grass a que uno decide, quizá, ser artista, pero lo que haces al sentarte a escribir es otra cosa, más visceral y valiosa. Una a la que no das su nombre porque es ella la que te lo da a ti.
07 mayo 2009
Está desnudo
Erase una vez, o varias veces –las facturas lo cuentan- que un regente, no contento con las camisas de fuerza que su gobierno imponía a las leyes que no convenían a su partido, mando llamar en secreto a un sastre para que le confeccionara uno o varios trajes que dieran realce nunca visto a su augusto tiempo al frente del pueblo. Hecho del mismo secreto con que fue llamado, el sastre confeccionó prendas tales que el regente, en presencia del oro en paño para él confeccionado, quedó tan satisfecho del encargo que, humilde, admitió su mejor gusto por el paño, encargándose otro del oro del pago. Más días llegaron en que el regente fue acusado de tramas corruptas y con su mejor traje se dirigió al pueblo para jurar solemnemente que él se presentaba ante ellos como siempre lo había hecho: desnudo. Todos los miembros de su corte asintieron, y cómo podía ser menos si sus cargos eran, como el del regente mismo, hechos a medida y cortados por similar patrón. Mas en mitad de tan clara evidencia, un niño fue a aparecer y sin entender a qué venían tantas cuitas por el hilo de la madeja, reveló que no había de qué preocuparse pues el regente vestía, de esa madeja, el mejor traje jamás compuesto. Su testimonio fue aceptado por la ciudadanía educada con la condición de que lo promulgara, cuanto antes, en inglés.
01 mayo 2009
del verdadero derecho a elegir
Sin Internet de por medio y con un escenario similar al actual en que la crisis publicitaria azuzara la crisis en las empresas editoras de periódicos, quizá antes o después se consensuaría fabricar tan valioso objeto no todos los días, como siempre se ha hecho -y acaso en ello la mirada no lo valora como debiera- sino cada dos o tres días. Uno no lo desea, y más querría poder comprar dos veces cada día el periódico, pero quizá ese tiempo de más traería un más mirado uso de las hemerotecas, y en ellas el brillo exacto de la inteligencia y el no menos preciso de la estupidez, que ahora pasa delante de nuestros ojos veloz como una página. Hoy se despide Ibarretxe del cargo que ha ocupado durante 8 años, y lo hace insistiendo en que es "una decisión judicial", en referencia a la ilegalización de Batasuna, "y no la voluntad de la sociedad vasca", lo que desaloja del Gobierno a una "mayoría abertzale". Porque no es sólo el tiempo que uno podría dedicar a otras lecturas de tener dos días entre periódico y periódico, también los minutos ganados a la sensación de que el hastío es inevitable, de que la estupidez de algunas páginas, permanente como un bucle no advertido, está ya escrita en el documento en que se diseñan los periódicos.
29 abril 2009
Corcholis s.a.
Avanza el artículo acerca de una multinacional del corcho, publicado por Francesc Relea en el dominical de El País 26.4, cuando leemos de su presidente Antonio Amorim cómo en el mundo del vino hay que apostar por la diferenciación, el valor añadido y el trabajo humano por encima del dinero. Y más adelante, a su director de comunicación Carlos de Jesús decir que el corcho es un producto natural que –sumada a las extracciones no rentables, la moratoria que impide tocar un alcornoque hasta los 25 años de su plantación- tarda casi 50 años en llegar al consumidor. No hay una joya igual. En medio, cuenta Relea cómo estudios prueban que las emisiones de dióxido de carbono durante el ciclo de vida de un tapón de aluminio son 24 veces superiores a las de uno de corcho, y 10 veces en el caso de uno de plástico. Ya al final, se lee de la línea real de flotación de la multinacional de algo tan bueno como el corcho: suyo es el 33% de la petrolera Galp, el 25% del banco internacional de crédito, 7,8% del banco popular, 49% de la constructora Cimangola, telecomunicaciones, inmobiliaria, hostelería, turismo… Y sin embargo es un corcho honrado.
23 abril 2009
te diré quién eres
La canción es hermosa y lo que se dice en ella lo es más, inmersa en la obra –Les Miserables- a que pertenece. Se ha hecho desde que en los teatros se empezó a cantar, y muchos de los que jamás se han subido a un escenario deben parte de su brillo a ese préstamo, con el que Lloyd Webber, Sondheim, Rodgers y Hammerstein o Porter han alimentado múltiples carreras, y así, nadie echa a faltar hoy que para cantar Memory lo hagas vestido de gato o que presumir de Not while I´m around exiga vestirte de panadero. Acaso hubo un tiempo en que cantar en público lo que no es tuyo era la mitad de cómo te observaban, y quizá, superada esa tara inservible, se crearon otras: la conveniencia de cantar también con el aspecto, como se habla con el puesto de poder que ostentas. De ahí a que la balanza se inclinara del lado más superficial sólo había uno de esos pasos idiotas que tanto nos gusta dar en cuanto lo vislumbramos.
Y así, que la propia presencia contenga cierta miseria, cierta ausencia de algo que debería estar, es todo lo que se necesita para burlar lo que, sin ello de tu parte, pretendas aún así. Miseria de una guerra que corroyó las vidas hubo en Edith Piaf, miseria de fragilidad y abuso era Judy Garland en sus últimos años, ver hoy la mirada huidiza de Brian Wilson es asomarse a décadas de miseria vital autoinducida. Y ni siquiera eso pudo con la gloriosa música que nos dejaron. Más cerca, y desde el otro lado del espejo, sólo bombilla tuerta es el gran foco puesto sobre cantantes cuya impecable, o sólo adecuadamente moderna presencia, tan poco tiene que ver con hacer música, y tanto con la industria del envase –plano, endeble, más barato cuanto más se compra.
Hay una visible cualidad de miseria –desempleada, no muy agraciada físicamente, con un aroma a ambiciones derruídas- en Susan Boyle, la mujer que se asomaba hace poco a un concurso de televisión británico que premia lo que cantantes no profesionales logren asomar a un escenario, delante de público y de un jurado. Y como tal miserable es notoriamente tratada en el video que puede verse, como todo, en youtube estos días. Pero la sra. Boyle sabe cantar y acaso, como entiende cualquiera que lea la letra de la canción elegida, con el mismo vigor insospechado con qué contesta al desprecio con las palabras exactas.
Es un muro de fatalidad física desde cuyo núcleo canta la sra. Boyle, y es el mismo muro a través del cual, en resoplidos y elevaciones de ceja como ladrillos disparados, es elocuente la burla del encargado de preludiar su intervención con una pregunta que es puro sarpullido, algo así como de qué forma es posible que el fracaso no te quede claro. No es necesariamente ofensiva la cuestión de por qué crees no haber logrado nunca lo que anuncias haber buscado siempre, pero es innecesaria aquí, no porque sepamos la respuesta –que no- sino porque, como ironía, chapotea en la más explícita falta de educación, como si más ofendiera lo que, sin aparentes dones para merecerlo, más quisiste. O como si anunciarlo ofendiera más que quererlo.
E insulta la verdad debida el pensar que la sra. Boyle necesita cantar como lo hace para que denigrarla sea purgado. Porque entonces lo contrario y previsible –que todo el que viste, peina y se presenta al mundo como ella cante lo mal que se prevée- sería aceptable, comprensibles los gestos de abierto desprecio con que quien te presenta opina antes de oírte, comprensible la burla, la miseria exacta con que se paga su apariencia. Al contrario que quienes allí salen, el video puede verse una y otra vez, y el consuelo de contemplarla cantar con ese aspecto, no alcanza para el privilegio que ellos acaso sí disfrutaron: el no tener que escuchar lo que la canción va diciendo de tu mirada.
Y así, que la propia presencia contenga cierta miseria, cierta ausencia de algo que debería estar, es todo lo que se necesita para burlar lo que, sin ello de tu parte, pretendas aún así. Miseria de una guerra que corroyó las vidas hubo en Edith Piaf, miseria de fragilidad y abuso era Judy Garland en sus últimos años, ver hoy la mirada huidiza de Brian Wilson es asomarse a décadas de miseria vital autoinducida. Y ni siquiera eso pudo con la gloriosa música que nos dejaron. Más cerca, y desde el otro lado del espejo, sólo bombilla tuerta es el gran foco puesto sobre cantantes cuya impecable, o sólo adecuadamente moderna presencia, tan poco tiene que ver con hacer música, y tanto con la industria del envase –plano, endeble, más barato cuanto más se compra.
Hay una visible cualidad de miseria –desempleada, no muy agraciada físicamente, con un aroma a ambiciones derruídas- en Susan Boyle, la mujer que se asomaba hace poco a un concurso de televisión británico que premia lo que cantantes no profesionales logren asomar a un escenario, delante de público y de un jurado. Y como tal miserable es notoriamente tratada en el video que puede verse, como todo, en youtube estos días. Pero la sra. Boyle sabe cantar y acaso, como entiende cualquiera que lea la letra de la canción elegida, con el mismo vigor insospechado con qué contesta al desprecio con las palabras exactas.
Es un muro de fatalidad física desde cuyo núcleo canta la sra. Boyle, y es el mismo muro a través del cual, en resoplidos y elevaciones de ceja como ladrillos disparados, es elocuente la burla del encargado de preludiar su intervención con una pregunta que es puro sarpullido, algo así como de qué forma es posible que el fracaso no te quede claro. No es necesariamente ofensiva la cuestión de por qué crees no haber logrado nunca lo que anuncias haber buscado siempre, pero es innecesaria aquí, no porque sepamos la respuesta –que no- sino porque, como ironía, chapotea en la más explícita falta de educación, como si más ofendiera lo que, sin aparentes dones para merecerlo, más quisiste. O como si anunciarlo ofendiera más que quererlo.
E insulta la verdad debida el pensar que la sra. Boyle necesita cantar como lo hace para que denigrarla sea purgado. Porque entonces lo contrario y previsible –que todo el que viste, peina y se presenta al mundo como ella cante lo mal que se prevée- sería aceptable, comprensibles los gestos de abierto desprecio con que quien te presenta opina antes de oírte, comprensible la burla, la miseria exacta con que se paga su apariencia. Al contrario que quienes allí salen, el video puede verse una y otra vez, y el consuelo de contemplarla cantar con ese aspecto, no alcanza para el privilegio que ellos acaso sí disfrutaron: el no tener que escuchar lo que la canción va diciendo de tu mirada.
19 abril 2009
Oído cocina 1
De lo más interesante de los diarios -que viene siendo la sección Cartas al Director- nos quedamos con algunas propuestas que nos parecen descaradamente lúcidas con el ánimo de animar el cotarro y provocar la reflexión.
La primera:
Nacionalizar la banca pública (las cajas de ahorros), sacarla de la especulación industrial, financiera, inmobiliaria y política, y ponerla a dar créditos y becas ya.
La primera:
Nacionalizar la banca pública (las cajas de ahorros), sacarla de la especulación industrial, financiera, inmobiliaria y política, y ponerla a dar créditos y becas ya.
Quién dijo diego
Lo explicaba ayer El País en Opinión, dado que en Internacional la cosa había pasado desapercibida: lo que Sarkozy afirmó al nombrar a Zapatero como no muy inteligente era una ironía que incluía al propio presidente francés. Lo explicaba la versión primera de la noticia, cuando empezó a enredarse la madeja: se refería Sarkozy al que, como ocurriera con él mismo, una cosa es el estatuto de modesta inteligencia que te cuelgan encima y otra, lo que logras con esa propagada inferioridad, de lo que él mismo en Francia y Zapatero aquí son ejemplos claros. Así, al llamar poco espabilado a Zapatero, estaba llamándoselo en realidad a los que afinan sus predicciones con tiza de mala calidad. Hasta aquí, el embrollo es sólo producto de una lectura necia de lo que se oye. Pero hete aquí que portavoces del gobierno francés y figuras más o menos arrumbadas como Royal vienen de negar haber dicho eso y pedido perdón por sus palabras, respectivamente. Como si explicar la ironía fuese más empinado que negarla, más complicado hacer pensar que tratar de borrar lo que no era sino un autohalago. Acierta González Pons, portavoz del pp, cuando dice que probablemente tiene razón Sarkozy al tildar de idiota a Zapatero. Seguramente piensa en todo lo que es inevitable pensar de su partido, y en cómo conservan, ordenados, los calificativos para exhibirlos el día en que gobiernen.
03 abril 2009
solo y ofendido
De qué está hecha la ira del que, arrastrando un carrito con sus posesiones mugrientas como si un generador de resquemor, camina la calle insultando con agravios contados, pocos pero insistidos, tal si a cada repetición adquirieran forma, se hicieran corpóreos. También la rara vida de la pulla que más hiriente cuanto más ausente el inspirador.
02 abril 2009
verdugo, casting
Cuenta Berlanga que la elección primera para el papel de nuero del verdugo Isbert fue López Vázquez, y cómo el tratarse de una coproducción hispano-italiana impuso en su lugar a Nino Manfredi. Y pues ese es el papel del que repudia la idea de heredar el puesto de verdugo, pero le conviene hacerlo, quizá el aspecto de Manfredi –alto, delgado, bien parecido- ayudará, en ese distanciarse obvio de lo español, a hacer creíble el sufrimiento del que bajo ningún concepto, o chantaje económico, está dispuesto a matar a nadie. Uno cree que López Vázquez hubiera aportado el mayor patetismo de su gesto que, en la duda, tantas veces tiene como gozne lo cómico, pero esa expresividad, disparada en todas direcciones, lo hubiera acercado demasiado a ese rasgo tan patrio del “me niego, otra cosa es si no mira nadie”. Ese rasgo ya lo borda Isbert, por eso el gesto inamovible de Manfredi es aquí perfecto, pues en él cabe también el de la víctima.
13 marzo 2009
11 marzo 2009
de humo y otros filtros
Tres noticias se entrelazan hoy en El País: una habla de Alan Landers, hombre anuncio de Winston muerto hace unos días y del que se lee pleiteó contra las empresas que le dieron de comer y de morir durante décadas; una segunda anuncia una ley de salud pública que verá la luz en nuestro país en unos meses; y finalmente una tercera en la que Barack Obama revoca la prohibición de financiar ensayos con células embrionarias, y del que se lee es la prueba de que “a partir de ahora, las decisiones científicas en la casa blanca se tomarán sobre la base de criterios objetivos y no atendiendo a razones políticas, ideológicas o religiosas”. La primera ilustra la tan útil reserva de ceguera que nos guardamos para reclamar al futuro lo que perdimos apostando en el pasado; la segunda podría sentar las bases para penalizar de los beneficios del sistema sanitario público a quien pone en juego su salud conscientemente, y la de los demás; la tercera es la más interesante pues hace prometer a un gobierno lo que raramente puede pedírsele a una persona: que te mirarás desde fuera para juzgar lo que haces o quieres. Ni es la misma porción de salud la que habla Obama ni la sanidad pública es allí lo que aquí, pero sin conocer las pautas de la ley que se anuncia aquí, y dando por sentado que la responsabilidad individual, y lo que por sus actos pudiera pedirse, estará más que salvaguardada, se lee con placer que términos como “salud” y “antojo” quepan en la misma frase tan claramente separadas que la segunda no pueda demandar impunemente a la primera, o ésta ver imposible defenderse de aquella.