Como si la vida sobreviviera frente a un espejo, mientras
las guerras se suceden, alguien escribe ballets, alguien pinta cuadros, escribe
novelas, compone óperas. 100 años después de que la Primera guerra mundial saliese
al mundo a devorarlo, The English National Ballet trae a Madrid Lest we forget,
trenzado de dos piezas escritas mucho después de ese tiempo, enhebradas por El
pájaro de fuego, compuesta por Stravinsky cuatro años de que empezara la
guerra. El tema tiene una amplísima bibliografía, pero es dudoso que todo el
mundo que llena los Teatros del Canal venga de leerla, y sin embargo predomina la
honda, exultante sensación de haber asistido a algo tan obviamente magnífico
como dotado de un dolor antiguo pero reconocible, vivo. El ballet tiene una
expresividad más subjetiva que la literatura, la ópera o la pintura, por eso la
emoción que perméa el programa dirigido por Tamara Rojo tiene, a 100 años del
conflicto que la engendró, y del que España estuvo ausente, una rareza de dolor
ajeno, lejano, y sin embargo poderosamente presente como los cuerpos enterrados
en tierra de nadie que afloraban, y eran enterrados sucesivamente, por las
artillerías respectivas en una guerra que el ballet recrea a partir de su
opuesto exacto: la parálisis que consumió a millones de hombres en trincheras y
asaltos suicidas mientras las armas nuevas sustituían a la muerte antigua sin
que las balas dejaran de bailar alrededor.
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