01 junio 2015

lest we forget



Como si la vida sobreviviera frente a un espejo, mientras las guerras se suceden, alguien escribe ballets, alguien pinta cuadros, escribe novelas, compone óperas. 100 años después de que la Primera guerra mundial saliese al mundo a devorarlo, The English National Ballet trae a Madrid Lest we forget, trenzado de dos piezas escritas mucho después de ese tiempo, enhebradas por El pájaro de fuego, compuesta por Stravinsky cuatro años de que empezara la guerra. El tema tiene una amplísima bibliografía, pero es dudoso que todo el mundo que llena los Teatros del Canal venga de leerla, y sin embargo predomina la honda, exultante sensación de haber asistido a algo tan obviamente magnífico como dotado de un dolor antiguo pero reconocible, vivo. El ballet tiene una expresividad más subjetiva que la literatura, la ópera o la pintura, por eso la emoción que perméa el programa dirigido por Tamara Rojo tiene, a 100 años del conflicto que la engendró, y del que España estuvo ausente, una rareza de dolor ajeno, lejano, y sin embargo poderosamente presente como los cuerpos enterrados en tierra de nadie que afloraban, y eran enterrados sucesivamente, por las artillerías respectivas en una guerra que el ballet recrea a partir de su opuesto exacto: la parálisis que consumió a millones de hombres en trincheras y asaltos suicidas mientras las armas nuevas sustituían a la muerte antigua sin que las balas dejaran de bailar alrededor.  

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