¿Sirve la frase de la fotógrafa Dorothea
Lange que cita Muñoz Molina –una cámara es una herramienta para aprender a ver
sin cámara- para expresar otras que caben peor entre las manos?. Cómo alguien a
quien amas sirve para aprender a ver sin esa persona. Cómo un don pudiera servir
para aprender a vivir sin la importancia que el mundo le otorga. Cómo un ideal
sirve, entre otras cosas, para aprender a saberlo irrealizable. Aunque solo sea
porque te evita sufrir pensando qué será tenerlo, lo que tienes sirve para
saberlo reemplazable. Lo que atesoras sirve para saber que puedes perderlo. Nada
de lo que captura la mejor cámara es tuyo, nada de lo que en ella aparece puede
tocarte o escucharte. Y sin embargo, lo hace. Sin lo que llega para enseñarnos
a prescindir de ello no sabríamos lo mismo. Necesitamos la cámara para vivir. Pero,
entonces, ¿por qué, en un concierto, tantos dejan de asistir a él para grabarlo
a través de sus teléfonos?. “Mira qué
cielo más bonito” –decía T. hace unos años, en Tailandia, mirando la
pantalla en vez del cielo. Qué es un libro escrito hace 400 o 2000 años sino un
telescopio que sirve para aprender a ver el mundo que no sabe que existe el
telescopio.
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