21 febrero 2014

Un minuto a salvo


Si Luis Bermejo aúna la capacidad de bordar la vulnerabilidad con, un minuto más tarde, la energía volcánica para escapar de ella o para ponerla en su sitio, a El minuto del payaso, de José Ramón Fernández, en la Kubik solo un día más –el 27.2- le sobran segundos en todas direcciones. Y es porque Bermejo es, enésima, magníficamente, ambos a la vez –el que sufre y el que vino para paliarlo, el que sabe que el miedo que se derrota en un instante tarda lo mismo en volver a por su presa. Solo fuera de la sala, si tienes suerte, llegas a saber que buena parte del personaje, que uno pensaría sacado de Fernando Soto, el director, es Bermejo realmente, que el payaso al que besa la niña es él. Epifanía de cómo afrontar los temores que nos atenazan, su logro apabullante acaba creando su antítesis: el miedo que da pensar en no volver a verlo. 

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