20 febrero 2014

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El rosal de la entrada aún no ha terminado de perder las hojas de la pasada colección y ya asoman los brotes rojos de la nueva temporada. Si la botánica tuviera leyes menos prácticas, y sí más compasivas, las nuevas hojas asomarían del color de las últimas, e irían tornándose verdes. Eso no solo haría la vida de las hojas viejas menos humillante, también ayudaría a asomar, al menos visualmente, el clima más apaciguado de la primavera que el verano devora cada año sin que dé tiempo a verla pasar. 

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