27 febrero 2011

en el país de los mudos


Un rey es también una tartamudez del sistema social, un espasmo medieval inserto en un cuerpo moderno, dotado de miembros democráticamente elegidos cada 4 años, que sin embargo conviven con un músculo inerte dentro de él. Atrofiados tanto en su movimiento natural –véase Inglaterra o Tailandia- como en el que vienen improvisando en las últimas décadas –Suecia, España-, su imagen nítida es esa: no superar la primera sílaba, repetirla, dejarla en herencia. Vestido de Sade, el mismo Geoffrey Rush que aquí enseña a hablar a Colin Firth, veía rodar las cabezas de los reyes y nobles franceses desde la ventana de su prisión, en Quills. No es hasta este Discurso del rey en que ayuda a hablar a Firth, que uno ha perdonado a Rush que, en aquella película, ayudara a hacer callar a Kate Winslet, que moría antes de tiempo, como siempre que lo hace. Uno tartamudea solo de pensarla.

No hay comentarios: