
Un faro también es la metáfora de un poder que los griegos volcaron en el cíclope. Por eso, blanca su ceguera como quizá la lana de las ovejas que sirvieron a Ulises para escapar de la cueva en que aquel los apresara, la congelación de éste habla, durante la noche, del mar como otra gruta, donde la tierra no existe. Y como supieran acaso el cíclope y Ulises, donde, sin el ojo de quien te observa, tampoco tú existirías.
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