30 agosto 2006

todo el pecado vendido

Un desdichado, enloquecido donde su comunidad viste “agraviado”, acaba de degollar a su hija por fumar, por salir con un joven no musulmán, por vestir cómo se viste en Italia y no en Irán. La comunidad musulmana a que pertenece el asesino lo acoge al principio y después lo entrega. Son demasiadas paternidades sobre la misma cabeza, y todas exigen la inexistencia de los otros: los hijos lo son de sus padres, de los dioses y del entorno en que viven. El primero de los padres niega los derechos que sobre su hijo tienen el último de ellos y al tiempo pone los del segundo por encima de los suyos propios; el último de los padres relativiza el peso del primero y expone la farsa del segundo. El segundo no sabe ni contesta, y es previsible que sea así puesto que justo eso requieren los primeros para, impostada, hablar con su voz. Más normal es pensar que si la paternidad está tan repartida también ha de estarlo lo que un hijo debe a cada uno de ellos y en esto cabe ver como saludable que sea el juicio sobre los derechos ganados de cada uno los que determinen la división, el trozo de respeto que se le debe a cada uno. Si nuestras cabezas no funcionan con semejante idea de lo merecido es porque en muchos sitios aún hay quien sugiere cortarla si la división no coincide con la que él tiene en la suya. Es un chantaje basado en deudas que se le cargan a uno aunque ni locos hubiéremos encargado la mercancía, y nadie más que las religiones tienen razones para perpetuar ese chantaje, pues aquello que ponen en la balanza sólo está en sus cabezas y cuando se ven desvaríos a la luz del día no hay necesidad ni de ver la balanza, ni tampoco las cabezas de quienes piensan de forma diferente. Como también sabe ese organismo de seccionar ideas que es la iglesia católica, todo acaba siendo el tener derecho a pensar libremente de dónde se siente uno venir, que es lo mismo que decidir a dónde, a qué pertenece uno. Que le corten la cabeza –dicen los reyes de este mundo. Cómo pretender que se vean las manos de asesino en el espejo si viven dentro de él, en su paternidad de las maravillas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante. Pero lo único que yo no entiendo de su reflexión es eso de "organismo de seccionar ideas que es la iglesia católica". Explíquese, si tiene la amabilidad.

Anónimo dijo...

le cuesta a uno explicar lo evidente -el maltragarse el sapo y la culebra del darwinismo, la marginación de la mujer, de los homosexuales, la condena masiva a muerte que es anatemizar el preservativo, el postularse como guardianes de la familia en ese envase único, esa atrocidad afectiva que es el celibato, la aún hoy defendida postura de que no hay salvación fuera del cristianismo, la gerontocracia en que se reencarnan sus dirigentes, el oropel de una iglesia que representa al que dijera "desprendeos de todo", la forma en que se condena a conciencias adultas a morir o sufrir de por vida y que podrían salvarse gracias a esa forma de conciencia dudosa que es la investigación en células madre. esto es lo que sale en los periódicos cada día. Luego están los libros de historia, pueden consultarse también. organización criminal -es otra forma de nombrarla. sin ánimo de ofender, sólo en defensa propia.