13 agosto 2006

tierra-tierra

hezbolá, como cualquier organización terrorista –y se aprecia a escala cuando una lo logra-, agrediría con los medios de que dispone un estado si los tuviera a su alcance, pero en las consecuencias de esa diferencia, es lo cuantitativo y no lo cualitativo lo que separa el daño de uno y otro modelo de agresión: para ambos, al igual que ocurre con cualquier país, organización, facción, grupo o individuo abocado a un conflicto, la sociedad civil –estructuras e individuos- son el camino más directo -por más fácilmente dañable- para afectar a la opinión internacional y acelerar su involucración. No son distintos para israel los ciudadanos libaneses de lo que suponen los civiles israelíes para hezbolá. Cambia el alcance de los medios a su disposición, pero sólo eso: apenas el daño por minuto, no la voluntad de respetar nada que el otro bando no vulnere ya. Y es un juego pueril, por injugable, por imposibilidad de reconocer las casillas de salida, el de señalar quien empezó, quién hizo qué primero. Junto a los misiles explotan los símiles.

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